Opinión

Los dueños de los bancos no ganan dinero

El deber de nuestros gobiernos debería ser evitar que la solvencia de la banca no constituya un peligro financiero para el país como pasó no hace tantos años

  • Una mujer saca dinero en un cajero automático. -

Los argumentos utilizados por los que apoyan el impuesto a la banca aprobado por el Gobierno y criticado por el propio BCE, suelen insistir en la idea equivocada de que los bancos siempre ganan. Esto no es así y por eso hay crisis financieras periódicamente. Evidentemente, no las habría si fuera cierto. Además, en el caso de los bancos españoles que más ganan, Santander y BBVA, lo cierto es que la porción de beneficios obtenida en el mercado nacional es escasa para lo que consiguen en otros países. En cualquier caso, incluso asumiendo que los bancos están ganando los últimos años mucho dinero, y que este año, gracias al crecimiento económico y el aumento de márgenes propiciado por la subida de los tipos de interés, van a tener, en general, uno de sus mejores ejercicios en mucho tiempo, lo cierto es que sus dueños no están teniendo recompensa por ello en el largo plazo.

Cuando decimos que los bancos ganan dinero hablamos de que su negocio genera unos beneficios que permiten pagar salarios y abonar impuestos, además de repartir un buen porcentaje entre sus dueños, que son los accionistas. Esto significa que los miles de millones que cada año reportan como beneficio se traducen en dividendos, pero para cobrar ese dividendo deben ser accionistas. Es obvio, sí, pero muchos parecen olvidarlo porque eso significa que los propietarios de los bancos sólo ganan dinero si la cantidad que perciben como dividendo es mayor de lo que se ha devaluado el precio de su inversión y resulta que eso hace años que no pasa en la mayoría de bancos europeos, y también en los españoles.

Es decir, los bancos ganan mucho dinero y sí, lo reparten entre sus accionistas en forma de dividendos (para alegría de Hacienda que se queda con una quinta parte del tirón) pero éstos cada vez tienen menos capital porque su parte en la propiedad de esa entidad financiera cada día vale menos. Por supuesto no hablo de los accionistas de las cajas que quebraron y al haber sido nacionalizadas éramos nosotros y por eso el coste de su saneamiento salió de las arcas públicas, tampoco de los del Popular, que perdieron todo el dinero que tenían allí invertido. Esos son casos extremos como también los hay en el lado positivo como Goldman Sachs, por ejemplo. Hablo de la mayor parte de los bancos europeos y de todos los españoles que cotizan en bolsa, ya que, aunque ganen dinero cada año, hacen perder capital a sus propietarios de largo plazo porque su inversión cada vez vale menos. Esto relativiza mucho algunos titulares sobre los beneficios de la banca porque la realidad pura y dura es que no es rentable poseer un banco en España.

En el mismo caso está, por ejemplo, Telefónica, otra compañía que suele ganar mucho (para alegría de empleados y de Hacienda) pero que no compensa a sus propietarios

Se puede comprobar mirando el gráfico de la cotización “total return”, es decir, incluyendo los dividendos cobrados (su evolución bursátil sería mucho peor sin ellos, claro) para así saber cómo de rentable para los dueños del banco es su inversión. Y resulta que, según datos de Reuters, en los últimos 21 años un dueño (accionista) de BBVA hoy tendría unas pérdidas del 5% sobre el capital que invirtió hace dos décadas, y uno del Santander un 10% menos. Incluso incluyendo dividendos cobrados. Por supuesto no hago el cálculo desde los máximos de 2007 porque entonces el desastre se amplifica aún más. Si a eso sumamos el efecto inflación de todo este tiempo (y los costes tanto de mantenimiento como de oportunidad al tener el dinero ahí en lugar de en otro negocio mejor), queda claro que, aunque ambas grandes empresas ganen dinero, no lo ganan sus dueños. En el mismo caso está, por ejemplo, Telefónica, otra compañía que suele ganar mucho (para alegría de empleados y de Hacienda) pero que no compensa a sus propietarios. Y en el contrario está, por ejemplo, Iberdrola.

En CaixaBank pasa algo parecido: hay quien defiende retrasar la privatización de la parte estatal que viene de la absorbida Bankia, aparte de por temas ideológicos, porque estamos cobrando dividendos al ser el estado uno de los principales accionistas pero claro, de poco nos sirve cobrar dividendo si el precio de la acción cada vez vale menos; y aunque ha recuperado con fuerza desde los mínimos de 2020, es cierto que hubiera sido más rentable haber vendido en 2017, y lo mismo es mejor hacerlo hoy en lugar de esperar más tiempo. Nadie lo sabe, pero la tendencia de largo plazo de nuestras entidades financieras en bolsa no es buena.

Los bancos no nos caen simpáticos a nadie, pero ni con despidos a miles ni con subidas de comisiones brutales están consiguiendo tener un modelo de negocio rentable y sostenido

A nivel usuario, a pesar de que cada vez disponemos de menos sucursales y empleados para atendernos, tenemos una de las mejores bancas del mundo, y lo digo tanto por experiencia personal cuando he vivido fuera como por comentarios de personas que residen hoy en el extranjero: la banca (como tantas otras cosas como la sanidad pública o los servicios turísticos por poner dos ejemplos más) funcionan bastante peor fuera de España que aquí, tanto en servicios como en coste de dichos servicios. Con todo, es evidente que los bancos no nos caen simpáticos a nadie, pero ni con despidos a miles –que siguen más de una década después de los primeros- ni con subidas de comisiones brutales están consiguiendo tener un modelo de negocio rentable y sostenido. Santander con Brasil y BBVA con México siguen presentando muy buenos resultados, pero no convencen en su negocio nacional. Y al previsible aumento de la morosidad por el problema social de la alta inflación, se le suma la transformación digital que amenaza su cuasi monopolio dentro del sector financiero.

En la penúltima crisis se gastó en todo el mundo mucho dinero público en evitar que se repitiera el episodio de Lehman Brothers por miedo a las consecuencias para la estabilidad económica mundial, y es lógico que eso nos moleste (aunque hay países que hasta rentabilizaron esas ayudas) pero eso no quita para que su situación no sea tan boyante como indican sus resultados, que ni siquiera compensan a sus propietarios de largo plazo. El deber de nuestros gobiernos debería ser evitar que la solvencia de la banca no constituya un peligro financiero para el país como pasó no hace tantos años y que el coste –caso de colapso- sea mínimo para el erario, no el de dañar sus perspectivas con nuevos impuestos.

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