Opinión

Nuevas realidades, nuevas alianzas

En Europa necesitamos nuevos aliados, por lo que las oportunidades de establecer alianzas con países africanos no deben ser desaprovechadas

  • Soldados ucranianos en Bucha -

La invasión ilegal de Ucrania por Rusia ha sido una llamada de atención para la UE, tanto desde el punto de vista ideológico como económico. Hemos iniciado una batalla entre democracias estables, por una parte, y autocracias y democracias liberales, por otra. De un lado, el eje transatlántico, acompañado por algunas democracias avanzadas de otros puntos del globo, y del otro, países autoritarios como China, Rusia e Irán, así como otros países que coquetean con el autoritarismo, en apariencia de manera más discreta.

En el frente económico, esta alerta ha hecho que los países europeos se apresuren a buscar nuevos proveedores de materias primas, en especial fuentes de energía. Motivo por el cual el interés por países en vías de desarrollo ha aumentado en las últimas semanas, ya que cuentan con recursos naturales muy codiciados por las economías desarrolladas. El nuevo contexto hace que necesitemos descubrir nuevas alianzas económicas sin renunciar las ideológicas.

A pesar de que ciertos países, como Portugal o Francia, mantienen un flujo de relaciones comerciales habitual con sus antiguas colonias africanas, a nivel europeo el desconocimiento del continente suele ser generalizado, y en todo caso, las relaciones se centran especialmente en los países de la cuenca mediterránea.

Tras haber sido campo de batalla ideológica entre Rusia y EEUU en los 70, Angola ha elegido el camino de la democracia

Uno de los países más desconocidos para la perspectiva europea es Angola, que, a pesar de contar con grandes recursos naturales como petróleo, gas natural, diamantes y recursos hidráulicos, minerales, madereros, agrícolas y pesqueros, sigue siendo un país de enormes desigualdades económicas y sociales, muy dependiente de las importaciones por su escasa industrialización y con una economía esencialmente controlada por el Estado, con poca iniciativa privada. Pero en un mundo caótico, donde el incremento de los precios de la energía y la falta de cereales amenaza con crear hambrunas, con un especial impacto en el continente africano, Angola no puede quedarse atrás. Su futuro depende de las decisiones que tome en los próximos meses.

Tras haber sido campo de batalla ideológica entre Rusia y EEUU en los 70, Angola ha elegido el camino de la democracia. Sin embargo, esta democracia es aún reciente y todavía no ha alcanzado la madurez necesaria para considerarla estable. Desde su independencia en 1975 y tras un sangriento proceso de guerra civil, los angoleños han sido gobernados por el corrupto Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), de tendencia marxista-leninista, miembro por cierto de la Internacional Socialista. El resultado es un país con inmensos recursos minerales y al mismo tiempo uno de los países más desiguales del mundo. En este contexto, las cuartas elecciones generales que se celebrarán el próximo mes de agosto, de las que también saldrá elegido el presidente de la República, representan un potencial punto de inflexión para el país.

Este es el motivo de que la Internacional Demócrata de Centro, una alianza global de partidos políticos de centroderecha procedentes de más de cien países, ha decidido celebrar estos días la reunión anual del Comité Ejecutivo en la capital, Luanda. Nuestro partido miembro, Unita, que consiguió 32 escaños en las elecciones de 2012 y 51 en las de 2017, presenta como candidato a Adalberto Costa Júnior, vicepresidente de la Internacional. Desde la IDC consideramos que sólo un partido de centro derecha liberal puede liderar la transición económica que el país necesita. Esto es lo que traerá la prosperidad económica y la reducción de la aguda desigualdad social que sufre el país.

Esta transición que debe dar como resultado un Estado de Derecho fuerte, capaz de crear una red sanitaria adecuada, impulsar la libertad de prensa e incentivar la inversión privada, poner en pie un sistema educativo sólido y, en definitiva, dotarle de las herramientas necesarias a su pueblo para que sea capaz de generar su propia riqueza y sacar a la gran mayoría de los angoleños de la pobreza.

Sin duda mantener una relación fluida con Angola será un activo para ambas economías. Pero en ningún caso puede beneficiarnos mantener relaciones con un país gobernado por un presidente autoritario

En Europa necesitamos nuevos aliados, por lo que las oportunidades de establecer alianzas con países africanos no deben ser desaprovechadas. Angola puede convertirse en un país pionero en este sentido. Draghi supo verlo y a pesar de haber tenido que cancelar por el covid la visita que tenía planeada al país en abril de este año, su ministro de Exteriores, Luigi Di Maio, ya ha visitado Angola con el objetivo de reforzar lazos comerciales, así como también ha hecho en los últimos meses con sendas visitas a Congo, Mozambique y Azerbaiyán.

Pedro Sánchez también visitó el país en abril de 2021, por el simple hecho de ser socio en una Internacional Socialista cada vez más hundida por el peso de gobiernos autoritarios. Sin duda mantener una relación fluida con Angola será un activo para ambas economías. Pero en ningún caso puede beneficiarnos mantener relaciones con un país gobernado por un presidente autoritario. Sería preferible entablar esta relación una vez que el nuevo presidente emerja de las próximas elecciones. Un presidente que garantice la democracia, la libertad, y el Estado de Derecho. Es fundamental que nuestros socios compartan nuestros valores fundamentales, puesto que es la única manera de crear alianzas sólidas y estables en el tiempo. La democratización y desarrollo económico de África es clave para Europa. La relación debe ser igualitaria, y todas las partes tienen que resultar beneficiadas.

Una estrategia global

Promover el desarrollo humano y social en la región es también la solución para frenar el drama migratorio. No podemos olvidar que una de las causas de este problema es la legítima búsqueda de mejores condiciones de vida por aquellas personas que desean vivir en esta burbuja democrática en la que se ha convertido Europa: con estados de bienestar, libertades y garantías que no pueden disfrutar en sus países de origen. Europa debe actuar e implementar una estrategia realmente global de apoyo a un desarrollo basado en valores e instituciones democráticas. Es un paso esencial en nuestra gran batalla por la libertad contra las amenazas de un bloque autoritario bien coordinado y preparado para un embate a nivel mundial.

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