Supongamos que sea cierto. Supongamos que damos por buena la defensa de su conducta que hace Mónica Oltra, vicepresidenta del gobierno de la Comunidad Autónoma de Valencia. Aceptemos que su imputación es consecuencia de un complot urdido por la extrema derecha, por la fiscalía valenciana, por el Tribunal Superior de Valencia, por determinada prensa que le tienen ganas, por una menor que nunca fue víctima por agresión sexual de quien fue marido de la imputada. Supongamos que todas esas cosas y algunas otras que se nos escapen han puesto en el disparadero a una política decente. Supuesto todo eso, se demostraría lo sencillo que resulta truncar la carrera de cualquier político. Bastaría una denuncia de alguien contra un cargo público, un fiscal que acuse y un juez que abra una investigación y ¡se acabó!
Y si todo es tan fácil, la pregunta es: ¿y por qué los de Podemos y demás franquicias territoriales fueron tan inocentes cuando acordaron en sus respectivos códigos éticos que la imputación de un cargo público implicaba la dimisión o cese inmediata del mismo? Parecería que ha sido el momento en el que les ha tocado a ellos cuando han descubierto la inocencia de su propuesta.
Nunca me las di de adivino, pero aún recuerdo la cara a cara que tuve con la hoy alcaldesa de Barcelona en un programa de Jordi Évole. Muchas de las profecías que hice respecto a las cosas que le pasarían si llegaba a ser alcaldesa, se están cumpliendo. La primera advertencia que le hice fue que eliminara eso de que se dimite si te imputan judicialmente. Ada Colau, entonces candidata al Ayuntamiento barcelonés, me miró con diserto desdén, como pensando: “consejo de un viejo de la vieja política”. La profecía se cumplió y la ética falsa de Colau, también. La Audiencia de Barcelona ha admitido a trámite una querella por los presuntos delitos de coacciones y prevaricación contra la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. La misma Audiencia ha ordenado al juez instructor que se la cite a declarar como imputada. ¡Y Ada Colau sin dimitir!
Ada Colau, entonces candidata al Ayuntamiento barcelonés, me miró con diserto desdén, como pensando: “consejo de un viejo de la vieja política”
En la cumbre que celebraron en Valencia, el pasado 13 de noviembre, la vicepresidenta segunda del Gobierno de España, Yolanda Díaz, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, la vicepresidenta de la Generalitat Valenciana, Mónica Oltra y la portavoz de Más Madrid, la vicepresidenta Díaz afirmó que “estamos innovando con este acto”. Bueno, a la vista de que el 50% de las reunidas para “innovar” están cayendo en el mismo escenario de no dimisión por imputación, creo que deberían volver a reunirse para ver cómo son capaces de demostrar que aspiran a hacer una política diferente a la que se hacía en tiempos pasados.
Después de todo lo dicho, afirmo que Mónica Oltra no debe dimitir de su puesto de vicepresidenta de la Generalitat y de diputada autonómica en las Cortes Valencianas. Siempre he mantenido la misma posición; en ocasiones en contra de la opinión de Oltra, como cuando defendí la no dimisión por imputación de la anterior y ya fallecida alcaldesa de Valencia, Rita Barberá. El insigne Baldoví combatió mi posición con la siguiente frase: “Rita Barberá debería abandonar su escaño y dejar paso a gente nueva”.
Estoy seguro de que a mi propuesta de no dimisión, muchos de los que ahora ven una persecución contra Oltra, se posicionarán a mi favor. Y así, por ejemplo, el diputado de Compromís en el Congreso, Joan Baldoví, ha trasladado "todo su apoyo" a la vicepresidenta de la Generalitat valenciana, Mónica Oltra, tras ser imputada por el presunto encubrimiento de abusos sexuales de su exmarido a una menor tutelada, y ha proclamado que la "verdad se acabará imponiendo" favorablemente para su compañera de filas.
Así ayudamos a Yolanda Díaz para que su cuarteto innovador no quede reducido a la mitad en el caso de que dimitieran Oltra y Colau
La diferencia entre estos conversos y yo radica en el hecho de que siempre estuve en contra de la dimisión por imputación, mientras que muchos de los defensores de la vicepresidenta de la Generalitat Valenciana cambian su ética en función de la orilla en la que se sitúe el imputado.
Estoy en contra de ese código que trajo la “nueva política” y por eso estoy con los que defienden la no dimisión de alguien que solo está siendo investigado. Y, además, así ayudamos a Yolanda Díaz para que su cuarteto innovador no quede reducido a la mitad en el caso de que dimitieran Oltra y Colau.
Por eso, cada día hay más gente que desconfía de los políticos de hoy. La parte ancha del embudo para los del equipo propio, y la parte estrecha para los del equipo contrario. A eso se llama dar mal ejemplo y prostituir la democracia.
Aquiles
Y Baldovi bailando con Otra días antes , muestra de su apoyo a la defenestración hecha a una niña abusada por el marido el Oltra . Cuando hables en el Congreso de Ética , te va a caer la del pulpo , ya no engañais a nadie ....
Sor Intrepida
En un estado en el que el CGPJ,los miembros del TC ,lo magistrados de los TSJ y el fiscal general los eligen los políticos será otra cosa pero no un Estado de Derecho.Un cachondeo donde lo que prima es hacerles la cama a los que los nombran.Aunque a posteriori ejerzan con independencia,ya levanta sopechas.Como lo de jueces/fiscales metidos a políticos i/v.Debe ser el único país que lo tolera.Todo muy sospechoso.Y donde el fiscal general ejerce como el tirano de turno a base de dedo.Intolerable.Digno de cualquier república bananera ahora llamadas "bolivarianas".Por cierto Bolivar era un pájaro de mucho cuidado:tirano,esclavista,criminal de guerra y traidor.Borracho de dinero,poder y sexo,muchas veces con menores y no consentido.
Kubrik
¿Desconfianza de los políticos? Es usted un ingenuo, sr. Rodríguez. Lo que de verdad sentimos es asco. Y de algún expresidente autonómico, ya ni le cuento...
Chus
Estimado Sr Ibarra, Me sumo, siempre lo he hecho, a su opinión sobre los aforamientos políticos. Sin embargo, creo que a su exposición, le falta claridad respecto al principal fundamento: Los aforamientos no son una garantía del Político aforado, sino que constituyen una garantía para los electores, para la Democracia; porque, como usted acertadamente señala, "Bastaría una denuncia de alguien contra un cargo público, un fiscal que acuse y un juez que abra una investigación y ¡se acabó!" Y ese "y ¡se acabó!" ES el problema. ¿Nada han de temer ese Juez o ese Fiscal, ni siquiera el Calumniador denunciante, por intentar cercenar el Derecho Fundamental a la Participación política de los ciudadanos electores del calumniado? El problema, vemos, no reside en la posibilidad de una Justicia Politizada, sino en la IMPUNIDAD de los Jueces y Fiscales que no se someten al Orden Constitucional por razones políticas, de "oportunidad", abandonando la Legalidad. Porque, pese a los deseos expresados por el Presidente del CGPJ, ante la Comisaria de Justicia, como si se refiriera a Hechos y no a su opinión, lo cierto e incuestionable, es que el Gobierno de los jueces se rige por criterios políticos, partidistas, y eso tiene la mayor y más perniciosa de las influencias en el día a día de nuestro Estado de Derecho, tan tenue ya, tan desdibujado ... Pero no podemos dejar de reconocer la excelente salud ética de la inmensa mayoría de nuestros Jueces, infinitamente superior a la de los demás operadores jurídicos. El fallo, sin embargo, es grave: Si bien es preciso proteger la confianza de los ciudadanos en sus jueces, cuando esta confianza -con o sin motivo fundado- desaparece o se difumina, lo necesario es restaurarla, limpiando debajo de las alfombras decimonónicas que esconden a unos pocos Jueces Corruptos. Unos pocos, que son el motivo de la pérdida de confianza de la Sociedad en la generalidad de sus Jueces. Recordar lo espinoso de la materia: En cada juicio alguien pierde, y ese perdedor, que generalmente está seguro de tener razón, tiende a creer contra viento y marea haber sido víctima de una injusticia, que denomina corrupción judicial, al no reconocer que, mientras el Juez actúa con Imparcialidad, él como justiciable es -por definición- parcial (es una de las partes del Proceso). La corrupción, en el Poder Judicial, es igual que en cualquier otro colectivo; pero con la diferencia evidente de que no se trata de un colectivo más sino de un poder del estado. Saludos cordiales
PACO TITOS
El problema sr. Ibarra, es que estos piensan eso ahora porque les ha tocado a ellos, cuando le vuelva a tocar a otro dirán lo mismo que antes. Pero lo más grave es que esto no son unos trajes, esto es la ocultación de los abusos a una NIÑA por parte de su (entonces) marido. En fin, estos son los políticos que NOS GOBIERNAN!!!!!!
LORD
No has tenido nunca verguenza... Y veo que sigues sin conocerla. SINVERGUENZA