Los líderes mesiánicos siempre hacen lo mismo: primero se sirven del malestar del pueblo para ascender al poder y, una vez que lo obtienen, se dedican a succionar la energía y la moral de los ciudadanos para cumplir con su siguiente objetivo: mantenerse en el puesto. Dijo Pablo Iglesias en reiteradas ocasiones que Podemos le pertenece a sus militantes, pero no es así.
En realidad, esta formación política es suya y ha sido la herramienta que ha utilizado durante los últimos años para saciar el voraz apetito de su ego. De lo contrario, no se entendería que, pese a haber dimitido de todos sus cargos tras el golpe electoral del pasado 4 de mayo, en Madrid, utilice los medios del partido para su beneficio personal.
La última idea de Iglesias para no caer en el olvido es un podcast. O “un puto podcast”, como lo ha definido. Se llamará La Base y se difundirá a través del diario Público, es decir, de la cabecera de Jaume Roures en Madrid. El caso es que hacer un programa de radio tiene un coste, así que el exvicepresidente del Gobierno ha animado a los militantes de Podemos a que pasen por caja para financiar la idea.
Pablo Iglesias lo ha hecho a través del perfil oficial del partido. Reitero, en el que no ostenta ningún cargo desde hace varios meses, pero el cual utiliza para su propio beneficio sin excesivo pudor. La principal característica de los sátrapas no es su chándal tricolor ni su gorrito de piel de leopardo, ni la dimensión de su harén. Es la arbitrariedad.
La emplean sin sonrojarse porque se consideran en posesión de verdades irrebatibles y las recitan desde un púlpito. Cada deseo se expresa con tono de ordeno y mando; y cada voz discrepante se observa con desconfianza. Si en Podemos no existieran unos ingredientes similares (y aquí nadie está calificando a nadie ni nada, simplemente definiendo una actitud), de partido familiar, de cortijo particular, Iglesias no tendría el arrojo necesario como para utilizar los perfiles en las redes sociales del partido para su beneficio personal. Para pedir a los militantes que pasen por caja.
"Todos sois malos, menos yo", dice Pablo Iglesias
Lo más gracioso es escuchar los argumentos que emplea para persuadir al personal de que le financie el invento. Según él, la derecha está sobre-representada en los medios, de ahí que sea necesario el fomento de una nueva prensa de izquierdas para equilibrar las fuerzas. "Sin cambiar la correlación mediática de fuerzas, es muy difícil cambiar las cosas", afirma.
Y la frase recuerda a la de esos vendedores de enciclopedias que trabajaban a comisión y que intentaban convencer a los clientes de que su compra iría en favor del conocimiento universal.
El gran líder Pablo Iglesias posteriormente cita una serie de medios de comunicación de referencia, a los que sus seguidores deberían apoyar si quieren contribuir a hacer de esta España un país más justo. "Sé que no puedes estar suscrito a todo y sé que muchos de vosotros no podéis ni pagaros una suscripción, pero sé que otros sí que podéis", expresa.
Y, claro, entre los portales de 'noticias' que cita se encuentra La Última Hora, que está dirigido por Dina Bousselham, que resulta tan fiable que, cuando surgió, lo hizo sin mostrar su CIF, ni su razón social ni quién estaba detrás. Es decir, como una de esas webs que utilizan los propagandistas para disparar a los enemigos a discreción y sin piedad. Tan sólo cuando medios como Vozpópuli se hicieron eco de este hecho, reconocieron en Podemos que esta idea era suya. De Juanma del Olmo, en concreto.
Inda, Ana Rosa y Vallés
Iglesias también aprovecha el vídeo para establecer la diferencia entre 'los buenos y los malos'. En el primer bando sitúa los medios de Javi 'Crudo' o Antonio Maestre; y, en el segundo, a Eduardo Inda, Ana Rosa Quintana o Vicente Vallés.
Lo más curioso se puede apreciar al final, cuando lamenta que a los dirigentes de Podemos no les reclute el poder económico para los consejos de administración de las grandes empresas. Entonces, aparece en pantalla Antonio Miguel Carmona como ejemplo de la barbarie. A Roures no le cita. Porque todo el mundo sabe que a Roures nunca le ha interesado la política. Y que Roures es pobre. Una víctima del sistema y del capital.
Sea como sea, estas son meras anécdotas. Trucos de magia que despliega un político que utiliza su partido para tratar de satisfacer sus delirios de grandeza. Un político al que a nivel interno parece que ningún militante le ha pedido explicaciones por abandonar el Gobierno cuando le vino en gana -para eso no consultó a sus bases- y por haber conseguido logros pírricos -o inexistentes- desde su cartera ministerial. ¡Qué sería de los partidos si no existieran afiliados con tantas tragaderas!
Seguramente, España no habría conocido a héroes del pueblo de la talla' de Pablo Iglesias.