Opinión

El progresismo y sus trampantojos

Hoy, como en tiempos de Churchill, que no entendió la utilidad de la reciprocidad arancelaria, los progresistas creen tener otra oportunidad para montar su trampantojo definitivo

  • Winston Churchill político, historiador y escritor británico

El pasado 28 de junio, mientras en España los discípulos del progresismo de Soros y Maduro decidían nuestro futuro, se conmemoraba en el resto de Europa el centenario del Tratado de Versalles, pacto hecho a espaldas de Rusia, una apuesta fallida por la paz en Europa y cuyos fundamentos errados siguen afectando el destino del continente y de la UE, también de reparto de cargos pre-electos para "organizarnos" la existencia. Esa es la molesta conclusión que se desprende de una obra, también de centenario, escrita por Halford Mackinder mientras transcurría la trascendental Conferencia de París, un pensador cuya trabajo es el pilar central de la geopolítica actual se de EE.UU., la UE, China o Rusia y al que ya tratamos en "La conquista de Eurasia".

La obra en cuestión lleva el título de "Ideales democráticos y realidad" y es una de esas de las que se dice que toda "cabeza bien amueblada" debería haber leído, una expresión de nos hace imaginarnos que entramos en unos grandes almacenes y, al llegar al mostrador, nos atiende don Gustavo Bueno, quien intentará arreglarnos el desaguisado cultural del experimento político actual, un querido pensador español que, en una de sus últimas conferencias programadas, "Las cuatro Europas", concluía, con el genio y la gracia que le caracterizaba, que la UE es un trampantojo. Pues bien, en las raíces de ese y otros desaguisados actuales se encuentra, por mala comprensión, la obra de Mackinder y su tiempo que hoy celebran un siglo (o ciclo generacional), temas que exploraremos hoy.

Demócratas vs."organizadores"

Con la perspectiva de quien contempla la historia de guerras mayores cada, más o menos, cien años y traumatizado como estaba por la Revolución Francesa - otro trampantojo democrático, como nuestra Segunda República -y la Revolución Rusa, el estratega y parlamentario conservador de origen escocés- nada que ver con los neo-lazis de aquí y de allí -, tira por la calle del medio y apuesta por la paz y la reconstrucción de Europa, con unos análisis que mal leídos por cabezotas desamuebladas llevan directamente al genocidio.

¿Y qué iba a hacer él, no escribirlo? Pues no, obviamente y, tras advertir del propagandismo y la manipulación de las masas -cotidiano en la España de hoy-, de la trágica Revolución Rusa y del problema alemán, entre otros temas, se fija en los "organizers", los "organizadores", precognición tal vez de los "tecnócratas" (también previó la OTAN) , y se pregunta quién ganará, si ellos, que aparecen como los "buenos", o los "idealistas", es decir, los demócratas, que somos muy malos malísimos y enemigos de la "tranquilidad". Lo que ocurre es que la "tranquilidad" de la paguita y el parir sin dolor son imposibles, sobre todo cuando revienta el invento de los "organizers" (¿O es "manganizers"?), supuestos poseedores de una verdad que creen inalcanzable a los representantes elegidos por los gobernados. ¿Y quién designa a los "organizers"?

Cínicos impecables

A veces uno tiene la impresión de que los europeos, con la excepción de Tocqueville y algún otro pensador español que no diremos -no sea que nos banéen como a sus principales seguidores en twitter, barbaridad ocurrida, al parecer, con la complicidad y entusiasmo de un masivo medio "liberal y progresista español" (tres mentiras)-, nos negamos a aceptar y a aprender de los progresos logrados en las Américas y, no contentos con eso, luego queremos darles lecciones con nuestros trampantojos políticos.

[Sería extremadamente difícil que un sistema uninominal a doble vuelta permitiera la elección de un plagiario o un gobierno que cambiara la demografía de la nación]

Por supuesto que tenemos experiencias propias, en las que ellos se inspiraron, como la Asamblea ateniense, pero hay una más antigua, de nuestras raíces culturales, que nos la recordaba en una de sus excelentes conferencias (enlace) sobre estos temas otro sabio español, don Dalmacio Negro, refiriéndose nada más y nada menos que Santo a Tomás de Aquino en su Suma Teológica, en la Cuestión 105 (Parte I-IIae, C105), en la que, al tratar del buen gobierno y otras cosas de interés actual, hace una de sus genialidades pues, además de citar a Platón, basándose en el texto Bíblico, explica como Dios da a Israel una forma de gobierno representativa donde el pueblo elige representantes directamente.

Llegado este punto, lo esperable, en la UE, es la aparición de una legión de expertos demócrata-cristianos (¿ni lo uno ni lo otro?) haciendo requiebros (los progresistas se burlarían) para enmendar a Dios y meter ahí su sistema electoral proporcional de listas de partidos estatales, "no sea que elijan a cualquiera", que diría Manzano. Puede ser, lo que encuentro extremadamente difícil es que si el sistema fuera uninominal a doble vuelta eligiéramos a un plagiario, a alguien que mintiera sobre sus títulos académicos, a un sujeto como Iglesias o a un gobierno que cambiara la demografía de la nación (en España 643.000, solo en 2018), en un indicio claro de traición y de fraude electoral; eso por solo poner unos pocos ejemplos. Y todo debido al pathos de la servidumbre voluntaria de los europeos, ahora encantados con la "organizer" mayor, doña Úrsula von der Leyen, acusada de casi todo lo anterior.

El ‘ethos’ liberal

Aún siendo "tory", sorprende el componente iliberal de Mackinder, cuando el amor a la Libertad es algo muy de los anglosajones; desde la Magna Carta Libertatum y el rescate del hábeas corpus en la crisis de ciclo de 1215, a que cuajara en el pueblo la Reforma anglicana, luego la Revolución Gloriosa y la Carta de Derechos, o cuando prohibieron al esclavitud y la persiguieron globalmente, algo que les costó el 40% del presupuesto nacional e innumerables problemas con sus aliados, o por la letra de su segundo himno nacional (Rule, Britannia!) o cuando, siguiendo el credo geopolítico de Mackinder, se jugaron el Imperio defendiendo Polonia ante Hitler, o el mismo Brexit (incluso Hong Kong), cuesta entender su oligocracia de "organizers".

Luego está el caso estadounidense, con su independencia, cuyo detonante (también pasó en Latinoamérica) fue que les impidieran elegir representantes, fin primordial del Liberalismo, o durante su Guerra Civil por la esclavitud, que también nos dejó su hermoso Himno de Batalla de la República (video), ese con el que fantasea nuestra "izquierda" hasta que ven su letra y descubren que es el canto, tal vez el más bello, de un soldado cristiano dispuesto a morir por hacer al hombre libre como Cristo lo hizo por hacerle santo (versión original). Luego aparece un berzotas progresista como Obama, levantando el dedo con el que vende la "sumisión" esa que nos aflige a diario, diciendo que EE.UU. no es una nación cristiana y poniendo el acento en los errores, enmendando la totalidad; porque "oyes, ninguno de los tres anteriores es perfecto", que menudos descubrimientos hacen algunos.

Lobos y corderos

En tiempos de Mackinder el Reino Unido tenía en torno a cuarenta millones de habitantes y, de ellos, unos setecientos mil estaban afiliados a clubs. Él asistía a las cenas de The Coefficients, compartiendo mantel con personajes como H.G. Wells o Bertrand Russel. Dicho club fue fundado por dos miembros de la Sociedad Fabiana (S.F.), quizás la sociedad política más influyente de nuestro siglo, creada por un psíquico y situada en las antípodas del Liberalismo; en su escudo luce un lobo con piel de cordero que, en vez de estar asaeteado, porta orgulloso el estandarte de la S.F. y, más allá de su trasfondo anti-cristiano, menudo imán para taimados de todo tipo fueron a buscarse.

[Se han inventado un ‘liberalismo’ que es un canto a la crueldad social y que llena las urnas a los progresistas impidiendo una salida democrática a la crisis actual]

El objetivo de la S.F. es ir progresivamente hacia el socialismo (lo de "progresismo" no viene de Progreso precisamente), donde, en palabras de una de sus musas, Annie Bessant, los votos ya no cuentan (como algunos referéndums de la UE) y "gobernará una aristocracia socialista" (como en España y la UE, donde todos son hijos de alguien); con o sin carnet de dicha sociedad (¿Soros?), estos lobos van disfrazados de liberales y copan los organismos internacionales, donde hay verdaderas dinastías expertas en vivir como dioses de "lo público" por generaciones. También he de decir que en su momento, hace muchos años, en la S.F. me atendieron muy amablemente.

Censura y fin de ciclo

Para colmo de males, en el continente, se han inventado un "liberalismo" que es un canto a la crueldad social y que le llena las urnas a los progresistas cerrando la salida democrática a la crisis actual. Cuando a éstos les recuerdas temas de representación ciudadana (p. e.) y gobierno o mejoras sociales, que ya exploró Gladstone, como la legislación sobre salud y paro, o sobre Pensiones, de los gabinetes liberales de 1905-1915, te ven como un hereje, creyendo, en su ignorancia de lo más básico, que te inventas las cosas y hablas de una manda podemita, cuando parecía salidos de un club nobiliario (miembros). Y lo peor es que rebuznan y luego cocean.

Aquellos liberales británicos (Asquith, Lloyd George, Churchill, etc.) fallaron en combatir el mercantilismo, al no entender la utilidad del uso inteligente de la reciprocidad arancelaria, con lo que al final no pudieron sostener el orden interno y global de entonces, algo parecido a lo de ahora (cosas de los ciclos) y que tratamos en artículos como "El complejo militar industrial y sus aliados", entre otros. Y hoy, como entonces, los progresistas creen tener otra oportunidad de caza mayor para montar su trampantojo definitivo.

Luego, para rematar, están los conspiranoicos, que si realmente conocieran esa "teoría", sabrían que usarla parcialmente es el rol dado en ella a los tontos útiles. No se líen, que no es eso, es simplemente, como dice la Teoría Generacional, un orden y un pensamiento dominantes, en este caso los "progresismos", que ya son disfuncionales y que, o se cambian y derribamos sus trampantojos o destruyen a las naciones, de ahí su desespero censurando gente, persiguiendo a los repúblicos y usando troles y algoritmos tramposos; todo muy salvaje. Contra eso y para un tránsito civilizado de orden, la solución es un sistema electoral representativo que acabe con esta partitocracia; entonces, Mackinder, actualizado y corregido, sí es muy útil para buscar el interés de España en la esfera internacional, ahora que el viejo orden muere. ¿O acaso prefieren seguir siendo siervos de lobos con piel de cordero a ser libres?

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli