En la mañana del miércoles conocimos que el Banco Santander ha adquirido el Banco Popular por un euro. No está muy de moda defender la propiedad privada y mucho menos la de un banco, pero, aún así, reconozco que me falta cultura jurídica y bursátil suficiente para comprender cómo han sido privados de su legítima propiedad de la noche a la mañana todos sus accionistas y cómo ha podido llevarse a cabo eso en una sociedad admitida a cotización en Bolsa. Aquí, acostumbrados a eliminar 'manu militari' las Cajas de Ahorros, que no eran de nadie, no parecemos habernos dado cuenta de que el Popular tenía y tiene dueño, sus accionistas. Se nos ha dicho quién lo ha comprado, pero, que yo sepa, ni lo ha vendido nadie ni se ha producido una expropiación. Vamos a menos en las formas y en los modos.
Efectivamente, para tomar Rumasa hizo falta un vergonzoso Decreto Ley ad hoc, y para acabar con Banesto se llevó a cabo una previa intervención por el Banco de España y se convocó una Junta General extraordinaria en la que los accionistas fueron informados y debatieron sobre la situación de su empresa; también en el cese de Rato y nombramiento de Goirigolzarri en Bankia se respetó formalmente la Ley de Sociedades de Capital. Ahora no, ahora parece que nuestros Organismos Rectores trabajan haciendo el caldo gordo a toda la legión de abogados que últimamente tanto están disfrutando con las presuntas deficiencias de nuestro sistema hipotecario y que a partir de ahora entablarán en tropel futuras y seguras macrodemandas representando a los accionistas del Popular. Les han dejado la pelota botando en el punto de penalti y sin portero.
Aquí, acostumbrados a eliminar 'manu militari' las Cajas de Ahorros, que no eran de nadie, no parecemos habernos dado cuenta de que el Popular tenía y tiene dueño, sus accionistas
Pero que no se equivoquen de demandado, por favor, que nos hagan el favor de apuntar bien a los culpables de semejante desatino. El Santander no es el culpable, es el bombero, y bastante cruz lleva con la tarea que va a acometer de saneamiento de la entidad comprada, a pulmón y acudiendo a los mercados en demanda de nada menos que 7.000 millones de euros para que su propia solvencia no se vea comprometida con ese empeño. Los culpables, y ojalá sean los demandados, son los que ahora se nos van a poner de perfil e incluso pretenderán ponerse medallas por haber resuelto el problema limpiamente y sin costo para el erario público, es decir, el Banco de España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores y sus cooperantes necesarios, la Agencia Tributaria y la Sociedad Auditora de las cuentas del Banco Popular. Las cuatro entidades que deberían tener una información precisa y real de su contabilidad.
Porque ya está bien de que, llevando a cabo una severísima y continua actividad inspectora en ese como en todos los demás bancos, sean incapaces de detectar los problemas y les sigan estallando las crisis en sus narices sin que adopten medidas correctoras con anterioridad. Tal parece que el Banco Popular se ha hundido en un mes, antes no pasaba nada, sus directivos afirmaban ayer, camino de Frankfurt, que seguía teniendo un valor en libros muy superior a su capitalización bursátil, que, en números redondos, nunca cayó por debajo de un par de miles de millones de euros, que alguien por lo visto se ha llevado en la noche del 6 al 7 de junio de 2017. Para que luego hablen del asalto al tren de Glasgow…
Los culpables, y ojalá sean los demandados, son los que ahora se nos van a poner de perfil e incluso pretenderán ponerse medallas por haber resuelto el problema limpiamente y sin costo para el erario público
Si los inspectores del Banco de España y de la CNMV y los auditores no detectaron los problemas, que respondan por su incompetencia, y, si lo hicieron y sus informes no fueron seguidos, que respondan por prevaricación sus superiores. Y, de paso, a ver si alguna vez la Agencia Tributaria se entera de algo negativo para sus afanes recaudatorios, porque en España, si el fisco detecta beneficios superiores a los declarados acude con el mazo, pero si la actividad inspectora comprueba beneficios inferiores, suele dar por buena la declaración del sujeto pasivo y no devuelve de oficio los tributos obtenidos en exceso, un auténtico chollo para quiebras fraudulentas y blanqueo de capitales. El Banco Popular creo que declaró beneficios hasta el último ejercicio, en el que ya cantó parcialmente la gallina, ahora el nuevo dueño podrá pedir la devolución del Impuesto de Sociedades pagado indebidamente en los ejercicios no prescritos, ¿no?
En las Ventas, cuando el presidente pifia en sus decisiones, se grita a coro por el público “¡Fuera del Palco!, ¡Fuera del Palco!”. A ver si ahora asistimos a un clamor semejante y a ver si, a diferencia de lo que sucede en los toros, alguien, de verdad, deja el palco que tan indignamente ocupa para nunca volver.
Joaquín Osuna Costa es notario y agente de Cambio y Bolsa.