Vuelve Pumpido, comentan los corrillos de la Justicia. ¿Vuelve? Pero si nunca se ha ido. Ahí sigue, en el Constitucional, laborioso como siempre. Prudente y silencioso como nunca. Cándido Conde Pumpido (La Coruña, 70 años) es el nombre de moda entre togas y puñetas. Se le sitúa en el vértice de una serie de jugadas que darán la vuelta al tablero de nuestro achacoso mundo judicial.
Pedro Sánchez ya dejó dicho en los micrófonos de RNE que la Fiscalía es cosa del Gobierno. Y que actuará en consecuencia. Volarán cabezas. María José Sagarra, en la cúspide del Ministerio Público, parece sentenciada. No se plegó a las directrices políticas en el juicio del procés. Ya hay sustituto. Suena desde hace más de un año Pedro Crespo. Ahora, con mayor intensidad. Fue hombre de Pumpido en su secretaría técnica, milita en la asociación de los fiscales progresistas y no le falta ambición. Ya brujuleó su nombre, no hace tanto, como candidato a la Fiscalía Anticorrupción.
El antiguo fiscal general siempre ha sido un personaje simpático y extrovertido. Se lleva bien con las derechas y las izquierdas aunque nadie duda del pie ideológico que cojea
La Fiscalía es una institución clave y decisiva en estos tiempos de agitación. Por sus despachos desfilarán asuntos trascendentales, como son los flecos de entarimado del procés, el posible juicio de Puigdemont, medidas cautelares a los golpistas..."Crespo no dará sorpresas", comenta un fiscal muy amigo. Pumpido le respalda y Pumpido vuelve a mover muchos hilos. El antiguo fiscal general siempre ha sido un personaje simpático y extrovertido. Se lleva bien con las derechas y las izquierdas aunque nadie duda del pie que cojea. Fue la fiel herramienta de Rodríguez Zapatero en los tiempos de negociación con ETA.
Ahora está de vuelta, en el centro de todos los chismes y en el eje de todas las apuestas. En los ambientes judiciales vieron su mano en la filtración más estruendosa de los últimos años. También sembró polémica su actuación en el amparo a los activistas que asaltaron el Parlamento catalán. Ahora le sitúan a la cabeza de los aspirantes a presidir el Tribunal Constitucional. Cuatro de sus miembros ya han caducado y esperan relevo. Entre ellos, Juan José González Rivas, el presidente. Y ahí es cuando aparece la efigie rubusta de Pumpido, amparado, apadrinado y recomendado por toda la izquierda de la judicatura y de buena parte de la política.
Los enormes errores del PP
Conde Pumpido en el TC y Crespo en la Fiscalía. De ser así, de cuadrar los augurios, la Justicia quedaría bajo el control absoluto del Sánchez. Para redondear el cuadro, será preciso alcanzar consensos, pactar mayorías. Y ahí entra el PP, sin cuyos votos podrá hacerse lo de Crespo, pero no lo de Pumpido. Atento Pablo Casado, cuidado con reeditar fieros errores del pasado.
El PP nunca ha sabido manejarse con habilidad por los meandros de la Justicia. Ha actuado con ingenuidad y torpeza. "Esto a Rubalcaba no le pasa", comentaba un alto cargo de Génova en los tiempos agónicos de la Gürtel. Dos párrafos inauditos redactados por un juez de indisimulable querencia ideológíca sirvió en bandeja a Sánchez la defenestración de Mariano Rajoy. Y así todo.
El PP ha de estar ahora más atento. El cambio que pretende Sánchez, si finalmente consigue sacar adelante su fatigosa investidura, es triple. Un movimiento crucial de piezas. El fiscal general, el Constitucional y atención también al Supremo. Lesmes tarde o temprano tendrá que irse y Marchena ya declinó tal posibilidad. El presidente del tribunal del procés no quiere cambiar ni de sala ni de cometido. Surge tímidamente un nombre inquietante, pura especulación de pasillo, Juan Antonio Xiol, ahora en el Constitucional pero que ya presidió interinamente el Supremo tras el escándalo Dívar. Xiol ha dejado escritas páginas de enorme controversia en nuestra reciente historia judicial, con Batasuna o el propio Junqueras como protagonistas. Sería Xiol la hipotenusa perfecta del triángulo de las Bermudas de la Justicia que algunas mentes calenturientas ya perfilan: Sánchez quizás lo intente, pero Casado tiene la última palabra. Aunque sea ciega, ojo a la Justicia.