Opinión

Al final, será Bárcenas quien tumbe a Sánchez

El fantasma de Bárcenas recorre los cuarteles del sanchismo. La sombra de la corrupción se ha apoderado de la precampaña electoral y los baroncillos del PSOE tiemblan ante el previsible desastre

  • Ex tesorero del PP Luis Bárcenas

La corrupción se lo dio, la corrupción se lo va a quitar. El rastro de Bárcenas recorre los despachos de La Moncloa. Asoman ya los primeros efectos del recauchutado a la baja del delito de malversación. La Audiencia Nacional ha pedido a los fiscales del caso Púnica que acompasen sus acusaciones a la nueva normativa. Posible revisión a la baja. Lo mismo ha ocurrido con el escándalo Acuamed levantino, que salpica a las más altas instancias del PSOE, desde su presidenta Cristina Narbona hasta Teresa Fernández de la Vega. Llegarán más.

Los 800 expertos que pastorea Felix Bolaños no dan una. Un pato patagónico con diarrea. Todo iba a resultar bien, el plan era perfecto. Dos semanas de agobio navideño que desembocarían en un enero plácido. Total, eran sólo unas pequeñas cosas. Darle unos retoques al delito de malversación para facilitar el retorno Oriol Junqueras a la actividad pública. El gordinflas de ERC quiere sentarse en el trono de Pujol. La Sala Segunda del Supremo decidirá si asume la línea del auto de Llarena en la que se desbarata la teoría de que los promotores del 1-O no buscaban 'lucro personal'. "El patrimonio público se aplicó a una finalidad pública diferente a la que estaba destinada", dice el escrito del juez, que derriba toda la carpintería legal improvisada por los sabios a la bolañesa. Malversación sin paliativos. Junqueras a seguir penando y sus monaguillos del procés, esos Jové y Salvadó, las sanguijuelas de la republiqueta, a dos pasitos de entrar entre rejas.

En el PP se frotan las manos. Consideran que el número de condenados favorecidos por esta rebaja de puede desbordar el medio millar

El equipo de Sánchez tiembla en la antesala de un espanto muy parejo a lo ocurrido con la ley del sí es sí. Un desfile de violadores fuera de la cárcel, por este lado y un chorreo de rebajas de sentencias a un cuerda interminable políticos corruptos por el otro. Un batallón de abogados ultima ya los convenientes recursos que aliviarán la condena de sus clientes. El caso Púnica es paradigmático. Allí se encuentran nombres muy señalados del PP madrileño, con Francisco Granados a la cabeza. También aparecen los de la Kitchen, esa grosera chapuza presuntamente organizada desde el ministerio gobernado por Jorge Fernández Díaz para hacerse con documentos del extesorero del PP. Otra vez Bárcenas, tótem primigenio de la derecha corrupta que le abrió a Sánchez las puertas de la Moncloa y cuya onda expansiva se ha convertido ahora en la peor pesadilla del PSOE. La ardorosa cuadrilla del progreso no atina a creérselo. El partido más limpio, feminista, avanzado, resiliente e igualitario de la historia, en riesgo grave de supervivencia por un huracán que no se lama Fanny o Luisa, sino Corrupción.

El goteo de las reducciones de condenas a los malvivientes de la casta puede resultar una tortura insoportable que se prolongue más allá de la cita electoral de mayo. Si tal ocurre, los baroncillos socialistas pueden darse por perdidos. En el PP se frotan las manos. Consideran que el número de condenados favorecidos por esta rebaja amaga con desbordar el medio millar. Hay episodios esparcidos por toda España, ni un palmo sin huella de la enajenada codicia de los caciquillos con tendencia meter la mano en la caja pública. Tres cargos del PNV acaba de ser condenados por saquear a los contribuyentes entre un curioso mutismo mediático. Los piratas vascos no interesan.

En paralelo, Carles Puigdemont, otro fantasma del pasado, ha abandonado su mausoleo mediático para erigirse en uno de los protagonistas del momento. El prófugo de Waterloo se beneficiaría también de estos cambios legales, siempre y cuando la Corte General europea atienda su petición de inmunidad dada su condición de diputado en la Eurocámara. La imagen del golpista del flequillo paseándose a sus anchas por las Ramblas produce pesadillas al equipo de Presidencia. Demoledor.

Piensan en Ferraz que así resulta imposible afrontar con mínimas garantías la campaña de las municipales y autonómicas. A este paso, ni siquiera ganan en la pertinaz Asturias

Pensaban en La Moncloa que una vez cerrada la página tenebrosa del diciembre negro (sedición, malversación, asalto al Constitucional, cerco al CGPJ, ley del sí es sí) se pasaba al capítulo siguiente, el de la economía floreciente, la orgía del gasto, la subida de las pensiones, de los salarios públicos, cheques, ayudas y demás dádivas populistas. Está ocurriendo todo lo contrario. La agenda política ha experimentado un sorprendente salto atrás, una especie de brutal flashback, un retorno al pasado sin Mitchun en los créditos Todo cuanto debia ser ya un vago recuerdo, no sólo no lo es, sino que ha resucitado con la furia de una jauría de walking dead. Ferraz se ha convertido en el museo de los horrores, en lo más parecido a los incendios de El juicio final de El Bosco. Así no hay quien concurra a unas elecciones, con las réplicas del cajero de Génova deambulando entre los titulares, señalando las líneas de la actualidad. A este paso, ni siquiera ganan en la fiel Asturias, tristemente encadenada al logo del PSOE casi desde don Pelayo.

Yoly y Page ya calientan por si acaso

Nadie imaginaba que la matraca de la corrupción podría protagonizar los primeros compases del año electoral. Este jueves, tras conocerse el auto del leal Llarena, los ministros huían despavoridos ante lo que se conoce como 'una nube de micrófonos' que reclamaba respuestas. Sólo apareció en escena Pilar Alegría, portavoza del PSOE, que apenas atinó a balbucir algo sobre Shakira y la juridisprudencia (sic). Era la constatación palmaria del desquicie absoluto que se vive estos días en el Gabinete.

Una oleada de sobresaltos, un reguero interminable de contratiempos. Al final, el holograma de Bárcenas, reconstruido por la gran pifia del manoseo de la malversación, actuará como elemento decisivo para tumbar a otro presidente. Ya se cargó a Rajoy. Ahora, si no cambia el guion, si no es capaz de enderezar la actual deriva, Sánchez no llega al verano. Justicia divina, dirán algunos. Quien a hierro mata, responderán otros. Yoly y Page, por si acaso, calientan por la banda.

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