“Torra quiere un derramamiento de sangre y una guerra civil”. Sin duda es la frase de la semana, me quedé anonadada al escucharla, tuve que rebobinar y volver a escuchar. Se lleva la palma si se quiere generar miedo y odio entre la población. Si ese es el objetivo, le doy matrícula de honor, señor Casado. Un señor joven, sólo 37 años, que representa a millones de ciudadanos que han votado al PP, que se alza en la tribuna del Congreso y que hace esta afirmación bien merece una reprobación pública por parte de todos los presentes en el hemiciclo. ¿O alguien cree realmente que el president de la Generalitat de Cataluña lo que quiere es una guerra civil;, de verdad alguien lo cree? Dejen unos y otros de alimentar el odio y el miedo, de generar crispación entre los ciudadanos, de constantemente enfrentarnos.
Que Torra dé la nota con constantes incontinencias verbales, que se vaya a erigir en los libros de texto de historia como el presidente de la Generalitat de Catalunya que menos ha gobernado -el lugar del más corrupto ya lo ocupa otro-, no significa que quiera ver derramar sangre. Dejen unos y otros desde Madrid y desde Barcelona de calentar motores, de crisparnos los desayunos, las comidas y las cenas cada vez que les oímos decir barbaridades. Hartos estamos aquí y allí. ¿Dónde queda el rigor conceptual, dónde queda el rigor histórico?
Quizás lo mejor sea, por un día, apagar la televisión, la radio, no leer el diario, no consumir las constantes barbaridades que nos regalan nuestros políticos
Si el filólogo, profesor de español y director de la Real Academia Fernando Lázaro Carreter levantara la cabeza, a más de uno le tiraría o le regalaría, por ejemplo, el “Dardo en la Palabra”, a ver si estos políticos nuestros se empapaban un poco más de lo que las palabras quieren decir, de su significado, y a ver si las pueden llegar a utilizar correctamente. No se les pide mucho más que rigor, altura de miras, aunque quizás no entienden el significado. Quién sabe.
Aquí estamos día sí día también a ver quién se lleva el premio, que si “los cuatro indios que murieron de Borrell”, que si “la pacífica vía eslovena de Torra”, que si los “golpistas y fascistas de Tardà y Rivera”, que si, que si, que si… Que si insultos, infamias y calumnias. Quizás lo mejor sea apagar, aunque solo sea por un día, la televisión, la radio, no leer el diario, no consumir las constantes barbaridades que nos regalan nuestros políticos; quizás los periodistas deberíamos apagar los micrófonos, las cámaras, cerrar los ordenadores, dejar de escribir, dejar de darles voz por un día. Seguro que ese día todos, menos nuestros representantes públicos, viviríamos más felices. ¿Probamos?