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Opinión

El BCE se apunta a la cuesta de septiembre

El problema no es lo que se ingrese (de hecho, estamos en máximos de recaudación) sino la gestión que hacen nuestros gobernantes de ese dinero

El BCE sigue de cerca la evolución de la prima de riesgo de los países periféricos
La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde Europa Press.

Este jueves, el BCE subirá los tipos de interés por segunda vez en once años tras el movimiento realizado en julio. Entonces sorprendió con una subida de 0,50 puntos cuando se esperaban 0,25. Tenía sentido que así lo hiciera para abandonar los tipos negativos. En aquella reunión, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, reconoció que en el momento actual no era razonable hacer la habitual foward guidance con la que se solía preparar a los mercados financieros sobre los próximos movimientos del banco central. Esto implica que, aunque la mayoría cree que la subida volverá a ser de 0,50, podría ser de 0,75 e incluso de un punto entero lo que estaría en línea con las declaraciones de la semana pasada de su colega Jerome Powell en Jackson Hole, en las que dejó claro que rebajar la inflación es la prioridad, aunque eso provoque “dolor” a las familias. Es decir, que asume la recesión económica si con eso se consigue acabar la espiral inflacionista.

Hace menos de tres meses criticaba la exasperante lentitud del BCE así que estoy totalmente de acuerdo en que tomen medidas. Con un IPC como el actual, incluso tras la subida, los tipos de interés reales para los españoles rondarán el -10% que es el poder adquisitivo que perdemos a nuestros ahorros. Es evidente la necesidad de enfriar la economía para detener el alza de los precios. También lo es que vamos tarde tras tantos años de irresponsables inyecciones de liquidez masivas que incluso llevaron a que fuera normal emitir deuda con tipos de interés en negativo. Muchos se preguntan cómo puede servir lo que haga el BCE para resolver los problemas de suministro de gas o los efectos perjudiciales de la sequía. Y efectivamente no puede arreglarlos, pero puede ayudar. Reducir el dinero en movimiento es lo mejor que puede hacer un banco central ante IPCs de dos dígitos, y eso se hace reduciendo su balance (como ya ha empezado a hacer la Fed) retirando liquidez del sistema, y elevando el coste de los créditos. BCE de momento sólo está en lo segundo porque tiene miedo, a pesar de que ese no debería ser su objetivo, a que determinados países miembros puedan tener problemas para poder colocar su deuda sin pagar un muy fuerte sobreprecio. Esa es una de las razones por las que el euro está tan barato, lo que provoca que el coste de nuestras importaciones (el 13% que lleva perdida nuestra moneda sólo en lo que llevamos de año) se encarezca aún más.

La deuda no es mala per sé, a veces es necesaria para invertir en proyectos de largo plazo que pueden generar mucha rentabilidad futura como la creación de una gran infraestructura

En cualquier caso, lo que no tiene sentido, a pesar de que viene pasando desde hace más de una década, es que la política monetaria sea tan importante para el devenir económico. Algunos han olvidado que la riqueza no radica en la capacidad de endeudarse barato. La deuda no es mala per sé, a veces es necesaria para invertir en proyectos de largo plazo que pueden generar mucha rentabilidad futura como la creación de una gran infraestructura. Pero cuando los gobiernos recurren a endeudarse para abonar gastos corrientes entonces tenemos un gran problema, y un banco central no debería haberlos ayudado con eso. Cualquier hipotecado entiende el concepto: se endeuda tomando un dinero prestado sabiendo que eso le supondrá una merma de sus ingresos mensuales durante algunos años. Aun así, hace sus cálculos y cree que le merece la pena, sabe que lo pasará mal si pierde el trabajo, por ejemplo, pero confía en que no pasará o que al menos podrá vender, en caso de necesidad, la vivienda sin perder mucho dinero (o incluso ganándolo) caso de que no pueda afrontar las cuotas del crédito. En resumen, endeudarse es tomar un dinero del futuro que durante el futuro se devolverá y si eso no es posible, si es deuda para adquirir un activo, se pude intentar vender dicho activo. Si la deuda se adquiere para gastos (como unas vacaciones), entonces no hay activo que vender y si es para un proyecto de negocio, pues dependerá de su evolución. Hasta aquí los conceptos parecen claros, pero ¿qué ocurre cuando el que se endeuda es un estado?

Cuando un gestor político decide usar la soberanía nacional para avalar un crédito emitiendo deuda hace lo mismo que cualquiera que pide dinero prestado: disponer de un capital hoy que tendrá que devolver en el futuro. La gran diferencia es que la mayoría de gobiernos nunca devuelven las deudas, lo que hacen es emitir nuevas para pagar las anteriores, es decir, las refinancian. Esto provoca que un gobierno pueda gastar más de lo que ingresa indefinidamente mientras siga pudiendo encontrar compradores para sus emisiones. Rara vez el volumen de la deuda disminuye, lo que suele ocurrir es que a veces la ratio deuda/PIB baja porque el PIB crece más de lo que ha crecido la deuda. No es lo mismo deber 500 mil millones de € si tu PIB es de 1 billón de € (50%) que si es de 2 billones de € (25%). En crisis suele ocurrir todo lo contrario: baja el PIB y aumenta la deuda ya que se gasta más de lo que se ingresa por el aumento del gasto social y se recauda mucho menos por el parón de la actividad económica. Pero llevamos años sin crisis, incluso este año la economía crecerá y las recaudaciones aumentan.

Nuestras cuentas públicas van a notar muchísimo, ya lo están haciendo, las subidas de los tipos de interés, al volverse adictas a una situación extraordinaria

Que el BCE haya comprado durante estos años decenas de miles de millones de deuda emitidas por España y que con ello haya abaratado el coste en intereses ha supuesto un ahorro, cierto. Pero se ha seguido gastando más de lo que se ingresaba, el volumen de la deuda no ha dejado de aumentar y nuestras cuentas públicas van a notar muchísimo, ya lo están haciendo, las subidas de los tipos de interés, al volverse adictas a una situación extraordinaria que todos sabíamos sería temporal. Por supuesto es importante lo que haga y diga BCE este jueves, por su efecto en el valor de los activos (desde inmobiliarios a bursátiles), en el cambio de divisas, en los intereses que podamos pagar o recibir en el banco etc., pero para España lo más negativo no es que ahora se encarezca el coste de financiación de nuestra deuda, lo lamentable ha sido el desaprovechamiento durante todos estos años de unas condiciones monetarias tan escandalosamente favorables. Ahora se pretende cubrir con más impuestos, pero es un error, entre otras cosas porque el problema no es lo que se ingrese (de hecho, estamos en máximos de recaudación) sino la gestión que hacen nuestros gobernantes de ese dinero.

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  • K
    Karl

    Creo que los bancos son más peligrosos que los ejércitos y que endeudar a la Nación no es más que un robo a gran escala al futuro.
    ___
    “I sincerely believe that banking establishments are more dangerous than standing armies; & that the principle of spending money to be paid by posterity, under the name of funding, is but swindling futurity on a large scale.”
    ~Thomas Jefferson, redactor y cofirmante de la Declaración de Independencia de EEUU, †1826

  • A
    Apeiron

    Mucho me temo que la única manera de que nuestros gobernantes asuman contener el gasto público, es dándoles menos dinero. Mientras por ley el despilfarro no se repercuta de alguna forma en su patrimonio (ahora es más bien al revés), ellos se lo seguirán gastando irresponsablemente en lo que sea, hasta el último céntimo. A fin de cuentas, "no es de nadie" y la deuda la pagarán otros.
    Así que nuestra única esperanza es que el BCE nos pusiera a dieta, poniendo coto a la refinanciación de deuda pública y al despilfarro. Pero dudo que eso ocurra, ya que el BCE es un instrumento político. Seguirá alentando el aumento de deuda y despilfarro público, pero obligando a aumentar más la confiscación fiscal para que sigamos pagando la deuda.