Sin que hubiera noticia de ninguna súbita urgencia, el martes, día 14, en plena reunión del Comité Militar de la OTAN, se produjo por sorpresa el cese del general Fernando Alejandre Martínez, hasta ese momento Jefe del Estado Mayor de la Defensa y primer eslabón de la cadena de mando militar de las Fuerzas Armadas Españolas. Estamos advertidos por don Pedro Calderón de la Barca de que “Aquí, la más principal hazaña es obedecer/ y el modo como ha de ser/ ni pedir ni rehusar”. Pero los versos siguen diciendo que “Aquí, en fin, la cortesía,/ el buen trato, la verdad,/ la fineza, la lealtad,/ el honor, la bizarría;/ el crédito, la opinión,/ la constancia, la paciencia,/ la humildad y la obediencia,/ fama, honor y vida son,/ caudal de pobres soldados;/ que en buena o mala fortuna,/ la milicia no es más que una/ religión de hombres honrados." Y bajo esa luz, la destitución fulminante del JEMAD infunde al lector del común sospechas de irregularidades por parte del fulminado.
Cese y nombramiento fueron acordados en el Consejo de Ministros de ese mismo martes, día 14, y publicados en el Boletín Oficial del Estado del miércoles, día 15. El relevo se hizo el viernes, día 17, en el vestíbulo del Ministerio de Defensa evitando hacerlo como hubiera sido de esperar en la sede del Estado Mayor de la Defensa, ubicada en la calle de Vitrubio, para mayor garantía de control. Sucede que el JEMAD, Jefe del Estado Mayor de la Defensa, es el primer eslabón de la cadena de mando, como oficial militar de las Fuerzas Armadas de España de más alto rango y principal asesor militar del presidente del Gobierno, del ministro de Defensa, del Consejo de Defensa Nacional y del Consejo de Seguridad Nacional. Es nombrado por el Rey a propuesta del presidente del Gobierno tras deliberación del Consejo de Ministros. Planea y ejecuta, bajo la autoridad del Ministerio de Defensa, la política operativa militar de España y conduce las acciones militares bajo la dirección del presidente del Gobierno y del propio Ministro. Tiene rango de secretario de Estado y ostenta la representación institucional de las Fuerzas Armadas.
Despedida de Alejandre como JEMAD
Cuentan las crónicas que lo primero para el nuevo JEMAD después de los agradecimientos de rigor a la ministra, de quien ha sido su jefe de gabinete técnico, y al presidente del Gobierno fue proclamar su “inquebrantable lealtad a su Majestad el Rey y a la institución que representa” y que lo último que hizo la ministra fue brindar con todos los uniformados presentes en el vestíbulo “por Su Majestad el Rey”. Un brindis que es tradición pero que suena distinto toda vez que ahora en el Gobierno se sientan por primera vez ministros de Podemos e Izquierda Unida, formaciones abiertamente contrarias a la Monarquía. El caso es que tras la publicación del cese en el BOE, el general Fernando Alejandre se despidió el miércoles, día 15 con un tuit que terminaba: “os exhorto a seguir defendiendo a Su Majestad el Rey y a nuestra Patria”. La crónica aludida, que publicaba el diario El País en su edición del sábado, consideraba ambigua esa frase y atribuía a fuentes de Defensa la pregunta de si acaso el Rey necesita que se le defienda. A partir de ahí, la ministra rechazó los ataques dirigidos al todavía entonces candidato a la investidura por PP, Ciudadanos y Vox por no replicar a Bildu y demás conchabados que arremetieron contra don Felipe VI. Por eso, la ministra se sintió obligada a decir que “el presidente del Gobierno tiene el máximo respeto por el Jefe del Estado y su relación es magnífica”. Luego, en respuesta a los periodistas, añadió que “en la crítica política (por supuesto, la que hacen los demás) no vale todo; que “no vale utilizar al Rey como elemento de confrontación”; que “no nos gusta que nadie quiera confrontar al jefe del Gobierno con el jefe del Estado”.
Inquieta la señora Robles que se apresura a asegurar que la Constitución “no necesita de ninguna defensa especial, porque está más fuerte que nunca”
Momento de preguntarse qué clima se ha instalado cuando las apelaciones a España y a la Constitución se escuchan por el Gobierno como amenazantes y las proclamas de lealtad al Rey como intentos de confrontación. Así que la ministra Robles, dice el cronista del diario El País, que se ha marcado el objetivo de mantener a los militares al margen de la política partidista y de rebajar la inquietud que generan las declaraciones de algunos líderes políticos sobre un supuesto riesgo para la unidad nacional. Llegados a este punto, convendría aclarar quienes generan inquietud, si los que abiertamente desafían la unidad nacional o los que alertan sobre el riesgo de esos desafíos que cuando proceden de sus socios y afines asimilables el Gobierno preferiría considerar inocuos. A aquellos que quieren sembrar la duda, les dice la ministra que “deben saber que el Gobierno está comprometido con los valores democráticos y con la Constitución”.
El misacantano general Miguel Ángel Villarroya, recordó el artículo 8º de la Constitución que dice primero que las Fuerzas Armadas se componen del Ejército de Tierra, de la Armada y del Ejército del Aire y, por tanto, deja fuera de su perímetro a las fuerzas de Orden Público como la Guardia Civil o la Policía Nacional y, a continuación, añade que las FAS “tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”. Inquieta la señora Robles que se apresura a asegurar que la Constitución “no necesita de ninguna defensa especial, porque está más fuerte que nunca”. Cualquiera que haya seguido los debates de la sesión de investidura tendrá que aceptarlo. Y además reconocerá que eso incluye a la Monarquía parlamentaria. Que Santa Lucía nos conserve la vista y que todos recitemos lo de “Margarita, está linda la mar”.