Existe un conocidísimo y exitoso programa diario de humor en la radio con una sección titulada Twitterías que recuerda mucho a las tonterías de toda la vida pero en versión 2.0. Da cuenta del cuarto de hora de gloria en la red protagonizado por personajes públicos y privados de lo más variopinto, y su selección de tuits suele oscilar en consecuencia entre lo hilarante, lo estrambótico y lo demencial... pero ahí queda, los oyentes saben que es ficción, entretenimiento puro y duro. Punto.
Por eso llama la atención la obsesión de los políticos en general, y de los del PSOE y Podemos, en particular, de emular a Donald Trump en su afán de airear trapos sucios a través de esa misma red, el empeño en tomarse en serio como medio de comunicacion universal uno que como usuarios a solo 4,9 de los casi 48 millones de españoles.
Diríase que desde que el 25 julio fracasara la investidura de Pedro Sánchez y sumieron a la izquierda en un desencanto por el que, digámoslo todo, muestra querencia histórica, ambos partidos han decidido tirarse los tuit a la cabeza pensando, seguramente, que sus electorados -sobre todo el morado, mucho más joven- está ahí. Y andan dando el espectáculo.
Como será, que hasta los dirigentes sindicales y otros colectivos reunidos esta semana con el presidente del Gobierno en funciones le han pedido públicamente "menos Twitter" (sic) y más sentarse a negociar cara a cara con Pablo Iglesias y los suyos si no quiere elecciones.
Para Carmen Calvo, Pablo Echenique solo se dedica este agosto a lanzar "exabruptos" en Twitter. Ni una idea. Debe ser que lo del presidente en funciones en Marivent diciendo que ahora "desconfía" de su hasta antes de ayer "socio preferente" es música celestial.
Pero el de Podemos, lejos de achantarse, le ha lanzado otro tuit retador:
https://twitter.com/pnique/status/1159549860900671491?ref_src=twsrc%5Etfw
Viene esta reflexión a cuento de mi perplejidad, que no viene de la última semana. Ver en la prensa el relato de las 48 horas últimas antes de la votación fallida del 25 de julio, y en particular el episodio del whasapp que envía Calvo a Echenique y que este no lee porque es más de Telegram, da para muchas reflexiones pero me quedo con una que le viene al pelo... ¿Qué puede salir mal?
Twitter es una inmensa caja de resonancia y los socialistas y sus "socios preferentes" deberían saber que cuando uno se mete y se deja llevar por el ruido ambiente que crean los hooligan a favor y los haters (odiadores profesionales de todo y a todos) acaba no distinguiendo la partitura.