El Roto ha regresado de Cabuérniga en plena forma. Sirvan de muestra sus viñetas en El País del domingo –“tenemos una España vacía y la otra hueca”-, del lunes –“los datos no parecen opiniones porque están cifrados”- y del martes -el abandono de la nación genera okupas nacionalistas-. Así coincide con la cuestión acuciante que plantean Carl T. Bergstrom y Jevin D. West en su libro Contra la charlatanería. Ser escéptico en un mundo basado en los datos: formar al público para hacerle capaz de identificar falacias lógicas y evitar que por la senda de la condescendencia se incapacite para polemizar sobre argumentos cuantitativos o para detectar el engaño subyacente en las afirmaciones estadísticas o en los análisis de la inteligencia artificial, que encubren el sesgo de opinión mediante la manipulación cifrada.
Aquí, el miércoles, para la mesa de diálogo y de todo lo demás, que está prevista en Barcelona, se venían cantando las alineaciones de la Generalitat y del Gobierno, mientras el presidente Sánchez se hacía el interesante jugando con la incógnita de su comparecencia en carne mortal ante los reunidos en tan distinguido cenáculo. Por fin, ha confirmado que así será, aunque sólo sea para saludar y bendecir la mesa. El equipo del Govern, aferrado al raca-raca, adelanta que quiere como entrantes la amnistía, el referéndum y la fecha para proclamar la independencia; de postre, reclama recuperar la ampliación del Prat, que debería emprenderse por Sánchez y los suyos aportando la módica cantidad de 1.700 millones de euros de inversión, pero haciéndolo como culpables, de forma que nada puedan objetar los defensores a ultranza de La Ricarda contra los inquilinos del Palau de la plaza de Sant Jaume. El equipo de Moncloa parece que nada tuviera que exigir ni defender.
Para mayor claridad la señora portavoz y ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez, se adelantó a sentar doctrina el pasado 19 de julio haciendo saber que todo se hará dentro de la ley y nada fuera de ella. Una línea a la que vino a sumarse, sagaz, la delegada del Gobierno, Teresa Cunillera. No esperábamos menos de ambas altas cargas, aunque sus manifestaciones sobre el marco legal sigan dejándonos in albis sobre cuáles sean los propósitos del presidente Sánchez. Se diría que su estrategia es “engañar sin mentir abiertamente”, lo que nuestros autores norteamericanos llaman paltering”, que equivaldría a engatusar, induciendo deliberadamente la extracción de conclusiones erróneas, las cuales, sin ser técnicamente falsas, facilitan mentir utilizando la verdad.
De vuelta a Barcelona, enseguida comprobaremos que toda la reunión de la mesa del miércoles se dedicará a la redacción del comunicado final, del que Pedro Sánchez quiere estar ausente".
Es lo que dicen los chelis cuando aseguran “si te dijera la verdad mentiría”. Todo eso es posible gracias a que muchas veces lo que decimos de forma literal no es exactamente lo que intentamos comunicar. Se ha acuñado el neologismo implicatura para describir cómo se usa una cierta frase que tenga un significado concreto, en lugar de atenerse al que le corresponde literalmente. El recurso a la implicatura proporciona un gran margen de maniobra para decir cosas engañosas y luego abogar por nuestra inocencia, utilizando la brecha que hay entre el sentido literal de una oración y lo que ella implica.
De vuelta a Barcelona, enseguida comprobaremos que toda la reunión de la mesa del miércoles se dedicará a la redacción del comunicado final, del que Pedro Sánchez quiere estar ausente porque empieza a considerar que a él no le compromete lo que dice sino solo lo que se haya dicho por los demás delante suyo, habida cuenta de la tendencia de sus interlocutores a concluir que quien escucha, asiente.