La recién elegida presidenta del Congreso, la catalana Meritxell Batet, pasa la pelota al Tribunal Supremo para que decida si los políticos independentistas presos deben o no ser suspendidos como diputados, tal y como consta en el artículo 21 de la Cámara. Hábil movimiento político en un momento de alta complejidad. Recuerden, volvemos a tener elecciones este domingo. Y después del domingo esperemos que todos los representantes públicos elegidos por el pueblo dejen las estrategias políticas para dedicarse al cargo para el que han sido elegidos: servidores públicos.
Los jueces, por tanto, deben mojarse, y teniendo en cuenta que el proceso judicial está abierto parece de sentido común que sean ellos, los mismos que han dado permiso para que los presos fueran a recoger sus actas de diputados, los que determinen si pueden o no ejercer el cargo público. La pelota está en su tejado. De momento, sus correspondientes carteras de piel marrón de diputado, los portátiles y los móviles que les dan en el Congreso se han quedado ahí, no se los han podido llevar a Soto del Real. Eso sí, sus móviles particulares sí que los han podido utilizar fuera de la cárcel, ofreciendo una imagen aparentemente normal de una situación totalmente anómala en democracia. Nada hay de normal en un país con políticos presos de los que aún no se ha probado ni que hayan saqueado las arcas públicas, como lo han hecho muchos otros que están en libertad, ni que se hayan alzado en rebelión.
Después del domingo esperemos que todos los elegidos por el pueblo dejen las estrategias políticas para dedicarse al cargo para el que han sido elegidos: servidores públicos
Volviendo al hilo, buena maniobra de la nueva presidenta del Congreso. Evita con esta decisión posicionarse ante algo tan delicadoasunto para el interés político como la suspensión o no de Junqueras, Sánchez, Turull y Rull. El PSOE, como todos, sigue así su campaña electoral. Las imágenes que nos ha dejado el Congreso con la constitución de la Mesa no tienen desperdicio. Con Vox han vuelto los tirantes a la Cámara legislativa -esperemos que no vuelvan los puros y los cigarrillos, por aquello de preservar la salud de sus señorías-; y en el lado opuesto las camisetas, también hemos visto muchas. Atrás queda la moda uniforme de traje y corbata. Es la imagen de la vieja y la nueva política. Cada vez también hay más vestidos, ojalá en poco tiempo veamos muchos más.
Juramentos y promesas de cumplimiento a la Constitución de la que tanto se habla y que tan poco se cumple: vivienda digna, sueldo digno, acceso de todos los ciudadanos y ciudadanas de este país a una educación pública de calidad... Eché de menos que dos programas estrella de televisión hubiesen hecho un análisis de lo acontecido en el Congreso: ‘Aquí hay tomate’ y ‘Caiga quién Caiga’. De estudio son las caras de los presos junto a Inés Arrimadas y Albert Rivera, el saludo de Junqueras al presidente Pedro Sánchez, el amarillo de Miriam Nogueras o Santiago Abascal justo detrás de Sánchez copando protagonismo. Tenemos mucho de qué hablar. Nos espera una legislatura digna de ‘Aquí hay tomate’.