Sí, por supuesto que se necesita una figura de mediador para resolver el conflicto catalán como pide Quim Torra, pero no para el fin que él pretende sino para mediar entre la crisis de Gobierno y la crisis independentista, es decir, entre Junts per Catalunya y Esquerra Republicana, y no entre él y Pedro Sánchez. El desaguisado catalán tiene dos vértices: uno en el seno independentista, y el otro en lo que hace al entendimiento y al papel de Cataluña en España.
Los argumentos de Torra
Torra y Sánchez salieron satisfechos de su encuentro en la Generalitat de hace unas semanas y solo faltaba decidir fecha en febrero para el próximo encuentro hasta que Torra ha vuelto a poner encima de la mesa la figura del mediador internacional para que se ponga en marcha. Sánchez ha reaccionado rápido para que se deje de centrar la atención en el mediador y se fije el foco mediático estrictamente en la fecha del encuentro. Torra ya tiene la propuesta encima de la mesa: el 24-F. El presidente catalán sigue incómodo y ahora para Junts per Catalunya no hay prisa, y aseguran desde el gobierno que es “precipitado”. Ahora es precipitado y ayer era urgente: no hay quién entienda a Torra.
Para Torra, si no es el mediador, el problema van a ser los que participan en la mesa -los negociadores-, o el día del encuentro, o el lugar de la cita o las plantas que se ponen encima de la mesa, si son de color rojo o amarillo. El tema para Torra es seguir mareando la perdiz y alargar la puesta en marcha de este diálogo necesario entre los dos gobiernos para salir del bloqueo institucional y social en el que unos y otros nos han metido. Queda claro que Torra va a remolque del liderazgo de ERC, que es quien ha conseguido la mesa de diálogo y que con unos presupuestos que aprobar y con elecciones a la vista, el president solo quiere ir ganando tiempo.
Sanchez propone el 24-F, pero a Torra parece que no le viene bien -no le ha gustado que el presidente se lo haya anunciado a la prensa antes que a él-. Lo único que tiene que hacer es ofrecer otra fecha alternativa, dado que el lunes tiene complicada la agenda. Pero no debería alargar una agonía innecesaria para la política y para los ciudadanos. Porque lo de la figura del mediador, cuando ambas partes están de acuerdo en que hay que sentarse a dialogar, es innecesaria. Más le vale a Torra y Puigdemont que se dediquen a reconstruir su partido y a salir de su crisis interna para poder abordar sus relaciones con Aragonés y Junqueras, y con el futuro de Cataluña.