España no se merece un Gobierno en el que predomina la propaganda sobre la realidad y que difunde medias verdades, más peligrosas que las mentiras, sobre nuestra evolución económica. Que nos dice que actualmente estamos creciendo más que la UE, pero omite que el gasto público sostiene el crecimiento y que somos el único país que no ha recuperado el nivel de PIB pre-covid. Aparte de que hay malas perspectivas para 2023 avanzado y 2024. Que, lejos de flexibilizar el mercado laboral para que las empresas compitan en mejores condiciones, manipula la información sobe empleo y paro para dar datos triunfalistas que, si fueran ciertos, indicarían una productividad (estancada desde los 90) aún menor. Pero que, en realidad, encubren un número de horas trabajadas declinante y mucho empleo público. Aparte de que lideramos el triste ranking de la tasa de paro.
España no se merece un gobierno que nos ha aburrido con las supuestas bondades de la excepción ibérica cuando, en realidad, resultaba redundante. Y cuya motivación fundamental ha sido la de controlar el IPC, sin que le haya importado lo más mínimo -ni nos dice- que ha supuesto regalar ya 1.900 millones de euros a los países vecinos (Francia, Portugal y Marruecos) que compran electricidad a precio subvencionado. Como si nos sobrase el dinero…
España no se merece un gobierno que busca frenar la medición oficial del IPC manipulando los precios de los productos que más impactan en ese índice para presumir luego de que el IPC general ha bajado, cuando la realidad es que la inflación subyacente, más difícil de amañar, muestra que estamos peor que el promedio de la UE.
Algunos ministros carecen de la formación mínima necesaria, otros no han trabajado nunca fuera de su partido o en cargos derivados del mismo, y alguno incluso comete deslices verbales al hablar
España no se merece un gobierno que favorece económicamente a las CCAA donde tiene socios que le aseguran las votaciones mientras castiga a aquellas en las que no gobierna (por ejemplo, Madrid o Andalucía). Y que muestra su desprecio por otras, como se ha puesto de manifiesto, por ejemplo, con los trenes de Extremadura o Asturias y Cantabria (donde, por cierto, los ciudadanos deberían pasarle factura).
España no se merece un gobierno que esté formado por unos ministros a la mayoría de los cuales su perfil nunca les serviría para tener puestos de importancia en el sector privado. Algunos carecen de la formación mínima necesaria, otros no han trabajado nunca fuera de su partido o en cargos derivados del mismo, y alguno incluso comete deslices verbales al hablar. Se suele decir que hay excepciones que confirman la regla, y las hay, pero quizás son los que más nos han defraudado, porque esperábamos algo de ellos.
España no se merece un gobierno que ha subido la presión fiscal de forma desmesurada. En varios puntos de PIB y hasta situarla en el 42%, por encima ya del promedio de la UE, a pesar de nuestro mucho menor nivel de renta (lo que equivale a un esfuerzo fiscal claramente mayor). Si, al menos, esa subida hubiera servido para reducir bien el déficit, tendríamos una contrapartida. Pero continuamos con un déficit estructural casi invariable (4-5%) y los mayores ingresos (muchos de ellos por no deflactar la tarifa a pesar de la elevada inflación) se han destinado en una buena parte a gasto clientelar y a compra de votos.
España no se merece un gobierno que es el que más ha elevado la deuda pública entre los 27 de la UE desde que empezó el Covid. Hasta superar el 113% del PIB. Un nivel que nos dará sangre, sudor y lágrimas en cuanto la UE restaure las reglas fiscales, aunque no sean tan rígidas como las anteriores. Y, sobre todo, que ahogará el presupuesto debido a los intereses a pagar tras la subida en vertical del coste de la misma.
Este gobierno populista y demagogo ha preferido una patada hacia adelante y, de momento, poner un parche subiendo las cargas que tienen que pagar empresas y afiliados
España no se merece un gobierno que no afronta el problema del sistema de pensiones al no atreverse a actuar por la vía del gasto. Porque este gobierno populista y demagogo ha preferido una patada hacia adelante y, de momento, poner un parche subiendo las cargas que tienen que pagar empresas y afiliados, para cubrir las apariencias con Bruselas. Rompiendo el pacto intergeneracional e hipotecando el futuro de los jóvenes.
España no se merece un gobierno que “vende” ayudas sociales, pero no se preocupa de coordinar las distintas AAPP para hacerlas eficientes para proteger a los verdaderamente vulnerables. De poco han servido por la ineficiencia de una burocracia que ahoga las buenas intenciones.
España no se merece un gobierno intervencionista que ataca a las empresas y empresarios. Que asalta con malos modos una empresa como Indra en la que la mayoría del capital es privado sin que la CNMV se atreva a hacer nada. Que pretende coartar decisiones empresariales libres, como en Ferrovial, olvidando incluso (cuando estamos a punto de presidir la Comisión Europea) que la pertenencia a la UE exige libertad de movimientos para personas, capitales o empresas. Que ataca a la seguridad jurídica. O, en fin, que inventa impuestos -probablemente inconstitucionales- con el único objetivo de “vender” al sector más ingenuo del electorado que está castigando a bancos eléctricas y ricos.
Durante el covid hubo gobiernos que primaron la gestión sanitaria, aun a costa de una peor performance económica, y otros que prestaron mayor relevancia a esta última. Pero nuestro gobierno tuvo resultados pésimos en ambas facetas: el mayor número de fallecidos por habitante de la UE (o casi) y la peor caída del PIB entre los 27.
Y como España no se merece este gobierno extremista, lo que tienen que hacer los españoles es cambiarlo. Sin dejarse influir por la propaganda, por los medios afines a Frankenstein (a alguno parece que le ordenan decir que la economía va bien) o por las absurdas encuestas de Tezanos. Difícilmente la economía española aguantaría otros cuatro años, con esta patulea en el gobierno, sin encontrase por el camino con que los mercados o Bruselas nos digan basta o nos impongan restricciones…