Opinión

La generación 'Jeta'

Encarnan un prototipo que se ha extendido como una plaga por la política, los medios de comunicación, la sociedad, las escuelas, las familias, las comunidades de vecinos, el arte, la cultura, las empresas, nuestro trabajo

  • Un grupo de jóvenes -

Siempre han abundado los jetas en nuestro país. De hecho, basta recordar la figura del pícaro, inmortalizada por el lazarillo de Tormes, pero nunca como ahora se había convertido en un fenómeno tan amplio y estructural en calles y escuelas. Parece que el mensaje que se les transmite a nuestros jóvenes es: “no trabajes ni te esfuerces demasiado, no merece la pena ¡sé jeta y triunfarás!”. Se ha convertido en la vía más rápida y segura de promoción social.

El jetismo, por tanto, ya estaba presente en nuestra sociedad antes como modelo de referencia, pero nunca como en estos tiempos ha estado tan extendido, llegando a ser socialmente transversal: afecta tanto a ricos como a trabajadores manuales, a intelectuales (en este caso además suelen ser plúmbeos y redichos, confusos y difusos) como a analfabetos funcionales. También es intergeneracional, aunque suele aumentar en proporción inversa a la edad, destacándose el conjunto de niños y jóvenes que no pegan palo al agua en sus casas, mientras sus madres claman contra el machismo de las viejas generaciones.

Según el Diccionario de la Lengua, jeta es sinónimo de caradura, desfachatez, descaro, desvergüenza, cinismo. Pero esta definición no refleja exactamente lo que representa una figura que se sitúa entre el chulo que mira por encima del hombro a los demás (así se empieza) y el puro golfo (así se acaba). Este nuevo pícaro no sirve a amos ciegos y crueles, ni vagabundea por caminos polvorientos. Logran llegar al poder y mantenerse en él. Encarnan un prototipo que se ha extendido como una plaga por la política, los medios de comunicación, la sociedad, las escuelas, las familias, las comunidades de vecinos, el arte, la cultura, las empresas, nuestro trabajo… Lo mismo sirve para defraudar al fisco que para falsear las condiciones establecidas para recibir el subsidio por desempleo o alguna de las ayudas sociales que garantiza el sistema.

Predican una cosa y hacen otra, mientras los bobos aplauden. Los elementos que caracterizan más en concreto a este jeta posmoderno son los siguientes

El jeta pisa moqueta, ocupa cargos de poder, conduce coches caros, da charlas, preside mítines, construye urbanizaciones enteras, es famoso… Constituye un modelo (in)moral fuertemente instalado en nuestra sociedad: no seas tonto, si eres más listo que los demás, con algunas influencias, llegarás muy lejos. Fray Jerónimo Feijoo decía: «los simuladores y embusteros son el vulgo de las aulas». Pero nunca había llegado a estar tan presente en las más altas instancias públicas, privadas y académicas. Lo de que antes se pilla a un mentiroso que a un cojo no es necesariamente cierto o, aunque se le pille, de poco sirve pues seguiremos viviendo, trabajando con (o para) ellos o incluso votándoles. Predican una cosa y hacen otra, mientras los bobos aplauden. Los elementos que caracterizan más en concreto a este jeta posmoderno son los siguientes:

a) Tiene un concepto muy simplista de la realidad, de las cosas y de las personas; huye de lo complejo, ama las ocurrencias, desprecia los problemas y los riesgos que provoca ―un bombero-pirómano que apaga fuegos echando gasolina― simplemente porque le horroriza preocuparse o perder el sueño por algo. Vive una fantasía omnipotente donde se ve como el salvador de su familia, de la empresa, del país e incluso de la humanidad.

b) Menosprecia al que trabaja y se esfuerza, presume de haber llegado lejos sin haber hincado el codo. A cambio no tiene dudas de aprovecharse del trabajo ajeno para subir en la escala social, mostrando una gran habilidad para lograr que los demás trabajen entusiastas para él/ella, si bien no duda después en dejarlos en la estacada una vez que han cumplido la misión de auparle al poder.

c) Va de tolerante, pero en realidad ejerce constantemente la manipulación pues considera que los demás son más tontos que él (y ¡ay!, muchas veces acierta). Es el especialista posmoderno del timo de la estampita y de dar gato por liebre. Tiene claro que lo que importa es la imagen y no el contenido, por ello miente, abusa de la sonrisa fácil y engaña con cierta facilidad natural, diciendo a cada uno/una lo que quiere oír con tal de salir del paso, utilizando la verborrea para echar balones fuera o desviar la atención.

d) Presume de ser optimista, pero confunde optimismo con frivolidad. Va de atrevido y valiente, pero es un frívolo que no es consciente de sus limitaciones. Le gusta provocar, siendo incapaz de asumir responsabilidades por sus actos y omisiones, todo es culpa siempre de otro/otros. Como consecuencia, es incapaz de aprender de sus errores porque no reconoce ninguno.

e) Es inseguro y por ello necesita mostrar permanentemente que es el que manda. Para controlar su inseguridad tiende a rodearse de gente que le deba el puesto, evitando así que le hagan sombra, le disputen su poder o puedan en el futuro suponer una amenaza a sus aspiraciones. Traiciona a sus amigos y a todos los que puedan hacerle sombra sin remordimientos.

f) Le gusta jugar permanentemente con dos caras: e.g, padre/madre y pareja amable y fiel por un lado y killer sin escrúpulos ni piedad en su trabajo. Le gusta fomentar el conflicto entre los que pueden resultarle molestos o que amenacen con poner en evidencia sus múltiples carencias o su verdadera naturaleza.

El que quiere vivir a costa del resto de compañeros, pidiéndose bajas injustificadas o escaqueándose de sus tareas, o del Estado, falsificando lo que se tercie

La contraparte del jeta dominante es el bobo indolente o el ingenuo que le ríe las gracias, barre la basura que dejan…o les vota. Es un problema moral y económico, porque nuestra sempiterna baja productividad tiene mucho que ver con el jetismo, tanto de empresarios como de trabajadores (y falsos parados): el que quiere vivir a costa del resto de compañeros, pidiéndose bajas injustificadas o escaqueándose de sus tareas, o del Estado, falsificando lo que se precie. ¿Si se puede vivir sin esfuerzo para qué esforzarse?

El jetismo es un virus que infecta todas las profesiones y clases sociales: «Apartamentos de playa, años setenta, se contrata a un matrimonio como porteros. Tienen vivienda gratis y solo trabajan a pleno rendimiento los meses de verano. Los dos son muy trabajadores y buenas personas. Ella hace comidas, lava y plancha ropa, cobrando aparte por ello. La puerta de su casa está siempre abierta. Nunca se oyó que cobraran comisiones por conseguir un fontanero o un electricista. Se jubilan. Les sucede otra pareja más joven. Empiezan las quejas, la piscina ya no está limpia y la basura no se recoge a la hora. Un día la puerta de la casa del conserje definitivamente se cierra, la mujer no abre la puerta ni atiende a nadie porque ella no es la portera. Se instalan un jacuzzi en la vivienda a costa de la comunidad, tienen móvil e Internet gratis todo el año, cobran comisiones (todo en negro) hasta del 10 % por todo (fontaneros, chicas de la limpieza, venta de casas…), alquilan apartamentos sin que el propietario lo sepa. Hace falta unanimidad para echarle, pero el conserje se gana a algunos vecinos. No se hace nada. El mal ejemplo se extiende a otros bloques».

Ya saben, si tienen un hijo/hija jeta no lo tiren, que puede conseguir lo que se proponga, eso sí a un coste potencialmente inasumible… para el resto. Lo que carcome nuestras sociedades y frustra nuestro progreso económico y social no es el populismo, sino el jetismo… aunque tiendan a confundirse.

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