'El sustituto' no es el título de una película, más bien es el de un culebrón catalán que lleva cinco años dando bandazos y que cuenta ni más ni menos que con tres presidentes en tan breve lapso. Los historiadores no lo van a tener fácil para explicar los últimos años de lo vivido en esta bonita tierra a pesar de todo porque llevamos ya diez años de locos. Para los independentistas y para quienes no lo son, la situación resulta un desastre político a partes iguales, agravada con la crisis económica y de salud pública que estamos viviendo. Solo queda por decir apaga y vámonos. Todos tienen parte de culpa en el desastre y aunque haya matices estamos a tiempo para unir esfuerzos, conseguir objetivos, tanto un bando como el otro. No le va a servir de nada a los independentistas fragmentar a su electorado y tampoco les va a servir a los constitucionalistas. Esto va a ir de pactos, de ser generoso, y de que prime el servicio al ciudadano sea con una mirada independentista o autonomista. También de respeto a los resultados que se obtengan, de respeto a todos los ciudadanos. Sólo debe encontrarse el camino para empatizar con ambos bandos.
El sustituto elegido, el heredero de Junqueras, es en estos momentos un auténtico desconocido en Cataluña y fuera de ella. Y para él empieza ahora una cuenta atrás
El papel del sustituto va a ser clave en los próximos cien días. Cierto es que nadie quiere ser segundo plato de nada, pero a veces puede ser una oportunidad de oro caída del cielo. Eso le acaba de pasar a ERC gracias a la estrategia de Junts que han dejado que sean los tribunales los que aparten a Quim Torra de la presidencia. Por mucho que se haya pactado el relevo por escrito, por mucho que se deje la silla libre del que hasta ahora y durante solo dos años ha ocupado la presidencia, por mucho que no se utilice su despacho, eso no deja de ser meramente simbólico. El sustituto elegido, el heredero de Junqueras, es en estos momentos un auténtico desconocido en Cataluña y fuera de ella. No hablo de las esferas de la política y del periodismo, evidentemente. Y para él empieza ahora una cuenta atrás.
Si en Madrid preguntamos quién es Pere Aragonés, pongo la mano en el fuego que el grado de conocimiento es del cero coma cero. No sucede lo mismo con Junqueras, Rufián o Joan Tardà. Y si preguntamos en muchas calles de cualquier población catalana seguro que también. Aventuro que, si hace una buena campaña mediática en la ciudad que tanto parecen 'odiar' los independentistas, en Madrid, su grado de conocimiento en cuatro meses va a crecer exponencialmente, para bien en el mundo independentista de ERC.
Despliegue mediático por las teles
El presidente sustituto tiene en sus manos servir en bandeja unos buenos resultados para la formación nacionalista en las elecciones catalanas, previsiblemente el 7 de febrero si la covid lo permite, a falta de tener al líder Oriol Junqueras. Aragonés va a tener que demostrar su capacidad de gestión frente a la pandemia y, a su vez, dejarse ver para aumentar su grado de conocimiento de cara a los comicios. Juega también con la ventaja de tener a la antigua convergencia en horas bajas, en construcción. Asistir a programas como 'El Hormiguero', 'Al Rojo Vivo' o 'El Intermedio' le puede venir de perlas si quiere caer tan bien como lo hizo Junqueras cuando participó en 'Salvados' con Jordi Évole por tierras andaluzas y consiguió colarse en casa de más de un millón de catalanes. Éxito de audiencia para Évole y éxito indiscutible para Junqueras.
Saber estar en los medios, garantiza parte del éxito en política o del fracaso también, pero es una baza que debe saberse jugar siempre. El mundo independentista lo tiene fácil si sabe jugar las cartas, el mundo constitucionalista también si sabe abandonar egos, sumar y ser útiles a la sociedad. Aunque siempre les quedará culpar al contrario o a los periodistas del fracaso propio, en estos tiempos que corren tan duros y hostiles con el coronavirus necesitamos más que nunca servicio, gestión, utilidad, soluciones y no más problemas, sean de la índole que sean, vengan desde la cárcel o desde un despacho. Unos y otros pónganse a trabajar por el bien común, quizás así rascan algún voto más. Cuídense, con mascarilla siempre.