Estamos a dos semanas y media de las elecciones presidenciales de los Estados Unidos del 5 de noviembre, las que sin duda transcienden del ámbito americano y constituyen un acontecimiento ‘planetario’ (que diría Leire Pajin) decisivo para las relaciones Internacionales y la paz mundial. Especialmente en este tiempo belicoso de las guerras en Ucrania y Oriente Próximo, al que se añaden recientes tensiones entre China y Taiwán y entre las dos Coreas.
Lo que también afecta a los españoles muy directamente en el ámbito de las nuestras relaciones bilaterales con USA y en trasatlánticas entre los EE.UU., la UE y la OTAN. Un tiempo convulso también en la política nacional española agitada por la reciente imputación del Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, en el Tribunal Supremo y con la unanimidad de la Sala de lo Penal que preside Manuel Marchena. Y que llevará en fecha próxima a juicio al fiscal -que se niega a dimitir- por el delito de ‘revelación de secretos’.
Y en estas estamos y en plena ebullición de la corrupción de los llamados casos Ábalos, Koldo y Aldama y con la esposa del presidente y su hermano, Begoña Gómez y David Sánchez, imputados por sus presuntos delitos de ‘tráfico de influencias’ y ‘corrupción’.
Un panorama político que bien merecería un adelanto electoral al que no solo se niega el presidente Sánchez sino que además pretende agotar la legislatura con la aprobación de los PGE de 2025. Lo que le permitiría seguir en el poder hasta 2027, una vez que amplíe, con nuevas concesiones, los pactos que sobre su investidura logró Sánchez con delincuentes como los Otegui, Puigdemont y Junqueras. Y en los que se incluía una ley de amnistía inconstitucional, ventajas a los presos de ETA y recientemente un ‘concierto fiscal’ desigual e insolidario para Cataluña, amén de concesiones para el PNV y la extrema izquierda y anti española de Sumar y Podemos.
Varias coincidencias entre Sánchez y Trump
Y es en estas circunstancias nacionales, en las que no se descartan nuevos sobresaltos en la política española, en las que nos aproximamos a la gran cita electoral americana. Sobre la que nadie y ni siquiera las principales casas de encuestas está en condiciones de predecir el resultado final que se disputan Kamala Harris y Donald Trump.
Un candidato este último que sigue sin reconocer su derrota en los comicios de 2020 e impulsó desde La Casa Blanca el asalto al Capitolio para que impedir que se reconociera la victoria de Joe Biden. Un Trump que ha sido condenado por un delito penal y aún mantiene pendientes otras causas, una de ellas por fraude electoral. Y que a su paso por la presidencia americana ya dio sobradas muestras de desequilibrio político y mental y desprecio absoluto a la verdad y a la democracia.
Dos aspectos estos últimos -mentiras y ataque a la democracia- en los que Donald Trump coincide con Pedro Sánchez, a igual que en otras cuestiones como suobsesiva ambición de poder a cualquier precio, la manipulación de la Fiscalía del Estado -en ambos países-, los casos de corrupción familiares y el control político de los más altos tribunales del Estado (el Constitucional en España y el Supremo en USA).
Aunque son notorias las diferencias ideológicas entre ambos políticos y de especial manera en cuestiones de economía e inmigración y en el ámbito de las relaciones internaciones. Especialmente en todo lo que respecta a Israel y a Venezuela.
Kamala Harris reacciona y Donald Trump aprieta
Donald Trump es de sobra conocido en USA y en todo el mundo, mientras Kamala Harris no acaba de imponer su liderazgo. Aunque logró derrotar a Trump en el único debate televisado entre ambos y en una muy reciente entrevista en la cadena conservadora de televisión Fox News la candidata demócrata salió airosa frente al aguerrido presentador y entrevistador Bret Baier. Hasta el punto que Trump se enfadó y tildó de blandito a Baider.
Aunque lo más llamativo de los problemas que Kamala Harris tiene que ver con sus posibles votantes es que un segmento de los negros y latinos, que en su día y en 2020 votaron a Joe Biden, y que, ahora, por posiciones ‘machistas’ (según algún sondeo) se resisten a apoyar a Harris.
De ahí la firme entrada en campaña de Barack Obama para movilizar a los votantes negros y latinos. O la presión de Biden sobre Israel para que aplace su anunciado ataque a Iran, y para que los jóvenes universitarios que apoyaron en USA a Palestina no se distancien de Harris.
De momento quedan 18 días de campaña electoral americana y ese es largo tiempo en el que todavía pueden ocurrir muchas cosas importantes en los Estados Unidos y en la escena internacional. Máxime después de lo visto con los dos atentados fallidos contra Donald Trump, que han obligado a reforzar la seguridad de ambos candidatos.
Ante esta situación y preocupado por el posible renacer electoral de Kamala Harris su oponente Donald Trump no ha dudado en lanzar nuevos y extremos mensajes al electorado diciendo, en referencia a los demócratas, que ‘son gente enferma de la izquierda radical’ a los ha llamado ‘el enemigo interno’ al que, según Trump, se debe controlar ‘con la Guardia Nacional’ e incluso ‘con el Ejército’. Aunque nada tan pintoresco y demencial como la afirmación de Trump en la que aseguró que ‘inmigrantes haitianos se comían en Ohio a las mascotas’ (perros y gatos) lo que provocó el escarnio general.
Aunque el posible regreso a La Casa Blanca y ‘el reverso’ de Trump no son para tomarlos a broma y menos en este tiempo de ardor guerrero y de inestabilidad internacional.