Opinión

¿Quién voló el Nord Stream?

Rusia lleva meses perjudicando sus propias exportaciones de gas para intensificar la crisis energética y debilitar así el apoyo que recibe ucrania de Europa occidental

  • El gasoducto Nord Stream

Cuatro fugas en los gasoductos Nord Stream 1 y Nord Stream 2 burbujean desde hace dos semanas en los aledaños de Bornholm, una isla danesa en el mar Báltico a unos 200 kilómetros de Copenhague y a 60 de la ciudad de Ystad, la más meridional de Suecia. En todos los casos las fugas se encuentran en aguas internacionales, pero dos están en la zona económica exclusiva de Dinamarca y las otras dos en la de Suecia. Según el derecho marítimo, las aguas territoriales son doce millas náuticas desde la línea de costa y las siguientes 200 millas se denominan zona económica exclusiva, es decir, son aguas internacionales de libre tránsito, pero el Estado más cercano tiene prioridad para explotar recursos como la pesca, el viento o el subsuelo marino.

Las fugas se detectaron el lunes 26 de septiembre por una caída de presión repentina en los dos gasoductos. La fuerza aérea danesa envió un F-16 de reconocimiento a la zona y tomó unas fotografías en las que veían unos círculos de unos 200 metros de diámetro burbujeando en alta mar. Las burbujas eran de gas metano, es decir, CH4, lo que comúnmente conocemos como gas natural. Dado a que el gas metano es muy inflamable, los equipos de mantenimiento no pudieron empezar a evaluar el daño hasta unos días después, concretamente hasta el pasado fin de semana. Las autoridades danesas anunciaron que las filtraciones en su zona económica se habían prácticamente detenido, mientras que una de las filtraciones de la zona económica sueca había disminuido y la otra había aumentado. Los gobiernos de Suecia y Dinamarca dan por hecho que se trata de un sabotaje realizado con explosivos que alguien depositó e hizo detonar junto a los gasoductos. La semana pasada en una reunión de la OTAN en Bruselas el representante danés informó a sus aliados que estimaban que los saboteadores habían empleado unos 500 kilos de TNT para cada una de las secciones dañadas

Esta hipótesis la comparten también los Estados Unidos y Rusia, pero ambos se acusan mutuamente de haber sido los responsables. Ninguno pone, eso sí, pruebas sobre la mesa, simplemente sospechas. En Europa ha sucedido lo mismo. La mayor parte de los políticos europeos han señalado a Rusia a pesar de que un eurodiputado polaco, Radoslaw Sikorski, había publicado el día 27 un tuit en el que mostraba una de las fotografías tomadas por la aviación danesa con un lacónico “gracias, Estados Unidos”. A eso se ha agarrado el Kremlin para fundamentar su acusación.

Ambos proyectos fueron impulsados hace años por Vladimir Putin y la entonces canciller de Alemania, Angela Merkel. El primero de los gasoductos entró en servicio en 2011, el segundo nunca lo ha hecho

Los gasoductos tienen dos dueños diferentes. El Nord Stream 1 es propiedad de una empresa con sede social en la ciudad suiza de Zug llamada Nord Stream AG. Entre sus accionistas se encuentran Gazprom y varias empresas energéticas europeas como la alemana Wintershall Dea, la holandesa Gasunie y la francesa Engie. El Nord Stream 2 pertenece a Nord Stream 2 AG y tiene su sede también en Suiza. Sus accionistas son Gazprom junto a varias energéticas europeas como la alemana Uniper, la austriaca OMV y la británica Shell. Nord Stream 2 presentó la quiebra en marzo de este año por lo que ya no tiene actividad.

Ambos proyectos fueron impulsados hace años por Vladimir Putin y la entonces canciller de Alemania, Angela Merkel. El primero de los gasoductos entró en servicio en 2011, el segundo nunca lo ha hecho. Se terminó de construir el año pasado y estaba previsto que empezase a bombear gas este año, pero la oposición de EEUU, varios países del este de Europa y Los Verdes en Alemania demoraron la certificación. Luego Putin invadió Ucrania y el nuevo Gobierno de Olaf Scholz decidió suspender sine die su entrada en servicio. Los dos gasoductos estaban llenos de gas. El número uno porque hasta hace unas semanas todavía bombeaba una pequeña cantidad hacia Alemania, aunque en el momento de la explosión se encontraba parado. El segundo se llenó de gas el año pasado para preparar su certificación. Ese gas del interior del ducto es el que se ha escapado a la atmósfera durante la última semana, pero al estar los dos cerrados no ha comprometido el suministro a Europa occidental.

Juan Carlos Monedero tuiteó que todo apunta a que EEUU había volado los gasoductos y Pablo Iglesias, en su programa La Base, explicó que Rusia no tiene motivación alguna para dañar su propia infraestructura

La pregunta que todos se hacen es quién diablos está detrás del sabotaje. Hay dos hipótesis sobre la mesa. La primera, defendida por el Kremlin, es que ha sido una operación encubierta de Estados Unidos. Esta hipótesis se fundamenta en que, con los dos gasoductos destruidos, Europa tendrá que traerse el gas natural de Estados Unidos en buques metaneros. Con los gasoductos sin reparación posible, Alemania ya no podrá traerse gas siberiano directamente y eso le alejará de Rusia. Para apuntalar su versión de los hechos, el Kremlin muestra el tuit de Sikorski como prueba inequívoca de que Estados Unidos está detrás de esto. También señala el lugar donde los gasoductos han sido saboteados, en las cercanías de Dinamarca y Suecia, el primero miembro de la OTAN y el segundo a punto de entrar. Durante la última semana los terminales mediáticos del Kremlin y todos los que difunden sus mensajes en el exterior del país han insistido en esta hipótesis. Pero no tienen pruebas, es una simple suposición. En España la ha apoyado tanto la derecha identitaria pro Putin como el entorno de Podemos. Juan Carlos Monedero tuiteó que todo apunta a que EEUU había volado los gasoductos y Pablo Iglesias, en su programa La Base, explicó que Rusia no tiene motivación alguna para dañar su propia infraestructura.

En el otro lado se señala a Rusia como la autora del sabotaje. En principio carecería de sentido ya que ambos ductos son de propiedad rusa y, al menos con el primero, la empresa Gazprom ha hecho mucho dinero. Pero ninguno de los dos gasoductos funciona. Ha sido la propia Rusia la que ha ido a lo largo del año disminuyendo los envíos por el Nord Stream 1 hasta detenerlos por completo, así que han estado saboteándose a sí mismos. Podrían haber ganado mucho más dinero bombeando al máximo por el Nord Stream 1, pero han preferido racionar el suministro para hacer subir los precios y meter en problemas a los países de Europa occidental. En resumen, han empleado de forma deliberada el gas como arma, algo de lo que el propio Putin presume siempre que puede.

Esa restricción deliberada ha puesto a los europeos en manos de los exportadores de gas natural licuado como Estados Unidos, Noruega o Qatar, pero no tanto por gusto como porque no les ha quedado más remedio. Cuando se aprobaron las sanciones en febrero se dejó al margen al gas ruso. Fue entonces cuando Putin decidió exigir que se pagase el gas en rublos para sostener a su propia divisa al tiempo que aminoraba el suministro por el Báltico hasta detenerlo en un par de ocasiones. Rusia lleva meses perjudicando sus propias exportaciones de gas para intensificar la crisis energética y debilitar así el apoyo que recibe ucrania de Europa occidental.

Estados Unidos, además, no da abasto para surtir al mercado mundial de gas. Que una parte de la producción se licúe para venderse en Europa a precio más alto ha hecho subir los precios allí empujando aún más la inflación hacia arriba. Seguramente a las gasistas estadounidenses eso les parece una gran idea, pero no tanto al Gobierno, que anda desesperado con la escalada de precios poco antes de las elecciones de medio término.

Dañar un gasoducto que no bombea porque Rusia no quiere que bombee no va a aumentar las ventas de GNL estadounidense y podría fracturar el vínculo transatlántico

Podría haber sucedido que a alguien en el Pentágono se le hubiese ocurrido la brillante idea de sabotear una infraestructura energética en Europa, pero muy poco ganaría con ello y, si fuesen descubiertos, la relación con sus aliados quedaría muy tocada. Los costes de hacerlo serían mucho mayores que los beneficios. Dañar un gasoducto que no bombea porque Rusia no quiere que bombee no va a aumentar las ventas de GNL estadounidense y podría fracturar el vínculo transatlántico, algo en lo que, por cierto, Putin está muy interesado desde siempre. El gasoducto, a fin de cuentas, siempre se puede reparar si la relación entre Occidente y Rusia mejora en el futuro, pero es más difícil recomponer la confianza con un amigo después de una traición.

Al principio el Kremlin aseguró que ambos ductos habían quedado inutilizados para siempre, pero hace unos días, en un giro inesperado de los acontecimientos, Gazprom propuso enviar gas a Europa a través del Nord Stream 2, cuyos daños son, según ellos, reparables, pero habría que certificar antes su entrada en servicio. Si en Alemania aceptan sería toda una victoria para Putin, que habría conseguido poner el funcionamiento el segundo gasoducto por la puerta de atrás. Eso ha hecho sospechar a muchos de que el sabotaje corrió a cargo de Rusia. Tiene las capacidades y una base naval cercana desde donde llevar a cabo la operación, la de Kaliningrado, cuartel general de la flota rusa del Báltico, ubicada a menos de 300 kilómetros de donde se han detectado las fugas.

Un escenario muy complicado

Por ahora todo son conjeturas mejor o peor fundamentadas. Hasta que no se lleve a cabo una investigación detallada e independiente no saldremos de dudas. Daneses y suecos han enviado una misión conjunta porque se encuentra en su zona económica exclusiva. Rusia despachará técnicos ya que los gasoductos pertenecen a una empresa rusa. Alemania y Polonia también quieren participar. Puede darse una situación complicada porque al lugar acudirán buques de la armada danesa y sueca, los técnicos de Gazprom y es muy probable que se presenten también unidades navales rusas. La posibilidad de que esto escale es evidente, pero hay que saber quién lo hizo, a partir de ahí ya podremos deducir el por qué.

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