Opinión

¡La república no existe, idiota!

Este viernes Barcelona nos ha deparado momentos de todo tipo. Algunos tristes, como la agresión a nuestro compañero Cake Minuesa; otros, jocosos, como la frase de un Mosso a un

  • ¡La república no existe, idiota!

Este viernes Barcelona nos ha deparado momentos de todo tipo. Algunos tristes, como la agresión a nuestro compañero Cake Minuesa; otros, jocosos, como la frase de un Mosso a un manifestante.

Un separatista con uniforme de guarda rural increpaba a un Mosso. El policía le dijo “Oye, eres funcionario como yo, deberías defenderme a mí y no a esos hijos de puta”. El interpelado, con un aire de majestad que para sí lo hubiese querido Eugenia de Montijo, le espetó una necedad “Yo defiendo la república”. Ah, señoras y señores, ahí al Mosso le saltó el fusible y le gritó “¡La república no existe, idiota!”.

Eran ganas de darle una ducha de realidad al tractoriano, convencido de que existe esa república puigdemontiana al igual que hay quien cree que nunca llegamos a la luna o que Sánchez es un estadista. Leyendas urbanas, mitos, al fin y al cabo, que precisamos los seres humanos para consolarnos de nuestra pobre condición mortal con hipoteca y reuma. Fue mucho peor ese chorreo dialéctico que las mangueras de agua que emplean en otros países para disolver manifestaciones violentas, como las que CDR et altri llevaron a cabo ayer en Barcelona. Nunca deja de sorprenderme que, tras un enfrentamiento con los violentos, el saldo de heridos sea siempre más elevado entre las fuerzas del orden que entre los agresores.

Pero la realidad se acaba imponiendo, y de la misma manera que ni existe la república ni se la espera en Palau después del pacto entre Sánchez y Torra, que no se han atrevido a explicar públicamente por miedo a que sus propios seguidores los corran a gorrazos, la alegre, simpática y cívica revolución amarilla perdía en algunos momentos esa condición festiva. Nos referimos a las piedras lanzadas contra los Mossos en el Paral.lel, los escraches a compañeros y compañeras de los medios de comunicación acusándolos de mentirosos – “Prensa española, manipuladora”, gritaban los encapuchados – o la infame agresión a Cake Minuesa por parte de un energúmeno, que le propinó un puñetazo en la nariz.

Como estos separatas tienen más pico que un tucán, rápidamente se sacaron de la manga cosas como que lo de Cake era un montaje o que las agresiones eran actos cometidos por infiltrados de extrema derecha

Claro que, como estos separatas tienen más pico que un tucán, rápidamente se sacaron de la manga cosas como que lo de Cake era un montaje o que las agresiones eran actos cometidos por infiltrados de extrema derecha que, astutos cual mandarín oriental, estaban entre las filas de los cívicos CDR con la única finalidad de desprestigiar al mundialmente admirado movimiento de la estelada. En fin. Aun dirán que fue el propio periodista quien se arreó un sopapo. Algunos comentarios escuchados por ahí no andaban lejos de tamaña felonía. “Claro, si va con un micro de Intereconomía, ¿qué quería que pasase?”. Lo mismo que con el consejo de ministros, una provocación. Todo lo que no sea su ideario supremacista es provocar, desde llevar una insignia con la bandera de España en la solapa a pedir que eduquen a tus hijos en castellano – también – en el colegio que pagas.

Está tan podrida la convivencia en Cataluña que mucho nos tememos, ahora que la concordia, el diálogo y el té con pastas imperan, que a los constitucionalistas no les quede otro remedio que exiliarse, meterse debajo de la cama o hacerse monjas de clausura. Porque el acuerdo entre socialistas y separatistas supone, entre muchos otros aspectos que tendremos ocasión de ir explicando si Dios quiere, la amputación a la brava de lo que de resistencia al nacional separatismo existía en mi tierra. Y no son enemigos que sepan contemporizar, precisamente, sociatas e indepes. En Sociedad Civil Catalana ya se está empezando a visibilizar esto que digo.

La república no existe; existe la Constitución, idiotas

A estos políticos que han dejado desde siempre a los pies de los caballos a quienes no comulgan con el Pi de Les Tres Branques les convendría mucho una terapia intensiva con el Mosso al que hacía referencia. La república no existe; existe la Constitución, idiotas. Eso debería traerse sabido de casa y, hasta que no cambien las reglas del juego de manera democrática, a saber, mediante urnas, es lo que hay. Y que dure muchos años, añadimos.

De este guirigay que apenas ha comenzado podemos extraer algunas conclusiones. Habrá una consulta pactada lo suficientemente confusa, ambigua y extravagante como para que no satisfaga a nadie, habrá la impunidad de siempre para los separatistas con cambio de roles, ocupando Esquerra el lugar de la ex Convergencia, habrá un aislamiento durísimo con todo lo que huela a Constitución y asociaciones que se muestren inequívocamente partidarias de esta.

Y habrá, porque la vida es así, un aumento espectacular de VOX tanto a nivel nacional como autonómico

Y habrá, porque la vida es así, un aumento espectacular de VOX tanto a nivel nacional como autonómico. Desde luego, la campaña en Cataluña se la ha dado hecha el honesto agente de la autoridad con su lógica aplastante. Idiotas, no existe lo que defendéis, a ver si nos vamos enterando. Mientras tanto, protejan sus narices y otras partes sensibles porque la alegre muchachada del lacito amarillo ya tiene patente de corso. Bueno, más de la que tenía, queremos decir, lo que no es moco de pavo.

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