Opinión

Encuestitis aguda

Durante el último año ustedes han leído 180 sondeos, a cuál más variopinto, con el nada inocente propósito de cada partido o medio de comunicación de llevar el ‘agua’ electoral al ‘molino’ de su línea editorial

Leía este fin de semana que durante el último año y medio se han publicado en España la friolera de 180 encuestas de intención de voto (¡¡¡) a decenas de miles de euros cada una, donde nos han ido narrando con profusión las idas y venidas demoscópicas de Pedro Sánchez, Alberto Núñez Feijóo -últimamente también de Yolanda Díaz y su íntimo enemigo Podemos- y de los líderes locales de cada territorio, en un intento nada inocente de cada medio de comunicación por llevar el agua electoral al molino de su linea editorial, permítanme la ironía.

No sé ustedes, yo hace meses que desconecté de esos domingos de sondeos, que a la altura de precampaña en que estamos ya son lunes, martes, miércoles, jueves y hasta viernes -los sábados no leerán muchos, tradicionalmente es mal día para la prensa porque la audiencia está a otra cosa-. Lo hago atendiendo al consejo de ese maestro de periodistas que es Miguel Ángel Aguilar, cuando dice algo que puede parecer contradictorio pero representa una verdad como un templo: “En momentos de inundación lo primero que falta es el agua potable”.

No lo duden: a dos semanas de las que van a ser primeras elecciones nacionales desde la repetición de las generales el 10 de noviembre de 2019 que ganaron Sánchez -en medio hubo territoriales en Galicia, País Vasco, Castilla y León y Andalucía catastróficas para él y el PSOE- y supondrán el primer test fiable para saber si estamos ante un cambio de ciclo, como pregona el PP, o no (Mariano Rajoy dixit).

Se preguntarán: ”Y todo ese esfuerzo propagandístico y económico de partidos, medios de comunicación y empresas ¿Para que?”… Pues para rellenar el ambiente, crear clima a favor de obra, porque en política, como en física de fluidos y gases, el vacío no existe; lo que no rellenas tú, te lo rellena el adversario

Nos sobran datos y nos faltan certezas, estamos ante un lógico momento de inundación de guarismos y porcentajes, no diría yo que falsos, pero sí con mucho aggiornamento a conveniencia de quien paga el sondeo… ”ya tú sabe”, diría un cubano con retranca. Guarézcanse si no quieren padecer encuestitis aguda.

Pónganse a cubierto porque, desde que el 28 de mayo por la noche se abran las urnas autonómicas y municipales, que marcaran la composición de diputaciones, cabildos y hasta concejos por toda la geografía, desde esa noche electoral, digo, en la cual cada líder intentará convencerse/convencernos de que ni el rival ha ganado tanto como pregonaba ni él ha perdido tantas alcaldías y baronías autonómicas, es decir, tanto poder -que de eso va esta vaina-, la catarata de sondeos irá a más hasta las elecciones generales de diciembre.

Se preguntarán ustedes: ”Y todo ese esfuerzo económico y propagandístico de partidos, medios de comunicación y empresas -sí, las empresas también tienen molino electoral-… ¿Para que?” Pues para llenar el vacío informativo, crear clima a favor de obra porque en política, como en física de fluidos y gases, el vacío no existe, lo que no rellenas tú, te lo rellena el adversario.

Ocurre, no obstante, que cuando llegan esta época preelectoral, más que el dato trucho, lo que se les ve a los actores políticos y a los medios que nos hacemos eco de su buena nueva son las costuras; el afán de agradar, no sé si a nuestros respectivos lectores, televidentes o escuchantes, caso de la radio, a los dirigentes de los partidos tanto monta, que, creemos, van a votar nuestras respectivas audiencias, o a ambos. Así de simple… o de enrevesado, dirán y con razón.

Digámoslo claro: hay mucho sondeo con mil encuestados, a razón de veinte por provincia -ya me dirán ustedes cómo afinar así el por Cuenca (un suponer), que se decidirá por unos cientos de votos- que siempre dirá lo que el pagador quiere que diga

Digámoslo claro: hay muchos sondeos con mil encuestados o pocos mas, a razón de veinte por provincia -ya me dirán ustedes cómo afinar así el último escaño por Cuenca (un suponer), que se decidirá por unos cientos de votos- que dicen lo que el pagador a tanto el kilo de respuestas quiere que diga; hay mucha encuesta prescriptora de opinión a favor o en contra de Sánchez o Feijóo, y últimamente también remando en pro de la unidad de Sumar y Podemos, aunque Yolanda Díaz, Irene Montero y Ione Belarra no se puedan ni ver y no lo oculten.

Sí, se nos ve demasiado el plumero; tanto, que no me extrañaría nada que hubiera voto oculto este 28M, que los españoles somos muy de no decir la verdad ni al médico, no vaya a ser que se entere. Eso de que decidimos nuestro voto a última hora, en el último segundo antes de meter la papeleta en la urna, no se lo cree ni quien lo proclama; que habitualmente es aquel a quien las encuestas de última hora van mal y quiere corregirlas.

No somos los españoles de ir por ahí contando nuestras cuitas, mucho menos de ir diciendo qué o a quien votamos, como por ejemplo los estadounidenses, y me temo que con tanto sondeo dirigido a cambiar nuestra intención, con tanta tentativa para dirigir nuestro voto, menos.

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