Hace dos meses leíamos una noticia de un fallecido por una neumonía extraña justo la otra punta del planeta. Después de la lectura de aquel breve nada hacia sospechar que hoy estaría escribiendo estas líneas confinada bajo el primer estado de alarma que aglutina a todo el país. Pero tampoco lo pensábamos un mes después, y me refiero a que, tras el desarrollo de la enfermedad en China, la construcción de hospitales ad hoc para tratar la enfermedad, muchos de los que tenemos la responsabilidad de tener criterio en los medios de comunicación, incluidos aquellos expertos que fueron llamados para darnos las pautas, ninguno, ninguno supimos advertir la crisis que se avecinaba.
Fui yo la que cuando cancelaron la feria del Mobile me precipité a criticar la decisión por desmesurada. Y sinceramente, considero que esa fue una de las pocas decisiones que se tomaron de forma preventiva con todo atino. Es cierto, decirlo hoy ya no tiene ningún mérito, pero no decirlo me parece una irresponsabilidad. Porque aquellos que estamos en la esfera mediática para decir lo que “creemos, opinamos o consideramos” tenemos una grandísima responsabilidad que, a lo mejor, ejercemos con ligereza. Llegados a este punto, debo decir, que para opinar sobre lo que opino, soy de las que se prepara los temas que me son más ajenos, leo a expertos, busco información contrastada y llamo a las fuentes que considero tienen la mejor información. Y nadie, nadie, supo tener la cautela para avanzar que lo que estaba pasando en China llegaría a nuestro viejo continente para azotar nuestras acomodadas vidas y devolvernos la humildad del ser mortal.
No podremos juzgar cómo lo están haciendo nuestros dirigentes políticos hasta que pase el tiempo prudencial que necesitan los sucesos inesperados e impredecibles
Precipitación, si precipitación, hemos pecado de precipitación y de cierta prepotencia al pensar que nuestros sistemas sanitarios y del estado del bienestar no podían compararse con el sistema chino. Así que ahora, tomemos nota y dejemos de analizar la gestión de la crisis en tiempo real. En primer lugar, porque no podremos juzgar cómo lo están haciendo nuestros representantes hasta no dejar el tiempo prudencial que necesitan los sucesos inesperados e impredecibles. En segundo lugar, porque debemos demostrar algo más de humildad cuando lanzamos opiniones que, aunque fundamentadas, no disponen de toda la información sobre un fenómeno sin precedentes en nuestra historia reciente.
Esto lo mismo sirve para los analistas mediáticos que para los partidos de la oposición, que para el Gobierno. Nunca hemos vivido una situación similar, así que debemos imponer cautela para que los hechos no nos desmientan, no nos deslegitimen ante los ojos de todos los ciudadanos que se fían de nuestro criterio, que nos ven y nos escuchan para conformar su opinión. En medio de una crisis la confianza en las instituciones es lo más importante, para que cada palabra que se diga tenga la credibilidad y fuerza necesaria para ser influyente entre los gobernados. De lo contrario, la anarquía campará a sus anchas en base a lo que cada uno considera que debe hacer en una situación completamente nueva.
Así que ahí va mi mea culpa, no lo supe ver, menosprecié la importancia de este asunto y considero que lo más ético es disculparme con la audiencia. A partir de ahora, propósito de enmienda… cautela y humildad.