Fue en septiembre de 2009 cuando por fin J.L.R. Zapatero reconoció que fue un error vaticinar que lo que estaba empezando a finales de 2007 era una desaceleración económica en lugar de una crisis. Lo hizo además con chulería: "Reconozco mi error, ya sé que alguno de los que suben a hablar en esta tribuna nunca se equivoca, yo sí, yo sí" dijo. Claramente no se equivocó, sino que mintió. Un presidente del gobierno, por muy torpe que sea, tenía la suficiente información a comienzos de 2008 como para saber que venía una recesión, por supuesto nadie sabía cuán grande podría ser -eso sí se lo concedo- pero desaceleración fue un eufemismo inventado para tener mejores opciones en las generales de marzo de 2008 que le hicieron presidente por segunda vez. Fue el típico ejemplo de político que dice en campaña lo que cree que le va a conseguir más votos aunque en realidad piense lo contrario.
Con Sánchez tenemos una variante diferente: nunca sabemos lo que realmente opina de nada porque se adapta a todo en pos de su propia ambición personal, no tiene ningún escrúpulo en defender algo en julio y lo contrario en octubre. El problema en todo caso es de la sociedad española, que no castiga eso con contundencia en las urnas cuando lleva años pasando, y por supuesto de los integrantes de su partido que “cambian de opinión” como borregos a la par que su líder.
Como profesional siempre destacó como experto en análisis económico y su nombramiento como ministro, en enero de 2020, fue una sorpresa agradable
Este seguidismo y aceptación a todo lo que hace Sánchez puede ser la razón por la que el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, actúa como lo hace. Por dinero está claro que no es, ya que el CV de este economista de prestigio internacional le proporcionaría un puesto de relevancia, y muy bien pagado, en cualquier institución, pública o privada, como ya le pasó cuando fue jefe de la División de Política Monetaria del BCE, economista-jefe y director del Servicio de Estudios de BBVA o, su cargo más famoso antes de pasar a la política, presidente de la Airef (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal) desde 2014 hasta 2020. Como profesional siempre destacó como experto en análisis económico y su nombramiento como ministro, en enero de 2020, fue una sorpresa agradable ya que parecía garantizar la presencia en el gobierno de un gran defensor -durante años lo fue- de la disciplina fiscal y el rigor económico. Es cierto que la llegada de la pandemia dificultó mucho su primera gran medida, el diseño y puesta en marcha del Ingreso Mínimo Vital, pero donde está traicionando lo que durante años fueron sus puntos fuertes (el análisis riguroso y la defensa de unas cuentas públicas saneadas) es en la reforma de las pensiones que él está dirigiendo.
Si ya el año pasado se atrevió a subir las cotizaciones, quitando ingresos a los trabajadores, para defender falsamente que con esa medida se podría mantener sin problemas el gasto en pensiones, este año se ha destacado por anunciar cada mes que la Seguridad Social tiene superávit, algo que las agencias machaconamente replican en las noticias, cuando el déficit -el agujero- cada vez es mayor y simplemente es cubierto por fondos que se transfieren desde el Estado. Esta burda interpretación (“me sobra dinero porque aunque gasto más de lo que ingreso, otro me lo presta”) equivaldría a afirmar que RTVE tiene beneficios en vez de pérdidas porque cada cierto tiempo se toma dinero de los Presupuestos Generales del Estado para cubrirlas. Esas notas de prensa anunciando un superávit que en realidad es un déficit son una falta de honestidad tan grande que me hace preguntarme: ¿Tanto influjo tiene Sánchez con él como para hacerle tragar con un sapo tan grande? Pues la respuesta es un rotundo sí porque esta semana el ministro Escrivá ha rizado el rizo: tal como en su día hizo el difunto P.edro Solbes con Zapatero en 2008, ha dibujado un panorama económico futuro para España que supera las alucinaciones de Yolanda Díaz con los cohetes para millonarios.
Según su plan, el gasto en pensiones, a pesar del envejecimiento poblacional y del aumento de costes por la revalorización automática con el IPC, se reducirá del 15,65% del PIB actual al 14,5% para 2050 “porque van a aumentar los ingresos”
Ni corto ni perezoso ha elaborado unos “supuestos” que, según él, garantizan durante décadas la sostenibilidad del gasto en pensiones de nuestro país sin necesidad de ningún ajuste, sólo dejando que la economía fluya. ¿Cómo es posible esto? Pues resumiendo mucho, según su plan el gasto en pensiones, a pesar del envejecimiento poblacional y del aumento de costes por la revalorización automática con el IPC, se reducirá del 15,65% del PIB actual al 14,5% para 2050 “porque van a aumentar los ingresos”. ¿Y cómo justifica algo así? Porque asegura que el PIB de España va a crecer un 2% real anual de aquí a entonces, la productividad un 1,5% y la tasa de desempleo va a llegar al 5,5%. ¿Entienden ahora la comparación con lo del cohete? Resulta que la menor tasa de paro histórica de nuestra democracia fue del 8% en plena burbuja de 2007, los últimos veinte años el PIB ha crecido un 1,4% y la productividad apenas un 0,5%.
Por supuesto, a 2050 podemos prever lo que nos apetezca e incluso inventarnos un modelo para justificarlo pero, ¿Por qué nuestra economía va a tener un comportamiento mejor las próximas décadas cuando tenemos el lastre de la mayor deuda pública de nuestra historia, cómo vamos a mejorar nuestra productividad si hemos salido de la última crisis de nuevo recurriendo al turismo, por qué vamos a crecer más que en el pasado si estamos, como lo está prácticamente todo el mundo desarrollado, entrando en una tendencia de estancamiento tras recuperar los niveles prepandemia? Yo también quiero ser optimista, incluso me gustaría serlo más en el corto plazo (está por ver que en el trimestre actual el crecimiento del PIB arroje una cifra positiva) pero un economista (otra cosa es un político servil) no debe inventarse un panorama irreal para hacer encajar su discurso. Es deshonesto. Y Sánchez a mí ya no me decepciona, lo tengo calado hace años y no me espero nada bueno de él, pero Escrivá sí que lo hace, y mucho.
Genji
Supongo que para una parte de todas la personas que han llegado al Consejo de Ministros deben haber sentido un honor, y responsabilidad, de servir a su país. Entiendes que los que no han tenido, ni tienen, oficio ni beneficio sigan a su líder, y traguen con lo que sea antes de dimitir; pero, ¿les queda la sufiente dignidad para mirarse en un espejo cada día? Supongo que el coche oficial y la nómina les acaba de convencer.
Variopinto
El ministro ya ha cumplido. Tenía que justificar, con números, su reforma del sistema de pensiones. Ese era el requisito que este gobierno tenía comprometido para que nuestros acreedores y socios europeos nos siguieran entregando su/nuestro dinero. Por eso estamos en el momento al que hemos llegado, que es que la reforma Escriva ya está cerrada. Aunque haya sido a martillazos y aplicando una ciencia de ficción. Ahora ya, si cuela con nuestro acreedores y socios, cuela. Y si no, no se preocupe (ellos no lo hacen), porque lo negociarán para que cuele por otro lado. Lo único que les importa es que nos sigan financiando la fiesta. Me sorprende que el autor haya tardado tanto en entender que el prestigio de Escrivá es hoy el mismo que el del Prestige. A poco que hubiera ido leyendo como se ha ido gestando la reforma Escrivá, a base de globos sonda por los medios, y diciendo que va a hacer una cosa un día y otra cosa al otro, hubiera ido observando la deriva y viendo el cortoplacismo de alguien que cumplió en los otros cargos de responsabilidad que tuvo, pero que desconoce hoy lo que conlleva su responsabilidad actual. La reforma Escrivá, como la reforma Yolanda, no pretenden crear un sistema duradero, sostenible en el tiempo y pensado para el interés general. A poco que se revisen las competencias de su carters, por ejemplo como está gestionando este ministro el IMV (otra medalla a su cargo) y el por qué el número de los beneficiarios anunciados es cien veces inferior en la realidad, empezarán a ver todo el cuadro.
Wesly
Sería interesante descubrir las verdaderas razones por las que personas aparentemente competentes, preparadas, profesionales, se sometern a las directrices sectarias de Pedro Sánchez y nos mienten, nos manipulan, nos dividen, nos fanatizan descaradamente. Porqué lo hacen?. Porqué caen tan bajo?. Diría que lo hacen para ayudar a Pedro Sánchez, que se ha convertido en un fiel lacayo de las élites económicas y políticas mundiales que pretenden implantar un nuevo orden mundial, la agenda 20/30, en el que los ciudadanos se convertirán en un rebaño que no tendrá nada pero será feliz, mientras que estas élites disfrutarán sin problemas del producto del esfuerzo del rebaño, que habrá sido silenciado, atemorizado, manipulado y sometido a fin de que asuma acríticamente el nuevo status quo. Por eso Pedro Sánchez puede seguir haciendo lo que hace para mantenerse como sea en el poder mientras que ni la UE, ni EEUU, ni el FMI ponen el grito en el cielo ante tanto despropósito. Pedro Sánchez cumple órdenes, y sus lacayos en el gobierno le ayudan a llevarlas a término.
vallecas
Claro que lo hace por "dinero" = notoriedad, poder, ego, protagonismo, personas a su "servicio", chófer, escoltas. coches, A Margarita le pasa lo mismo, podría volver a su juzgado, pero allí se trabaja mucho y ya nadie te hace ni "p.....caso" Contaba Pablo Motos que cuando Sánchez fue al Hormiguero se desplazaron 90 personas. E insistió . no estoy redondeando -dijo- fueron exactamente 90 personas.
Norne Gaest
El tahur de la Moncloa vende su alma (la que puedan tener los psicópatas narcisistas y maquiavélicos) al diablo con tal de tener lo que más quiere, el Poder. El ministro Escrivá, cuya voz y aspecto son de una vulgaridad notable, es uno más de los lacayos que concita a su alrededor el anterior, dándose en su caso de una conjunción de factores cuya exacta proporción vete a saber: el gusto de cierto poder político, la ideología, vanidad u orgullo, la capacidad de seducción del tahur, la impunidad del engaño... Existe un historiador la historia de España que tenía mucho prestigio como tal, Josep Fontana. Hace años fue uno de los organizadores de un seminario bajo el título "España nos roba". En una entrevista de esos años dijo que no sabe que es España, pero en cambio afirma la existencia del pueblo catalán. Que este señor, o los Riquer, otros que tal, con la información que tienen, y se supone que una cierta dignidad personal, se sumen a algo tan infecto y falsario como el nazionalismo catalanista, son muestras de la capacidad del ser humano para venderse o ser parte de lo peor.