Opinión

El enigma Puigdemont

Si algo no se le puede negar a estas alturas a Carles Puigdemont es su dominio de la escena. Bastó que Coal

Si algo no se le puede negar a estas alturas a Carles Puigdemont es su dominio de la escena. Bastó que Coalición Canaria (CC) insinuara su sí a la investidura, de manera que Pedro Sánchez sólo necesite la abstención de Junts per Catalunya, para que saliera inmediatamente el ex presidente catalán en Twitter a aclarar que da igual lo que haga la única diputada canaria porque sus siete parlamentarios votarán sí o no; es decir, haga lo que haga la diputada de CC, Cristina Valido, resultará intrascendente.

El huido no añadió en ese desdén a Sumar, ERC, Bildu y demás socios del posible segundo gobierno de coalición formado por Sánchez, pero seguro que lo piensa. Porque estamos ante un indudable Pedro solo serás presidente si yo así lo decido aquí en Waterloo. No nos engañemos, de eso va este impasse que estamos viviendo en medio de una desinformación absoluta, que los protagonistas de la negociación, PSOEy Junts, se empeñan en disfrazar de ”discreción” porque “hasta que todo no esté cerrado nada estará cerrado”.

La investidura del próximo presidente del Gobierno, le guste a éste o no, nos guste al resto de los españoles o no, va del perdón penal a todos los implicados en el referéndum ilegal en Cataluña el 1-O de 2017, cierto, pero, sobre todo, va de la rehabilitación política del gran fugado de la Justicia española desde hace seis años; de cómo Carles Puigdemont volverá a pisar suelo catalán: bien como en 1977 el que había sido presidente de la Generalitat en el exilio, el republicano Josep Tarradellas, bien en un discreto segundo plano, que es lo que ansían los socialistas para no desgastarse más de lo que se están desgastando.

El primero que parece no engañarse es el propio inquilino de La Moncloa candidato a la reelección, que, consciente de la dificultad que entraña la operación investidura, mantiene un prudente silencio salpicado de veladas amenazas en voz baja a una posible repetición electoral si el líder espiritual de Junts per Catalunya se viene muy arriba en sus exigencias

El primero que parece no engañarse es el propio inquilino de La Moncloa y candidato a la reelección, quien, consciente de la dificultad que entraña su operación investidura, mantiene un prudente silencio salpicado de veladas amenazas en voz baja a una posible repetición electoral si el líder espiritual de Junts per Catalunya se le viene muy arriba en sus exigencias.

Y no sería raro esto último porque Puigdemont intuye desde Waterloo, a solo unos kilómetros de la capital europea, Bruselas, que no sólo a los jueces españoles, también a la Comisión Europea, empezando por el comisario de Justicia, el liberal belga Didier Reynders, y siguiendo por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, no les gusta nada eso de amnistiar a alguien por haber malversado caudales públicos para organizar un referéndum ilegal, lo cual allí es visto como un delito de corrupción institucional.

Aún y todo, para Pedro Sánchez, para la legitimidad de su reelección, que en buena medida marcará el devenir de esta legislatura si no hay repetición electoral y logra formar gobierno, tan importante o más que el articulado de la Ley de Amnistía, ese que dirá quienes, desde cuando y hasta donde les llega el perdón concedido, va a ser lo que pacte con el ex presidente catalán sobre la exposición de motivos de la norma.

Choque de ‘relatos’

Si lo que quiere el independentismo catalán -no sólo Junts, también ERC-, es que las Cortes españolas acaben afirmando en esa exposición de motivos que el Estado se excedió en la “represión” del 1-O, la investidura del líder socialista será poco menos que imposible. Por dignidad.

Eso sería tanto como asumir que el propio Rey Felipe VI se equivocó en su histórico discurso a la Nación el 3-O de 2017 hablando de la manifiesta “ilegalidad” en la que acababa de entrar la Generalitat republicana ocho segundos; y que los jueces erraron aplicando la Constitución -el artículo 155- y las leyes de una de las principales democracias europeas… palabras mayores y humillantes para cualquier Estado de Derecho que se precie.

Por contra, si el independentismo se aviene a lo que le propone La Moncloa, que esa exposición de motivos, intrascendente, por cierto, en la aplicación práctica de la norma, suene más al simple borrón y cuenta judicial, no al pliego de descargos histórico que pretenden quienes se niegan a pasar página del 1-O, la investidura de Pedro Sánchez será cuestión de semanas.

¿Y todo esto por tres o cuatro párrafos en la exposición de motivos de una ley? Pues sí, porque las palabras escritas no se las lleva el viento

Llegados a este luneto, estimado lector, usted se preguntará: ¿Y todo esto por tres o cuatro párrafos en la exposición de motivos de una ley? Pues sí, porque las palabras escritas no se las lleva el viento y no hay reconocimiento más oficial que el contenido en una ley, máxime si lo es sea de Amnistía. Y es que, llegados a este punto, asumida por gran parte de la opinión pública que algún tipo de perdón o amnistía, llamémoslo como queramos, es poco menos que inevitable, esto va de fuero y no de huevo.

Los independentistas todos lo saben y por eso van a pelear hasta la última coma de esa exposición de motivos; y por eso Carles Puigdemont lleva días apareciéndose en Twitter para subir el precio manteniendo la incógnita sin decir qué hará al final. Veremos si eso es señal de que Sánchez no da su brazo a torcer en el relato para la historia de aquellos días infaustos que vivimos en 2017. Veremos, insisto.

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