Opinión

Hiperventilan por cuatro ultras mientras dinamitan España

Las acémilas que provocan disturbios en las manifestaciones son eso: animales de maneras toscas e higiene cuestionable. Se alimentan del malestar, pero también de las escasas luces del personal, todo hay que decirlo. Porque no puede decirse que haya mucho

  • Encapuchados y saludos nazis en la primera fila de las protestas de Ferraz -

Las acémilas que provocan disturbios en las manifestaciones son eso: animales de maneras toscas e higiene cuestionable. Se alimentan del malestar, pero también de las escasas luces del personal, todo hay que decirlo. Porque no puede decirse que haya muchos avispados entre quienes se emocionan con las bravatas de los desokupadores, con los lunáticos de Telegram o con las reflexiones de quienes fueron reyes del misterio, pero que ahora parecen haber visto más rentabilidad entre la tropa de chalados que observa conspiraciones políticas al cruzar cada esquina que en los platillos volantes.

Lo que ocurre es que todos estos no son peores que quienes han utilizado los disturbios provocados en Ferraz por cuatro trastornados para tapar las vergüenzas del Gobierno. Ahí moran los voceros del duopolio que hasta hace no mucho contaban capas de calzoncillos, pero que el otro día ilustraban a su audiencia mañanera sobre la forma en la que están hechos los adoquines. Lo hacían con todo lujo de detalle sin sentir vergüenza. ¿Para qué si son los amos? Son personajes de pocos escrúpulos que atribuyen la polarización de la sociedad a las derechas mientras se dedican día y noche a dividir a la sociedad desde sus canales de televisión y digitales de guerrilla, que lucen empapelados de publicidad institucional desde que Pedro Sánchez es presidente.

Todos ellos han aprovechado estos días las movilizaciones de Ferraz -ni tan multitudinarias ni mucho menos tan violentas- para correr un tupido velo que impidiera apreciar a sus espectadores la gravedad del documento que el PSOE y Junts redactaban en Bruselas. Toda una traición al país que dinamita el Estado de derecho -y esto lo han dicho desde el CGPJ hasta la Asociación de Fiscales- y somete todavía más a los ciudadanos españoles a los caprichos catalanes, pero que Ferreras intentaba quitar hierro estos días con imágenes de los típicos tontos de manifestación y de los periodistas hiperventilados que lo mismo la lían en la sala de prensa del Congreso que utilizan a un 'moreno' para que haga de clown en su canal. “Son desestabilizadores”, decía un tertuliano del 24 Horas el pasado lunes.

El duopolio y sus mariachis de tertulia y reverencia han contribuido estos días a disipar la atención sobre lo verdaderamente relevante de las movilizaciones, y es que hay una parte de los ciudadanos -más grande o más pequeña- que se muestra en contra de la ley de amnistía -que es una tropelía- y de que el Gobierno de España consienta que los independentistas avancen hacia su objetivo final con la mutualización de 15.000 millones de su deuda y la cesión de las infraestructuras críticas.

Hay quien ahora ha dicho '¡basta!' y, por ello, le tratan de 'ultra'. Craso error. Burda generalización

Los secesionistas han mirado al resto de los españoles con el desprecio de quien se cree por encima. Han gastado por encima de sus posibilidades mientras acusaban de eso mismo al resto de los territorios; y han arrinconado el idioma común en la esfera pública catalana mientras perseguían a quienes se negaban a traducir la carta de su restaurante o el cartel de su tienda. Hay quien ahora ha dicho '¡basta!' y, por ello, le tratan de 'ultra'. Craso error. Burda generalización.

El secuestro de las instituciones

Porque los desestabilizadores no son ellos, sino un Gobierno que hace tiempo renunció a cualquier principio ético y condicionante moral para intentar mantenerse en el poder. Cualquiera de sus ministros y de sus propagandistas es capaz de malear la realidad hasta extremos preocupantes. El problema es que, como los hechos son muchas veces innegables y representan una verdad que es dura, como el acero, los suelen someter a la tortura de la gota hasta conseguir partirlos o deformarlos. Sólo así son capaces de justificar lo que hasta hace unas semanas consideraban imposible, como era la amnistía en Cataluña. Y sólo así son capaces de trasladar a la sociedad que el verdadero peligro para España no es el PSOE y sus adláteres, sino cuatro mamarrachos que reventaron una manifestación y tres periodistas y otros tantos opinadores de red social que no pueden ser más memos (y peligrosos).

Así que mientras Ferreras y Fortes se regodean con los cuatro adoquines arrancados en la calle Ferraz, la prensa que todavía es libre publica que el Fiscal jefe de la Audiencia Nacional desactivó la acusación de terrorismo contra Tsunami Democràtic tan sólo tres días después de las elecciones generales. Ahora, por supuesto, el ministerio público se opone a la imputación de Carles Puigdemont. ¿De veras que los líderes de la izquierda mediática consideran más grave lo primero que lo segundo? ¿No estarán tomando por tonta a su audiencia?

El PSOE que moldeó la democracia española para que nunca le resulta incómoda ni contraria a sus intereses -tanto en el poder como en la oposición- ahora señala a un grupúsculo de ultras patéticos para tratar de enmascarar el malestar que existe entre una parte de la población con su forma de patrimonializar lo público y hacer pagar a todos por los caprichos de unos pocos, que son los independentistas

Fueron varias voces de la izquierda académica las que se ocuparon de quitar hierro al nombramiento de Dolores Delgado como Fiscal General del Estado en su día. Todas ellos señalaron a la prensa conservadora y a la oposición por definir como un 'escándalo' lo que consideraban que no lo era. Pero ahora que llega un momento político crítico, en el que Pedro Sánchez busca la reelección, la maquinaria que engrasó el PSOE a partir del momento en el que capitalizó la Fiscalía se ha puesto en marcha para intentar facilitar la investidura.

Tampoco creo que sea casual que el ministerio público se oponga en este momento a la imputación de Joan Laporta, el presidente de esa institución vergonzosa y salpicada por tantas presuntas corruptelas que tan activa se mostró en la defensa de los independentistas cuando tocó. Por cierto, hablando de justicia, a lo mejor no es tampoco fruto de la casualidad que la juez de guardia del caso de Conde-Pumpido Jr. fuera directora general de Marina Mercante en el Ministerio de Fomento del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero. Ya no habla Pablo Iglesias de cloacas. A lo mejor ha perdido la capacidad de señalar. En estos casos, bien podría hacerlo.

La 'democracia' es propiedad del PSOE

El PSOE que moldeó la democracia española para que nunca le resulta incómoda ni contraria a sus intereses -tanto en el poder como en la oposición- ahora señala a un grupúsculo de ultras patéticos para tratar de enmascarar el malestar que existe entre una parte de la población con su forma de patrimonializar lo público y hacer pagar a todos por los caprichos de unos pocos, que son los independentistas y los militantes socialistas. Y sigo pensando que incluso la amnistía es el reclamo que han utilizado para que las llamas que generen los debates sobre ella -incitados por los Julianas y los Papeles de turno- impidan observar con la claridad necesaria la injusticia que supone el facilitar su camino hacia la independencia con el saneamiento de su balance y la concesión de infraestructuras. O con la vuelta a España de Carles Puigdemont, que a lo mejor pronto está subido de nuevo al estrado del Parlament.

En Ferraz son especialistas en esas cosas: en culpar a los otros de sus destrozos y en lanzar cebos a la opinión pública para que los devore mientras ellos se dedican al bussiness, que implica desde pillar sillones en las empresas públicas hasta secuestrar todo tipo de instituciones. Así son.

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