Opinión

El feminismo sincero: hombres, los odio

Hace un año a Macarena Gómez le habrían abierto hilo en Twitter y se hubiese llevado la del pulpo; hoy parece que ha cosechado más aplausos que otra cosa

Ana Bernal Triviño carga contra Macarena Gómez en un artículo en Público titulado “Las feministas no odian a los hombres” la misma semana que sale a la venta el libro de la feminista francesa Pauline Harmange titulado Hombres, los odio; un polémico panfleto de título no irónico que señala la misandria y el odio abierto hacia los varones como un posible camino hacia la solidaridad y el bienestar. Hay que reconocer que el timing de la Triviño no ha sido el más acertado.

Pongámonos en contexto: hace apenas dos semanas la actriz Macarena Gómez concedió una entrevista en el programa `Este es el mood´en la que dijo que a ella le daba la impresión de que se está forzando el feminismo, que lo del lenguaje inclusivo era una chorrada y que ella sentía que había un discurso de odio hacia los hombres. Y lo hay, es evidente, pero que lo diga una actriz con la trayectoria y la presencia de Macarena Gómez en una industria cultural que aplaude cualquier forma de diversidad, menos la diversidad ideológica, es un acto de valentía que merece ser reconocido. Y digo que es un acto de valentía porque decir esto a día de hoy te puede salir bastante caro. A Macarena se le podía notar un pequeño tembleque en la voz cuando reconocía lo que era palmario, apartando la mirada de una Amarna Miller que por otro lado se mostró bastante comprensiva con las palabras de su entrevistada.

Los tiempos cambian. Hace un año a Macarena Gómez le habrían abierto hilo en Twitter y se hubiese llevado la del pulpo; hoy parece que ha cosechado más aplausos que otra cosa. Porque seamos sinceros, hay que tener la cara muy dura para no reconocer a día de hoy que dentro del feminismo hay un discurso importante de odio hacia los varones. Llegando hasta el punto de que una de estas feministas radicales ha tenido que escribir un libro -al que por lo menos se le debe reconocer cierta sinceridad- pidiendo a sus hermanas que se desprendan de una vez de esa capa de cinismo y admitan abiertamente lo que para cualquier persona mínimamente suspicaz es más que evidente. Y es que incluso leyendo un artículo que se supone defendería que las feministas no odian a los hombres podemos encontrar dentro de este mismo texto proposiciones que apuntan a todo lo contrario. Porque a la Triviño no se le ocurre otra cosa que esgrimir con indignación que en una sociedad con mil mujeres asesinadas no se puede decir que el feminismo fomente el odio hacia los hombres, dando a entender que cualquier reticencia hacia un colectivo que cometería tamañas monstruosidades estaría más que justificada y haciendo implícitamente responsables a todos los varones de los actos que comete el 0,02% de su grupo. El feminismo no asesina hombres, dice Triviño, son los hombres los que asesinan mujeres concluye el lector. Y finalmente remata el artículo justificando que las mujeres que habrían sido vilipendiadas por los hombres tienen todo el derecho del mundo a sentir rabia u odio hacia ellos, y como según el Ministerio de Igualdad estas serían una de cada dos, hagan ustedes las cuentas.

Lo que debería entender Ana Bernal Triviño es que cuando se colectiviza la culpa de esta forma, cuando se criminaliza a un colectivo tan heterogéneo y se le hace responsable de crímenes terribles, que no serían consecuencia de las vicisitudes vitales de cada individuo, sino de una violencia que estaría incardinada en el ADN de una masculinidad tóxica y nociva, es una cuestión de pura gravedad social que la parte afectada -las mujeres sometidas- generen un sentimiento de odio y resentimiento hacia el grupo al que se responsabiliza de sus desdichas. Algo que feministas como Triviño entienden perfectamente cuando se señala al colectivo de inmigrantes para luego zambullirse en una ceguera voluntaria cuando se apunta a colectivos que no son de su agrado. Por eso, que se publique un libro como Hombres, los odio me parece una buena noticia, ya que entre otras cosas desenmascara el 'bienquedismo' cobarde de feministas como Triviño -hermana, admite que eres misándrica y déjate de tonterías- y nos sirve como termómetro social en tanto en cuanto la ciudadanía puede comprobar que en pleno 2021 un manifiesto que justifica el odio hacia los varones es visto por una parte importante de nuestra sociedad como un texto controvertido y 'cool' que puede tener no sé qué lectura solidaria.

Es interesante que mientras actores como Álex García cumplen con la penitencia de la dictadura del pensamiento único y la masculinidad deconstruida, tratando de expiar públicamente no sé qué pecados y reconociéndose como focos de violencia involuntaria hacia las mujeres, como si esto fuese un común exponente a todos los varones -a mí no me metas en tus movidas, Álex- sean compañeras de profesión como Macarena Gómez, siguiendo la estela de leyendas vivas del cine español como Carmen Maura, Verónica Forqué o Loles León, las que les estén diciendo a toda esta panda de paletos que corten el rollo. Y es que, como decía Jordan Peterson, al final son las mujeres sensatas las que deben levantarse contra sus hermanas dementes y decir “ya basta de este odio hacia los hombres, basta de traernos la vergüenza y desgracia como género”; el problema, decía, es que la mayoría de mujeres sensatas están ocupadas haciendo cosas de mujeres sensatas, por eso es necesario -casi obligatorio- que aplaudamos y mostremos todo el apoyo del mundo cada vez que aparezca uno de estos raros especímenes de mujeres valientes y cuerdas que decide plantarle cara a sus hermanas arpías yendo a la contra, no sólo del relato cultural hegemónico, sino de sus propios intereses.

Puedes ver los vídeos de Un Tío Blanco Hetero (Sergio Candanedo) en: https://www.youtube.com/channel/UCW3iqZr2cQFYKdO9Kpa97Yw

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