Opinión

El misterio del espía besucón

Malagón. Ciudad-Real.

Domicilio del Delegado del AVE en el Área Manchega, Don Mario Molinero.

-Pero Mario, ¿se puede saber a dónde vas con esas pintas? –pregunta su parienta mientras despluma tórtolas.

-Pues a donde

  • El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y Luis Rubiales. -

Malagón. Ciudad-Real.

Domicilio del Delegado del AVE en el Área Manchega, Don Mario Molinero.

-Pero Mario, ¿se puede saber a dónde vas con esas pintas? –pregunta su parienta mientras despluma tórtolas.

-Pues a donde voy a ir, mujer… a trabajar… sólo que hoy me voy a infiltrar en el personal de a bordo; a ver qué pillo. ¿No has visto lo del alemán?

(“Lo del alemán”: que un tal Jens Ritter, CEO de Lufthansa, se ha hecho pasar por azafato en un vuelo Fráncfort-Riad, para luego compartir su malestar en LinkedIn porque la comida de a bordo no era la que anunciaba el panfleto del menú.)

Mario se ha plantado un uniforme de supervisor, peluca rubia a lo ABBA, y gafas de pasta negra, para no ser reconocido. Es fan de Le Carré.

Nuestro Hombre (otro nuevo, no Mario; este con peluca pelirroja rizada y traje con corbata), sube al AVE, que viene de Málaga, apenas dos minutos antes de que el tren reanude la marcha. Comparte vagón con, entre otros, dos inglesas descamadas por bulimia solar, y delante de estas, una familia de cuatro con un hámster, en asientos con mesa.

Sin consentimiento, no hay reanimación

-Lo veo un poco morado –dice la mujer, mientras saca a Peludito de un bolso porta-hámsters, para que oxigene mejor.

Hete aquí que una de las inglesas lo vislumbra a través del espacio entre asientos, y lo confunde con un ejemplar de la rama chunga de los roedores. Se levanta horrorizada, y grita “They have a rat!!!!” para a continuación desplomarse en el pasillo del vagón.

Mario Molinero, que estaba haciendo la ronda, acude al grito, y llevado por la audacia del fantasioso crónico, se lanza al suelo a hacer el boca a boca a la inglesa, perdiendo en el trance la peluca.

-Pero ¿qué hace, insensato?!!! –grita Nuestro Hombre, que se levanta también. – ¡Ni se le ocurra!

El Mario sin peluca le mira agobiado, y el otro le explica que “sin consentimiento, no hay reanimación”.

La inglesa se autorreanima al ver a Mario, que no es precisamente Alain Delon, a horcajadas encima de ella; los Núñez del Botijo le explican que Peludito es de la familia, y poco a poco se recupera la concordia en el vagón.

Mario se acerca al pelirrojo trajeado, para agradecerle su intervención:

-Me pudo la pasión salvadora….

-Normal. Pero me temo que este ya no es país para pasiones… Y respecto de la peluca… tiene usted que cambiar de proveedor. Mire –guiñándole un ojo, se lleva la mano a la sien, y se levanta la patilla pelirroja.

Mario flipa. Nuestro hombre prosigue:

-Me las hace el que se las hacía a Prigozhin, que en paz descanse.

Mario agacha la cabeza, respetuoso con la muerte, y se presenta:

-Mario Molinero, Delegado Infiltrado.

-Married, Paul Married. Detector de Traidores.

A Mario se le eriza el vello de la emoción literaria, y Married, que percibe el chorro de empatía, se viene arriba y procede a relatar su vida:

Caído en desgracia tras una deshonrosa actuación en el partido en que militaba, decidió redimirse trabajando en la clandestinidad para éste; se apuntó primero a la Academia de Espionaje Político.

Ahora trabajo por libre para el mejor postor, y ando especializado en detección de traidores; a mí lo del ruso no se me hubiera escapado…

-Fui una esponja en el aprender -comenta nostálgico. -Mi asignatura favorita era “Sistema Pegasus. Pros y Contras de llenar el móvil de vídeos guarros”.

Mario abre cada vez más la boca. Married sigue:

-Después de graduarme, empecé trabajando para el PP, espiando a los barones del Soe por si alguno flaqueaba en la sumisión a Jisperson… Luego éste me contrató (soy débil) para espiar a independentistas, a sus barones por si se la liaban, y al PP; me convertí en agente doble. Al final volví al PP para confesar todo y se me hizo bola lo de ser agente triple… así que ahora trabajo por libre para el mejor postor, y ando especializado en detección de traidores; a mí lo del ruso no se me hubiera escapado…

(“Lo del ruso”: que un helicóptero ídem despegó la semana pasada con tres hombres de la zona ucraniana ocupada, y sin que nadie lo derribara, como es costumbre en la guerra, aterrizó donde supuestamente le esperaban los servicios secretos del enemigo, con un resultado final de dos de los rusos muertos sin explicación, un piloto tan pichi, los familiares de éste con nuevos pasaportes, y el helicóptero volando al día siguiente con la pegatina del ejército ucraniano. Todo presunto.)

Mario, las inglesas, los Núñez del Botijo, y cualquiera que oiga estas noticias de infiltraciones y deserciones, puede preguntarse si traicionar al traidor es traición, o bien un acto heroico de rebeldía. La respuesta no es fácil, y probablemente esté ligada a la nobleza de la causa motivadora del vil viraje.

Como hizo Vox tras el 23J, el PP apeló hace poco a la conciencia de ese expediente X que son los socialistas-de-bien, despertando la pueril indignación de los interpelados; “El PP llama al transfuguismo”, pucherearon mojigatos “los grandes tránsfugas morales de la política española”, como los calificó en su día Cayetana Álvarez de Toledo.

En el caso del Senado, algunos de estos diputados de alquiler, tendrían que quedarse en un partido ajeno, cuan voluntariosas meretrices políticas

Tenemos en la pasada legislatura ejemplos de diputados (la anterior, Sergio Sayas y Carlos García Adanero) que se saltaron la disciplina de voto por sus principios. Y también por lo que ellos pensaban que sus votantes merecían:

“En política lo único que no puedes hacer es algo que no puedas explicar a tus votantes. Somos sus representantes y a ellos nos debemos.” (Sayas 20220203)

Poca pinta tienen los actuales diputados del Soe, salidos directamente del útero autocrático de Jisperson, de querer dar un pico al PP-que-pacta-con-Vox. Pero según una encuesta de Sigma Dos para El Mundo, hay un 7,4% de los votantes del Soe arrepentidos de su voto el 23J. Con algún ataque espontáneo de caridad humana en pro del alivio de esos votantes, y algún “¡Ups! se me fue el dedo; no volverá a ocurrir”, tendríamos ya completa una bisoña fantasía para el 27S…

Pero la banda de Jisperson es más de pseudotransfuguismo inducido; de acudir a la vieja fórmula de prestar diputados, pero haciendo nuevas cuentas de la vieja de dudosa legalidad, para que los partidos independentistas, presencialmente famélicos en ambas cámaras, puedan formar grupo propio y pillar pasta y chupar micrófono. En el caso del Senado, algunos de estos diputados de alquiler, tendrían que quedarse en un partido ajeno, cuan voluntariosas meretrices políticas.

España necesita hoy dos tipos de valientes: unos que se apeen en marcha de ese tren que lleva a los españoles al destierro en su propio país, conducido por un kamikaze puesto hasta arriba de la droga del poder, y otros que sean conscientes de que otro tren, el de volver a poner las cosas en su sitio, quizás nunca más vuelva a pasar…

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