Opinión

Por qué Sánchez odia a Ayuso

Sánchez, que será muchas cosas menos tonto, sabe que haciendo tambalear a Ayuso dispara en la línea de flotación del PP

  • Pedro Sánchez en el Congreso Federal del PSOE en Sevilla -

De la entrevista que le hizo a la presidenta de Madrid mi querido Antonio Jiménez en El Cascabel de Trece TV me quedo con que el enemigo a batir, según Sánchez, es Isabel Díaz Ayuso. El presidente ha movilizado su ejército contra la lideresa popular: ministerios, partido, sindicatos, medios afines, todo lo que sea susceptible de recibir órdenes y cumplirlas está en pie de guerra contra el valor más fuerte del centro derecha español. Sánchez, que será muchas cosas menos tonto, sabe que haciendo tambalear a Ayuso dispara en la línea de flotación del PP.

Fíjense como los ataques al presidente Mazón de Valencia, con ser indignos y de una gran mendacidad unida a esa impostación tremenda de la izquierda, son mimitos si los comparamos con la campaña bestial que vive la madrileña desde hace años. No han tenido escrúpulos: el padre de Ayuso, QEPD, todavía es objeto de titulares y soflamas cuando se ha cumplido el décimo aniversario de su fallecimiento. El hermano, el novio, su jefe de gabinete Miguel Ángel Rodríguez, todos son objetivos para la manguera que dispara lodo a chorro. Todavía están con los muertos de las residencias cuando la responsabilidad la asumieron Sánchez y Pablo Iglesias, por entonces en el gobierno, siendo Madrid una de las CCAA con un índice más bajo de defunciones de ancianos.

Luego está lo de que si su estado mental, que solo ha sabido llevarle la cuenta de Tuiter al perrete de Esperanza Aguirre – otra mujer liberal que tuvo que soportar la basura que le lanzaba esa progresía de manifiesto y pisazo millonario -, en fin, la de Dios es Cristo. Pero, aun y así, Ayuso ha ido acabando limpiamente con todo lo que le ha puesto delante la zurdería. Implacable en la dialéctica es como Pichi, una flageladora. Y los otros venga terne que terne, y ella dando bofetadas políticas con la mano abierta y poniéndoles el paño al púlpito a esos señoritos que levantan el puño, apuntan con el índice y cobran lo que un trabajador no aspira a cobrar ni en sueños.

Sabe, desde lo más hondo de su alma negra, que en esta guerra tiene las de perder. Al tiempo

El resultado ha sido la mayoría absoluta de Ayuso – no del PP, ojo – y que sea de los pocos políticos importantes que pueden ir por la calle sin temor a la gente que se le acerca, porque lo que quieren es saludarla, darle dos besos o hacerse un selfi. Por esto la odia Sánchez, porque Ayuso es lo que le gustaría ser y jamás podrá. Sánchez no puede dar un paso sin llevar una escolta digna de la guardia mora del Caudillo, por lo numerosa; Sánchez ha de despejar el perímetro – piadosa expresión que significa que no se acerque nadie a menos de cien metros o más – a la que va a cualquier sitio; Sánchez no ha ganado las elecciones por mayoría absoluta o simple y para gobernar ha tenido que pordiosear su poltrona con los que apoyaban a ETA, los separatistas golpistas y supremacistas catalanes y lo peor en política española que en cualquier otra democracia estarían ilegalizados hace años. Sánchez odia a Ayuso porque, por más que fiscales generales que le echen, acaba siempre como la política honesta que es.

Quizá sea eso lo que más odio le produce a Sánchez, pues intuye que su salida será, no lo duden, por asuntos de conchabeos. Y es que no todos los políticos son iguales. No es lo mismo lo del novio de la presidenta, un asunto con Hacienda que no habría tenido importancia si no fuese la pareja de quien es, que lo de Begoña, el hermanísimo, Koldo, Ábalos, Aldama, Tito Berni y paro, porque la lista crece cada día. Sánchez odia a Ayuso. Sabe, desde lo más hondo de su alma negra, que en esta guerra tiene las de perder. Al tiempo.

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