Opinión

Pedro Sánchez, un boxeador sonado: pim, pum, Pam...

A Pedro Sánchez no le salen las cuentas: pensaba empezar 2023 centrado en hacer campaña, con Cataluña resuelta y en paz con Podemos y ve cómo los independentistas le piden más y le boicotean la cumbre con Macron y continúa el goteo insoportable de abusadores entre las risas de Pam, de la cuchipandi de Irene Montero

A Pedro Sánchez se le acaba el tiempo... y la baraka. El presidente del Gobierno, que aceleró todas sus reformas que le exigían sus socios en 2022 para que los electores se hubieran olvidado de ellas al llegar a las urnas, ve cómo los delincuentes sexuales, los malversadores y los sediciosos se le siguen apareciendo diariamente y protagonizando la agenda pública para tormento del PSOE y regocijo del PP.

Sánchez es un boxeador sonado en busca de una tregua mientras desde su rincón, los barones socialistas miran hacia otro lado e intentan que la paliza les afecte lo menos posible el 28-M.

La agenda del presidente ha sido atropellada por los efectos de sus reformas y las de sus socios en el Gobierno y en el Congreso, y amenaza con prolongar sus nefastos efectos hasta las puertas mismas de la campaña a las municipales y autonómicas. La peor pesadilla para los Page, Puig, Vara y demás nómina de ‘barones’ que, en privado despotrican, y en público callan o rectifican de manera vergonzante tras una llamada de Ferraz o Moncloa.

Pedro Sánchez: adiós a sus planes

Sánchez pensaba dedicar los primeros meses de 2023 a hacer campaña electoral: a vender, con el dinero de los fondos UE, la recuperación por comunidades y grandes capitales, aprovechando que la situación económica no es “apocalíptica” como, dicen en Ferraz, soñaban en Génova.

Para ello, aceleró con la eliminación de la sedición y la rebaja de la malversación –como le exigían sus socios independentistas- y transigió –obviando las advertencias del Consejo de Estado y de las feministas de su propio partido- con las leyes ‘sociales’ paridas desde el Ministerio de Igualdad: la del ‘solo sí es sí’ y la inminente ‘ley Trans’. Los malos tragos, cuanto antes mejor, pensaban en Moncloa calculando que comenzara el año sin nubarrones, la agenda catalana despejada y sin nuevos choques con la parte morada del Gobierno.

Pero Sánchez y los que le susurran al oído en Moncloa no contaban ni con la histórica ansia insaciable de los independentistas –que siempre quieren más- ni con la torpeza de la número dos de Irene Montero, capaz de frivolizar con las rebajas de pena y excarcelaciones de violadores y pederastas que ha provocado, está provocando y provocará –ya casi son 150- su ‘ley del Solo Sí es Sí’.

Cuando Sánchez pensaba que con la rebaja de la malversación y la liquidación de la sedición desaparecería “el problema catalán” de la agenda política –no en vano, el presidente quiere pasar a la historia como el hombre que sacó a Franco del Valle de los Caídos y el político que resolvió el encaje de Cataluña en España, signifique eso lo que signifique en la mente de su sanchidad-, los independentistas le han recordado que en su adn está el reclamar más y más.

No solo no han bajado el diapasón de su exigencia –Junqueras le recuerda que el referéndum debe abordarse en esa mesa de negociación cuyas actas el Gobierno esconde- sino que, además, vuelven a la calle a movilizarse contra Sánchez y Macron en la cumbre hispano francesa a la que, en el estrambote final 'indepe', acude como invitado el presidente de la Generalitat, el también miembro de ERC Pere Aragonés. La pera, Pere...

Extraña manera de agradecer unas reformas que, además, han tenido el coste adicional de empezar a rebajar las penas a los corruptos de todo color y condición y cuyas revisiones amenazan, como las de los abusadores, con seguir salpicando diariamente las portadas hasta las puertas mismas del 28-M.

Y por si los socios parlamentarios independentistas no se bastaran para alterar los planes de Sánchez, llega la inestimable colaboración de la parte morada y, en especial, del Ministerio de Irene Montero, donde reina una ‘cuchipandi’ de mujeres jóvenes empoderadas que pergeñan unas leyes ideológicas que pasan por encima del mínimo control de los expertos del Consejo de Estado para acabar estrellándose con la realidad.

Y en ese grupito que se hace selfies como en un viaje de fin de curso en Nueva York y Washington, con gastos pagados y Falcon oficial, destaca la inefable Ángela Rodríguez, más conocida como Pam, secretaria de Estado de Igualdad con un sueldo de 119.566,08 euros públicos, capaz de bromear con la excarcelación y las rebajas de penas de abusadores que su ley ha provocado el mismo día que se conocían los beneficios para el asesino y violador del niño de Lardero o de un menor en Valladolid.

Pam y la "puta coja"

Pam es la misma política que, siendo ya encargada de las políticas de Igualdad en Podemos Galicia, describió en un chat interno como “puta coja” a la compañera con discapacidad que acabó ganándola en las primariasde la formación. La misma Pam que fue amonestada por el comité de Garantías de su partido por quebrantar su código ético y no entregar a la formación la parte del sueldo público que se había comprometido.

Pam es la misma política que, siendo ya encargada de las políticas de Igualdad en Podemos Galicia, describió en un chat interno como “puta coja” a la compañera con discapacidad que acabó ganándola en las primarias...

La misma Pam, en definitiva,  que tras ser llamada por su amiga Montero al ministerio, fue responsable del escándalo del verano por una campaña “para promover la aceptación de los cuerpos no normativos” que terminó en denuncia por robar fotos de modelos.

A Pam, como a Irene Montero, les tienen muchas ganas las mujeres socialistas del Gobierno, conscientes del daño que están haciendo desde su Ministerio tanto con las consecuencias de la ley del ‘sólo sí es sí’ como con la inminente llegada de la ley Trans. Las asociaciones feministas históricamente ligadas al socialismo están, literlamente, “hartas” y piden su dimisión: "Que se vaya". Las ministras, desde Nadia Calviño a Isabel Rodríguez o Reyes Maroto, han pedido una rectificación. Pero Pam no solo no rectifica, sino que insiste –al más puro estilo Iglesias- en culpar a la ultraderecha y a los medios de “manipular” sus palabras. Sostenella y no enmendalla mientras siguen las rebajas de penas.

Y Sánchez, de momento, calla mientras las encuestas insisten en reflejar el descalabro del PSOE y de Unidas Podemos, Yolanda Díaz ronronea en el rincón a la espera de saltar al ring y él intenta esquivar los golpes a ver si escampa: pim, pum, Pam…

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