Hay un directivo de medios de comunicación que siempre acierta en sus predicciones. Hace unas semanas, le telefoneé para saber su opinión sobre la posible repetición electoral y respondió con su habitual sorna. “La Vanguardia quiere el pacto, ¿te queda alguna duda? ¿Te tengo que explicar todo?”. El pasado martes volvimos a hablar. En esta ocasión, sobre la amnistía. Apuntó: “La sensación que intentan transmitir Los Migueles es que es una buena medida que la derecha mediática trata de vapulear y que la prensa de izquierdas no ha explicado bien. Ya verás cómo los corifeos van a cantar las alabanzas sobre este tema antes de la investidura”.
Hay quien es capaz de predecir las lluvias torrenciales al observar cómo las hormigas comienzan a extraer arena del hormiguero. Lo de este señor a lo mejor es intuición. O a lo mejor ciertas dotes adivinatorias. O quizás lleva tanto tiempo observando a los insectos que es capaz de deducir lo que va a ocurrir a partir de sus últimos movimientos. El caso es que, sea casualidad o no, este jueves El País publicaba una pieza que se titulaba: “El Tribunal Constitucional respalda en 22 sentencias el encaje de la amnistía”. Parece ser que ha llegado la hora de explicar a los ciudadanos que perdonar los pecados a los delincuentes independentistas es perfectamente legal y recomendable. Y si por el camino se allana el terreno para que Carles Puigdemont pueda presentarse a las elecciones a no mucho tardar... miel sobre hojuelas.
En realidad, Javier Pérez Royo lleva empeñado en esa tarea varias semanas. Su filosofía se puede resumir en una frase: todo es posible si se puede. La amnistía, el perdón de los pecados, la vida eterna... y el aprovechar la reforma legislativa de la universidad de 1983 para llenar los despachos de afines al PSOE. Es decir, al partido sistémico que vino a sustituir a lo anterior. Lo dicho: si hay voluntad, los grandes cambios se pueden desencadenar. ¿Y si son polémicos o directamente suponen un atropello para los derechos de la mayoría? Entonces, solicitamos a nuestros amigos que los “expliquen bien”, aunque eso implique utilizar la repugnante técnica que consiste en manipular para legitimar.
Esta estrategia se ha puesto en marcha en diversas ocasiones durante los últimos años. Sin ir más lejos, en el verano de 2021, cuando Pedro Sánchez decidió indultar a los líderes independentistas para garantizar el apoyo parlamentario de sus partidos. Entonces, se publicaron varios artículos en los que se detallaba el número de medidas de gracia similares que había concedido cada Gobierno a lo largo de la historia de la democracia, como si las acciones censurables de unos sirvieran para validar las de sus sucesores, en la mayor y más frecuente tomadura de pelo ética a la que se puede someter al lector. Sobra decir que el que más indultos concedió fue el Ejecutivo de José María Aznar. Entre ellos, a angelitos como José Barrionuevo y Rafael Vera. Si el récord lo tuviera la izquierda, esos trabajos periodísticos y estadísticos nunca hubieran visto la luz.
"Estamos a la espera de que haya Gobierno"
La conclusión más afilada y vergonzante que se puede extraer de lo anterior es que la prensa ha quedado poco más que para reproducir los argumentos de los partidos y las empresas que más dinero invierten en sus páginas. Tampoco es una novedad, pero a lo mejor cabría haber esperado una altura de miras mucho mayor de los diarios que se erigieron como adalides de la libertad y la independencia editorial tras inaugurar sus muros de pago, pero, en realidad, mantienen la vieja costumbre de cavar trincheras donde recomienda el pagador. En este contexto, la frase más repetida por los directivos de medios estos días sea: “Estamos a la espera de lo que suceda con el Gobierno”. Son once palabras que definen muy bien la realidad de este sector. El alma, el balance y los editoriales siguen dependiendo de lo que ocurra en Moncloa, en Génova... y de las empresas que todavía son más generosas con los medios que con las plataformas digitales.
¿Es la estrategia alimentar a la pública para que prevalezca sobre las privadas? Parece toda una declaración de guerra. Los Berlusconi y los Casals no parecen tan temibles como hace unos años
Mención especial merece también la televisión pública, donde espacios como 'el cuartel de Intxaurrondo' vuelven estos días a practicar ese tipo de periodismo tan singular que consiste en ser combativo con 'los otros' y objetivo (je je) con 'los buenos'. No es casualidad que Pedro Sánchez haya garantizado a este medio de comunicación, en 2023, su mayor presupuesto en más de una década. Tampoco lo es que lo haya hecho en un momento político crucial y en un período en el que las televisiones privadas se encuentran en una crisis de modelo de negocio de la que probablemente tarden mucho tiempo en reponerse. ¿Es la estrategia alimentar a la pública para que prevalezca sobre las privadas? Parece toda una declaración de guerra. Los Berlusconi y los Casals no parecen tan temibles como hace unos años.
El caso es que, mientras Prisa y Xavier Vidal-Folch hacen lo que mejor se les da, al igual que los Juliana y compañía, Salvador Illa tuvo noticia hace unas semanas de que Elena Sánchez -presidenta de RTVE- necesitaba cambiar al director de RTVE en Cataluña en este momento especialmente delicado. Oriol Nolis se marchará -tal y como se comprometió- y será sustituido por Esteve Crespo, quien ya fue director de informativos en Torrespaña con Pedro Sánchez en Moncloa. Recapitulemos: el representante territorial del PSOE recibe información de primera mano sobre los cambios que van a suceder en la televisión que pagamos todos, pero que, en realidad, es de unos pocos. ¿Para que conceda su aprobación o lo rechace? Buena pregunta. La respuesta es evidente.
Al final, en la vida se busca la practicidad. Eso evita desvelos y esfuerzos innecesarios. Así que, bajo determinadas circunstancias, hay quien ha decidido que lo mejor es encomendarse al que manda y hacer caso a sus consignas. Ahora, toca "explicar mejor la amnistía". Atentos todos a las mesas de debate y los editoriales de la prensa libre.