Opinión

El humo de Calviño y la realidad económica

La vicepresidenta Calviño, en contra de todas las previsiones, se empeña en defender que la economía española es robusta. He aquí los datos que demuestran su error

  • La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño. -

Todos los organismos, públicos o privados, nacionales o internaciones, que realizan previsiones del crecimiento de nuestro PIB en 2023 desmienten categóricamente lo previsto por el Gobierno en el escenario macroeconómico que sirve de base para elaborar los Presupuestos Generales del año que viene. Si por una vez acertase el Gobierno, se equivocarían todos, pero si éstos aciertan, el equivocado sería una vez más aquél. Ante la soledad del Ejecutivo en sus estimaciones y el evidente impacto negativo que ello supone en su credibilidad, Nadia Calviño se ha afanado en reiterar la robustez de la economía española. Para hacerlo, la vicepresidenta ha argumentado que nadie estima una posible recesión en España, circunstancia que es prevista para otras economías próximas a la nuestra. Pero eso es hacerse trampas en el solitario. Es posible que Alemania vea en algún trimestre próximo decrecer su PIB. Pero es un dato que su PIB de 2021 ya fue superior al previo a la pandemia. Nosotros, en cambio, estamos luchando para ver si lo logramos a final de este año o al comienzo del siguiente. ¿Es más robusta la economía española que la alemana?

Si la robustez de nuestra economía se evalúa en base a las previsiones del Gobierno, estamos muy robustos, robustísimos, pues en los últimos escenarios macroeconómicos, 2021 y 2022, el Gobierno estimaba que nuestro PIB crecería al 9,8% y al 7% respectivamente. Si, por el contrario, la evaluamos en función del crecimiento real, nuestra economía sigue gripada, pues en 2021 solo crecimos al 5,5% y en 2022 creceremos entre un 4% y un 5%. Dado que en 2020, nuestro PIB cayó un 11,3%, somos junto a Méjico una de las dos grandes economías mundiales que no han sido todavía capaces de recuperar el PIB previo a la pandemia. Ahí queda evidenciada la trampa que se hace y que nos pretende hacer Nadia Calviño.

Zapatero llegó a creerse que, negando la existencia de crisis, evitaría su extensión y que, vendiendo su optimismo infundado, la recesión cambiaría a crecimiento

Claro que para comprobar la robustez de nuestra economía podemos utilizar otros indicadores.

Así, podemos acudir a la tasa de desempleo, ratio en el que España sigue ofreciendo el peor dato -12,6%- de todos los países de la Unión Europea y duplicando a la media comunitaria -6%- sin olvidar que nuestro paro juvenil supera el 25%. También podemos fijarnos en la inflación, indicador que en España está en torno al 9%, por encima de la media de la Eurozona y siendo la más alta entre las grandes economías de la Unión Europea.

En realidad, pareciera que Nadia Calviño y con ella todo el Gobierno hayan decidido imitar la táctica empleada en su día por Zapatero. A éste le explicaron “en dos tardes” la relevancia que en economía tienen las expectativas y se dispuso a mejorarlas con sus declaraciones. Llegó a creerse que, negando la existencia de crisis, evitaría su extensión y que, vendiendo su optimismo infundado, la recesión cambiaría a crecimiento, el paro tornaría en empleo, lo negro se convertiría en blanco. Lamentablemente para todos, no se produjo el mito de la profecía autocumplida y la economía española sufrió un auténtico “zapaterazo”.

Los 718 concursos de acreedores presentados en el mes de septiembre suponen el 190% de los que se presentaron en el mismo mes del año pasado

Lejos de aprender la lección, el actual Gobierno, con la vicepresidenta Calviño a la cabeza, sigue empeñado en vendernos que vamos bien, que nuestra economía es robusta y que lideramos la recuperación económica europea. Junto a los datos antes expuestos, basta con observar las últimas cifras relativas a las insolvencias empresariales para darse cuenta dónde estamos y dónde podemos ir. Los 718 concursos de acreedores presentados en el mes de septiembre suponen el 190% de los que se presentaron en el mismo mes del año pasado, lo que constituye el mayor incremento interanual -mes contra mes- de los últimos diez años. Es bien conocido el efecto en cadena que genera la morosidad y cómo puede provocar que empresas rentables y con liquidez devengan también en situación de concurso. Y en este punto la estadística es demoledora, pues ya sabemos que la inmensa mayoría de los concursos acaban en la liquidación de la concursada.

Como ahora tampoco sucederá el autocumplimiento de la profecía, bueno sería que Calviño y el resto de los ministros dedicaran menos esfuerzos a intentar vendernos lo bien que va la economía española y, por el contrario, los emplearan en intentar que efectivamente fuera bien.

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