Opinión

Por lo que sea, las matemáticas con perspectiva de género no funcionan

Un profesor de Historia de instituto se lamentaba estos días del programa educativo que debe impartir a sus alumnos. Lo hacía con el discurso típico de quien todavía no ha perdido la fe, pero no le falta mucho. “La última tendencia es que los libros

  • La exministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá. -

Un profesor de Historia de instituto se lamentaba estos días del programa educativo que debe impartir a sus alumnos. Lo hacía con el discurso típico de quien todavía no ha perdido la fe, pero no le falta mucho. “La última tendencia es que los libros hablen de arqueólogas, historiadoras o escritoras que no conocen ni en su casa, pero pasen de largo sobre personajes como Alejandro Magno. Por no hablar de las referencias a los 'esclavos y esclavas' de Roma; o las constantes menciones a las mujeres luchadoras”, expresaba.

Comentaba todo esto al hilo del último Informe PISA, en el que los alumnos españoles han vuelto a demostrar sus carencias y a dejar en evidencia un sistema educativo que -al igual que los precedentes- impulsa más la mediocridad que la brillantez. Le preguntaba acerca de su visión al respecto y respondía: “A la entrada de mi centro educativo hay un cartel que dice 'Aquí se cuida por el bienestar emocional de todos'. ¿Te hacen falta más pistas?”.

Este profesor lo tenía claro: se presta demasiada atención a la psicología y a la pedagogía -que a veces tienden a convertir al alumno en víctima desvalida-, pero no se cuidan aspectos que deberían ser fundamentales en cualquier sistema educativo, como el esfuerzo, la constancia, las lecturas o el entrenamiento de la memoria. Esto último, de hecho, se ve como algo propio del pasado, cuando es y será una parte importante del estudio.

Uno de sus compañeros de centro recordaba un reunión reciente en la que la atmósfera de la sala de profesores se volvió densa. Sucedió cuando una de ellas criticó el 'fracaso' de algunos de sus compañeros por haber suspendido a un porcentaje elevado de alumnos. Ahí está una de las claves, porque hay quien piensa que el éxito de un docente es el de aprobar al máximo número de estudiantes. A los mejores y a los peores, dado que nadie puede quedar atrás en la sociedad de la igualdad.

El 'cate' ya no se considera como un fracaso ante el que reaccionar, sino como una dolencia que incapacita y que debe ser corregida de urgencia, aunque sea con aprobados generales que eliminan cualquier apelación al mérito en el sistema. Eso, entre otras cosas, resta toda autoridad a los profesores. Ojo, también lo hacen los padres. Cientos... miles de memos que ante la pereza y la estulticia de sus hijos cargan las culpas en el docente. Desde luego, no todo es culpa del Ministerio de Educación.

Charlas de diversidad sexual

No todos los ejemplos son negativos. Hay quien todavía lucha porque el sistema no convierta a sus vástagos en adultos disfuncionales. Hace un buen tiempo, el padre de dos niños -de una ciudad madrileña- me escribió una serie de correos en los que advertía de la cantidad de charlas ideológicas que recibían en horario lectivo. En una de sus comunicaciones, explicaba que su hijo pequeño -en primaria- había recibido una 'clase magistral' en inglés sobre el Día de la Mujer tan sólo unos días antes de que su primogénita fuera ilustrada sobre la diversidad sexual por un 'especialista' de la asociación Arcópoli.

Mientras los bachilleres pasan de curso con varias asignaturas pendientes -gracias a la LOMLOE-, pero con múltiples conocimientos sobre las perspectivas de género, son completamente desconocedores de Grecia, de Roma, del período medieval y de la herencia cultural católica que explica lo que somos, para bien y para mal. No se abunda en los clásicos porque a lo mejor mensajes como los de Cervantes o los de Quevedo resultarían contra-revolucionarios en un período en el que las verdades establecidas no pueden ser desafiadas.

El mismo padre al que hacía referencia enviaba en uno de sus mensajes una serie de capturas de pantalla sobre las lecturas que recomendaron a su hija para la asignatura de inglés. “Me esperaba algún clásico juvenil, pero encontré que habían mandado leer dos libros llamados There's a boy in a girls bathroom y The boy in the dress”. Traducido: Hay un chico en el baño de las chicas -en la portada aparece con falda- y El chico en el vestido. En otras palabras: propaganda trans.

Eso no es todo. En un manual de cuarto curso de Primaria de la editorial Anaya -plan bilingüe-, se define el 'Gran salto adelante' de la china maoísta como un momento en el que se produjo un gran avance industrial y agrícola en el país asiático. De los varios millones de muertos que provocó, ni palabra. A la hora de abordar la situación de la dictadura cubana, se omite el término 'ruina', pero se utiliza “bloqueo” en lugar de “embargo”, lo que implica la adopción de la narrativa socialista. La manipulación también se produce en el terreno doméstico. El manual dedica varias líneas al Gobierno de Felipe González, pero no hace referencia a la corrupción. Cuando habla de los ocho años de José María Aznar, por supuesto, deja claro que hubo “descontento social en varios sectores”.

Occidente, en decadencia

Seguramente, los males que afectan al sistema educativo español sean similares a los del resto de Occidente, donde también han caído las calificaciones en el último informe PISA. “Hay clases de secundaria con 10 alumnos que apenas si hablan el idioma o no tienen las competencias académicas básicas, ¿cómo lidias tú con eso”, lamenta el profesor de instituto, que también hace referencia a otros fenómenos, como la demonización del papel, al pizarra y la tiza; o la nula capacidad de atención, concentración y reflexión de una gran parte de sus alumnos, que viven entre vistazos rápidos a dobles y triples pantallas.

Eso no es lo más grave, a su juicio. Porque lo peor que detecta es el reblancedimiento del sistema, demasiado preocupado por las paparruchas emocionales y pedagógicas de charlatanes de todo tipo, pero muy poco efectivo a la hora de aplicar disciplina a los perezosos y de transmitir conocimientos técnicos o de humanidades al alumnado. La 'Ley Celáa' incluye incluso un apartado dedicado a las matemáticas con perspectiva de género y el feminismo y demás doctrinas woke tienen un espacio generoso en los centros educativos, como se aprecia al mirar casi cualquier panel de anuncios. Ahora bien, sobre lo importante se pasa de largo. Por la manía que existe de juzgar a los antiguos desde la perspectiva de los contemporáneos; o porque sus doctrinas colisionan con el discurso de quienes tratan de imponer en todos los ámbitos de la sociedad sus programas de 'progresismo' e 'igualdad'.

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