Opinión

El periodismo 'ilustrado': “¿Pensaría lo mismo si fuera su hija la de ese portal?”

Es mediodía del viernes y la bajeza desciende otro piso y alcanza el sótano. Al Rojo Vivo conecta con una periodista valenciana que se encuentra delante de una pancarta que reza:

  • La Audiencia de Navarra ha condenado a los cinco miembros de La Manada a nueve años de prisión por un delito de abuso sexual continuado con prevalimiento.

Es mediodía del viernes y la bajeza desciende otro piso y alcanza el sótano. Al Rojo Vivo conecta con una periodista valenciana que se encuentra delante de una pancarta que reza: “No es abuso, es violación”. La especialista en información de tribunales -como la presenta García Ferreras- afirma que la sentencia del tan cacareado caso de la violación en Pamplona “es una condena a muerte a todas las mujeres”. Lo hace enfurecida, con palabras atropelladas. En su discurso, no falta la frase más manida durante estos días: “usted (señor juez) no debe tener hijas ni hermanas”. Dos días después, en ese mismo canal, La Sexta, la presentadora Cristina Pardo entrevista al abogado defensor de 'La Manada', cuyo pecado parece ser tratar de aminorar la pena de sus clientes. Es decir, cumplir su labor. En un momento de la conversación, la intrépida periodista le pregunta: “¿Pensaría lo mismo si fuera su hija la que estaba en ese portal?”.

Lo que ha ocurrido estos días lo plasmó con suma precisión Eugenio Raúl Zaffaroni, juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en uno de los números de la extraordinaria publicación argentina Página 12. Lo bautizó como “criminología mediática” y lo situó como uno de los fenómenos habituales en los Estados donde la prensa, la opinión pública y el poder político se han dejado seducir por el populismo más ramplón y han convertido los sucesos más truculentos en una fuente de derecho.

Decía Zaffaroni -en 2011- que la criminología mediática es a la académica más o menos lo mismo que el curanderismo a la medicina. Y añadía: “Los políticos desconcertados no advierten que la criminología mediática es extorsiva y que frente a una extorsión nunca se debe ceder, porque cada vez el extorsionador exigirá más y las concesiones no harán otra cosa que fortalecer su método (…) Pedirán entonces pena de muerte, expulsión de todos los inmigrantes, demolición de los barrios precarios, desplazamientos de población, castración de los violadores, legalización de la tortura, reducción de la obra pública a la construcción de cárceles, supresión de todas las garantías penales y procesales, destitución de los jueces, etc.”.

La extorsión mediática se practica en España porque genera buenos réditos en sus impulsores, ante la suma incapacidad de los gobernantes para comprender que quien acostumbra a emplear el método de “plata o plomo” rara vez quiere reconducirse hacia la vía del diálogo racional. A quienes manejan los hilos del país les puede el miedo a la impopularidad, como a esos bancos que pagaban a Ausbanc el 'impuesto revolucionario' por anunciarse en su revista y no sufrir una campaña de descrédito. O como a Mariano Rajoy cuando, en un momento de incertidumbre económica, con Bruselas en el cogote, la deuda disparada y en contra de su voluntad inicial, decide subir las pensiones para calmar a la calle, que, en gran parte, protesta con razón tras haber sufrido los duros efectos de la crisis en sus hogares. Así ha actuado también el ministro de Justicia, Rafael Catalá, cuando este lunes ha sugerido ante los medios que quizá el juez que emitió el voto particular del caso de 'La Manada' no está en plenitud de facultades.

La criminología mediática es a la académica más o menos lo mismo que el curanderismo a la medicina

Periodismo de piolet

Creo que no hace falta decir que el acto cometido en Pamplona por esos cinco matones de barrio es execrable y que la víctima merece ser tratada con el mayor de los respetos y reparada en consonancia con el daño que sufrió. Está claro que hay algo que no funciona en el sistema cuando los individuos se ven impulsados a conformar 'manadas' para derramar testosterona y tratar de paliar la incapacidad de sus miembros por separado. Caiga quien caiga. Ahora bien, habría que recordarle a 'la Pardo' -que busca el aplauso fácil- que el derecho a la defensa no puede ser cuestionado cuando le convenga a la jauría.

El periodismo criminológico hace tiempo que renunció a respetar la presunción de inocencia. De las palabras de esta presentadora de La Sexta se deduce que el próximo paso bien podría ser el de exigir juicios sumarísimos -y sin abogado defensor- para quien decida la turba. “Señor letrado, ¿pensaría lo mismo si fuera su hija?”. La bajeza es preocupante.

El comportamiento de los fabricantes de 'telebasura informativa' y 'telebasura política' ha vuelto a ser irresponsable, pues ha consistido en ofrecer un altavoz a los ruidosos y minimizar el debate sobre la complejidad que entraña aplicar la norma en estos casos, en los que ni siquiera los expertos están de acuerdo sobre si lo que se cometió en Pamplona fue un delito contra la libertad sexual con prevalimiento; o una agresión sexual perpetrada con intimidación. Así lo destaca la periodista María Peral, referente en información de tribunales y así lo ignora la jauría, que la ha emprendido contra un tribunal sin tener en cuenta que los jueces ni pueden ni deben rebasar los límites de la ley, buena o mala. Y dura lex, sed lex. No hay más. Lo demás, es posverdad.

El comportamiento de los fabricantes de 'telebasura informativa' y 'telebasura política' ha vuelto a ser irresponsable, pues ha consistido en ofrecer un altavoz a los ruidosos y minimizar el debate sobre la complejidad que entraña aplicar la norma en estos casos

Resulta obsceno escuchar las opiniones que atribuyen la decisión de los jueces a una manía personal o a una tara psicológica. Y todavía rechina más comprobar cómo los legisladores -que tienen en su mano crear o perfeccionar cualquier norma- la emprenden contra los jueces. Así lo ha hecho el ministro de Justicia, así lo han hecho PSOE y Podemos; y así lo ha hecho Albert Rivera, que afirmó que respeta y acata la sentencia, pero que, “como padre”, le cuesta entenderla. ¿El partido llamado -autodefinido- a regenerar España tomará las decisiones en función del interés general o “como padres”?. Es un tacticismo que roza lo chabacano y que no es la primera vez que emplea la formación naranja.

Las Ana Rosas y cómo exprimir a las víctimas

Lo que ha ocurrido durante los últimos días es el resultado de magnificar un suceso para llenar horas de pantalla. Para mayor gloria de 'las Ana Rosas', las que se manifestaron el 8 de marzo en favor de la igualdad, pero no son capaces de concluir -o no quieren, mejor dicho- que la exposición mediática es un horrible cicatrizante para cualquier mujer que ha sido violada. Se utiliza a las víctimas, se exprimen sus miserias y, cuando la audiencia se agota de oír hablar del caso, se les tira a la basura. Algún periodista se cercioró en su día de que la aberración cometida por ese grupo de indeseables en las fiestas de San Fermín iba a servir para hacer ganar dinero a su empresa. En esas condiciones, está todo dicho, aunque la sufridora sea puesta en la diana. Y aunque la calle se encienda.

Algunos de los que menos escrúpulos han demostrado en estos casos se han erigido como una especie de guardianes de la moral y vigilantes de la linde que separa lo correcto de lo incorrecto. Uno de ellos, me dijo hace unas semanas, en una conversación informal, que durante los últimos tiempos se había esforzado por convencer a los editores de que había que guardar la calma en un momento en el que la tensión se había disparado como consecuencia del desafío independentista. Basta con visionar unos minutos su tertulia televisiva para caer en la cuenta de que consejos tengo, pero para mí no tengo. Allí sobra moralina y falta Orfidal.

El análisis pausado se ha dejado de lado por el ansia por amasar audiencia y beneficios. Y eso ha sumido en un peligro estado de ansiedad a los ciudadanos, que se han lanzado a la calle para reclamar penas ejemplares sin que desde estos medios de comunicación hayan recibido el mensaje de que cualquier reforma del Código Penal -y no discuto que sea o no sea necesario hacerlo- requiere un debate largo y sosegado. Algo, por cierto, que no se ha producido en España en anteriores ocasiones, en las que se ha cambiado la ley lisa y llanamente porque había que hacer guiños al electorado, como han denunciado los expertos juristas. Puro populismo.

El análisis pausado se ha dejado de lado por el ansia por amasar audiencia y beneficios

Quizá haya llegado el momento de dejar de hacer la vista gorda con el 'periodismo criminológico' y con la política-espectáculo. Entre otras cosas, porque se alimentan de la agitación sin atender a las consecuencias que genera en los ciudadanos. Atresmedia y Mediaset ganaron 142 y 197,5 millones de euros en 2017; y algunos de los nuevos diarios digitales están saliendo adelante gracias a su especial afán por mantener a la sociedad en este estado de ansiedad, dañino, destructor e insostenible a largo plazo. No es sano ni decente que aparezca en el televisor de cientos de miles de hogares, a la hora de comer, una señora que afirma que la sentencia de un caso de violación en grupo condena a la pena de muerte a todas las mujeres. Ni que desde otro plató se busque el aplauso fácil con la presión a un abogado que lo único que ha hecho es tratar de defender a sus clientes, como es su deber.

Ni ese periodismo debe perdurar, ni las Administraciones ni las empresas que financian los medios deben ceder ante sus presiones. Si ese modelo perdura, jamás tendrá lugar la tan ansiada y necesaria regeneración de la democracia española.

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