El aire acondicionado, como el chuletón, es de fachas. La clase media en España –esa que según los informes se mueve entre los 11.200 euros y los 30.030 brutos al año- se cuece en plena ola de calor con los precios más altos de la energía entre el desdén de un Gobierno que la ignora, unos sindicatos que la traicionan por no poner en un brete a este Ejecutivo “de izquierdas” y unas empresas eléctricas que desaguan los embalses para hacer su agosto con las turbinas.
La clase media en España va menguando de crisis en crisis. Desde el año 2000, cuando alcanzó al mayor número de españoles, hasta el año de la pandemia ha bajado del 66% a menos del 58% y, sin tener cifras aún de este año –cuando se notará definitivamente el tsunami del coronavirus, los despidos, etc- los españoles que pertenecen a la clase media se sitúan en niveles anteriores a los años 90.
La OCDE establece que pertenecen a la clase media de un país los hogares cuyos ingresos se sitúen entre el 75% y el 200% de la media del ingreso disponible, lo que supone en España entre los 11.200 y los 30.030 euros al año. Cuanto más igualitaria es una sociedad, más amplio es el grupo poblacional de la clase media baja (entre los 11.200 y los 20.000) y éste es superior a la clase baja (los hogares por debajo de los 11.200 euros al año).
El país europeo que rompe con ese modelo en Europa es España, que además de tener el porcentaje menor de clase media baja, como consecuencia de la crisis de 2008, en 2014 el número de españoles de clase baja superó por primera vez en la historia la proporción de personas con rentas medias bajas.
Clase media menguante
En 2017, esos dos grupos volvieron a equipararse, aunque España seguía a la cola de los países europeos y la crisis del coronavirus vuelve a cebarse en esa clase media y a expulsar, por abajo, a muchos españoles hacia la “clase baja”. Y cuanto más clase baja hay, más españoles caen bajo el umbral de la pobreza.
La clase media baja dedica el 60% de sus ingresos a vivienda, comida… y suministros: es decir, luz y gas, mientras que las más altas solo dedican el 37%. El tarifazo aumentará la brecha social en España
La pérdida de poder adquisitivo de la clase media es más que evidente. Aún no se ha evaluado el impacto definitivo de la pandemia en las economías de las familias de la clase media y, sobre todo, cuántos de esos españoles de clase media baja se despeñarán un escalón más.
La clase media baja –según la Encuesta de Condiciones de Vida 2019- dedica el 60% de sus ingresos a vivienda, comida… y suministros: es decir, luz y gas, mientras que las más altas solo dedican el 37% a ello y el resto a educación y sanidad privada, cultura y restaurantes, lo que no hace más que aumentar las diferencias en la sociedad española.
Lo más sangrante es que esto se esté produciendo ahora con un Gobierno supuestamente progresista que no iba a dejar a nadie atrás. La clase media no parece "la suya". Y, lo peligroso, que el empobrecimiento de la sociedad y la desigualdad entre clases –aminorando la clase media- pone en riesgo la paz social y favorece la polarización del discurso político. ¿Quién quiere que la clase media disminuya?
Lo cierto es que los sindicatos han hecho un vergonzoso mutis por el foro. ¿Alguien se imagina cómo estaría la calle tras una semana entera de máximos históricos del precio de la luz con un Gobierno de centro derecha? Ni CCOO ni UGT han dicho esta boca es mía. En la web del sindicato hermano del PSOE, la luz ocupa una mínima ventana. En la de CCOO no aparecía mención alguna este viernes.
La hemeroteca sigue siendo el mejor termómetro de la hipocresía. Y a las movilizaciones que ambos sindicatos “de clase” preparaban en enero de 2013 contra el Gobierno de Rajoy por el “tarifazo”, hay también registro de los tuits de Pedro Sánchez en la oposición o de la hoy ministra Irene Montero asegurando que ellos nunca consentirían la especulación con un bien básico como la energía. Ya…
Este jueves, el presidente del Gobierno interrumpía sus merecidas vacaciones en La Mareta en las islas Canarias para sacar pecho por la vacunación. Pero no dedicó ni un segundo a una subida histórica de la energía que ha multiplicado los tutoriales en internet para engancharse fraudulentamente a la red. La ministra Ribera, en un giro inesperado y tras agotársele el argumento de responsabilizar al PP que ya había usado su compañera María Jesús Montero, ha culpado de la subida... a Putin.
Otras voces de la izquierda, como Ramón Espinar, plantean no usar el aire acondicionado igual que el hoy mudo ministro de Consumo con su ejército de asesores, Alberto Garzón, estigmatizó el chuletón hace unas semanas. No pasar calor o comer carne es de fachas, no es propio de una clase media –que es la argamasa que da estabilidad a una sociedad- cada vez más disminuida y encabronaday dispuesta a votar a quien sea para no sentirse abandonada. ¿O es que es eso lo que buscan…?