Creíamos que el nivel de jeta de Carles Puigdemont difícilmente podría ser superado al frente del Govern de la Generalitat de Cataluña, pero la política española, y por ende también la catalana, siempre demuestra que la incompetencia de sus líderes no tiene límites.
Tras un estadista-ladrón como Jordi Pujol apareció un hereu sin escrúpulos como Artur Mas, al que sucedió el iluminado Puigdemont quien, tras su cobarde fuga para evitar la cárcel, ha sido sustituido por un descerebrado que, en vez de velar por los intereses de Cataluña, alienta las protestas que están manchando la buena imagen de esa región.
Hablamos, por supuesto, de Quim Torra, el monigote al que Puigdemont puso para que le guardara la silla durante su 'exilio' y que tras la sentencia del 'procés' ha demostrado sobradamente su nivel de locura: se sumó a una manifestación que ilegalmente cortó una autopista, estuvo tres días sin repudiar la violencia mientras ardía Barcelona, echó la culpa de los incidentes a grupos "infiltrados" ajenos al independentismo y, como colofón, no se le ocurrió mejor idea que proponer un nuevo referéndum para 2020, a sabiendas de que el de 2017 fue el origen de todo lo que está pasando.
Torra se ha convertido en el líder de la rebelión, el jefe de la banda que tiene secuestrada Cataluña y a los catalanes y que lo único que pretende es que las cosas vayan cada vez peor con la vana esperanza de que el caos acabe haciendo ceder a la otra parte. Es el típico pirómano al que nada importan las consecuencias de sus actos.
Elecciones en 2020
Torra es, por tanto, el principal problema que tiene ahora mismo Cataluña, pero afortunadamente por poco tiempo porque, como se preveía, la sentencia del Tribunal Supremo ha abierto la carrera de las próximas elecciones autonómicas, que se celebrarán en 2020 según lo pactado en su día entre los dos partidos que sostienen al Govern: Junts per Catalunya y Esquerra Republicana (ERC).
La única discrepancia entre ellos es la fecha en que deben celebrarse esos comicios. ERC tiene prisa porque ahora mismo los sondeos le dan una victoria holgada. Su idea es aprovechar que la derecha independentista está más descabezada que nunca para intentar armar un tripartito de izquierdas sostenido por los comunes de Ada Colau y los socialistas de Miquel Iceta. Eso tendría un primer efecto balsámico porque al menos inicialmente se rompería el eje sobre el que se lleva haciendo política en Cataluña durante los últimos años: independencia sí-independencia no.
Además, ERC quiere elecciones cuanto antes para evitar que Mas se pueda presentar como líder salvador del mundo soberanista. Y es que el expresident vuelve a estar habilitado para ocupar cargo público a partir del 23 de febrero de 2020, y la tentación de presentarse como candidato será muy alta a partir de esa fecha.
No obstante, en el campo de los 'indepes' de derechas no hay unanimidad acerca de una posible candidatura de Mas. De hecho, ese mundo está fracturado en dos facciones: los más radicales, que son partidarios de volver a presentar a Puigdemont como cabeza de lista, y los más moderados, que apuestan por Mas.
La división del soberanismo y la ausencia de líderes abren la puerta a la irrupción de nuevos protagonistas en la política catalana
Nuevos actores
Esa división del soberanismo y la ausencia de líderes de peso que no estén encarcelados o inhabilitados convierten las próximas elecciones catalanas, las quintas en diez años (y luego dirán que no les dejan votar), en una oportunidad para la aparición de nuevos actores que ayuden a romper el statu quo. Y al menos tres se atisban ya en el horizonte:
1.- Los soberanistas-constitucionalistas. En este grupo destaca el colectivo "El país de demà", integrado por antiguos líderes convergentes que, aún siendo independentistas, pretenden construir su nuevo Estado mediante una reforma de la Constitución que permita el derecho a la autodeterminación. Es decir, renuncian a la vía unilateral. Ahí están gente de peso en el mundo nacionalista moderado como Jordi Xuclà, Marta Pascal, Carles Campuzano, Lluís Recoder, Silvia Requena...
2.- Ada Colau. En principio no está claro si ella quiere dar el salto a la política autonómica pero, en ausencia de otros referentes de izquierdas en Cataluña, su partido jugará un papel fundamental en los próximos comicios.
3.- Manuel Valls. Tampoco está muy definido qué rol quiere desempeñar el exprimer ministro francés en la política catalana. Fracasó en las pasadas elecciones municipales cuando pretendió ser alcalde de Barcelona, pero es evidente que no quiere quedar aparcado en el Ayuntamiento y que aspira a mucho más, por eso hace unos días presentó una plataforma política en Madrid.
Así las cosas, las próximas elecciones autonómicas catalanas depararán, casi con total seguridad, un nuevo escenario que esperemos sirva para alejar la triste etapa que todavía padecemos. Lo que no sabemos todavía es si el nuevo inquilino del Palacio de la Generalitat hará buenos a sus sucesores (el ladrón, el 'hereu', el iluminado y el descerebrado) o si, definitivamente, habrá un punto de inflexión y mejorará la especie. Veremos.