Detrás de cualquier conflicto político está la economía, el dinero, los jayeres, el vil metal que forma una de las tres patas que mueven el mundo junto con el sexo y la vanidad. No es por vanidad que el vicepresidente del Govern Pere Aragonés, la persona que más corta el bacalao en Esquerra extramuros de Lledoners, se entiende, haya llegado a un acuerdo para disponer de unos presupuestos. Llevaba ese simulacro gubernamental que denominamos piadosamente ejecutivo catalán dos años con prórrogas y la cosa olía a cadáver mal embalsamado. Con las discrepancias de su aparente socio Junts per Catalunya acalladas por la sordina de la doble moral burguesa imperante en estas tierras, el vicepresidente ha dicho que los Comuns han accedido a pactar unos números que salen del bolsillo de todos para pagarle la fiesta, por lo general, a unos pocos.
Aragonés se queja de que si España nos diera lo que corresponde otro gallo cantaría y de que son unos presupuestos muy sociales y blablablá. Qué va a decir. Siguen masacrando a la clase media, aunque se jacten de haber bajado el IRPF a las rentas bajas. Pero aquí quien sostiene el sistema no son ni los muy pobres ni los muy ricos, sino los autónomos; los que cobran un poquito más del salario mínimo interprofesional; los pequeños y medianos empresarios que son quienes crean de verdad riqueza y puestos de trabajo; los que currando como negros no llegan para pagar a proveedores, empleados, alquileres, consumos, impuestos y, además, poder vivir.
Suben el impuesto de sucesiones, siendo este un robo fundamentado en volver a pagar lo que el finado pagó de sobras en vida. En el tramo autonómico del IRPF, según el Registro de Economistas Asesores Fiscales, las rentas medias son quienes más pagarán. Nuevas tasas medioambientales, impuestos a las bebidas azucaradas, en fin, todo lo rebañable de un plato más que rebañado. La fuga de cuatro mil empresas, la renuencia a invertir en una región inestable o que Cataluña haya dejado de ser un motor económico, en detrimento de Madrid o Valencia, ni se comenta. El vicepresidente tampoco ha dicho ni pío de la marcha de la SEAT de Martorell o del Mobile de Barcelona ni del impacto que supondría en pérdida de ingresos. Aragonés, ocupado en ponerle una vela a Sánchez y otra a los podemitas, debe tener poco tiempo libre para la economía real, la de las PYMES, la de los comerciantes, la que se interesa por la desertización de determinados barrios o localidades con una tasa cada vez mayor de pérdida de PIB propio. Total, a cambio de sus votos, ya vendrá el gobierno de turno a darle más pasta a la Generalitat, así que ¿para qué hacer olas?
Si empezamos a contar administración improductiva, medios de comunicación que sin el erario público deberían cerrar, subvenciones a entidades de amiguetes y demás gabelas, esto no se arreglaría ni con el presupuesto del Aga Khan
Pero como lo suyo es, también, demostrar que Esquerra sabe gestionar la mar de bien, dice que habrá presupuestos como si la marcha de la economía dependiera de que se pongan de acuerdo cuatro políticos en un despachito más o menos coquetón. A ver, jóvenes, que el bono de la Generalitat sigue considerándose basura y la deuda autonómica ha pasado en estos años de 25.661 millones en 2009 a los 78.600 registrados este último trimestre, del 17,70% al 34,20. Le debemos más de cincuenta y ocho mil millones al Estado, dependemos de las transferencias del FLA para pagar nóminas y, como remate de años de jornadas históricas y procés, cada personita que nace en Cataluña llega debiendo 10.390 pavinis. Como para tener trillizos.
Menos mal que hablan de un pacto de ingresos y fiscalidad y no de gastos, porque ahí también nos quedaríamos de pasta de boniato. Si empezamos a contar administración improductiva, medios de comunicación que sin el erario público deberían cerrar, subvenciones a entidades de amiguetes y demás gabelas, esto no se arreglaría ni con el presupuesto del Aga Khan. En eso, cero recortes. Pero neocomunistas y republicanos están satisfechos porque dicen que lo acordado supone una reforma fiscal nunca vista desde hace al menos veinte años. Lo mismo que pasará cuando Esquerra y PSOE acaben por hacer público lo que están pactando por debajo de la mesa. Muy progres, antifachas, feministas y lo que ustedes quieran, pero pagando, ¿eh?, pagando.
Pagando los de siempre, claro, que no veo yo a la señora Botín con las maletas a punto para huir del soviet.