No ha pasado desapercibido el último movimiento político de Albert Rivera para seguir en eso que se llama el "centro", que no es otra cosa que el "centro de atención"; lo que toda la vida han hecho quienes se tienen por líderes políticos: marcar la agenda política.
Andaba un tanto huérfano de titulares pomposos como aquellos que no hace tanto pronosticaban: "Ciudadanos ganará las elecciones generales..."; huérfano de desayunos como aquel memorable que protagonizó en el Ritz el 24 de enero de este año, tal parecía que fuera a entrar en La Moncloa al día siguiente. 700 invitados, el tout Madrid político y empresarial se dio cita para preocupación del PP y de Mariano Rajoy; Casa Real incluida.
Pero como la política es caprichosa y el presidente del partido naranja forzó demasiado la máquina en su intento por echar a su socio popular de la Presidencia del Gobierno, de aquel fru-fru mediático apenas queda nada. O mucho, según se mire. 32 diputados y un poder de veto en la mesa del Congreso que ahora levanta para beneficio del Gobierno de Pedro Sánchez... Y del propio Rivera, a quien La Moncloa tiene arrinconado con el PP y Vox en "la ultraderecha".
Hace tiempo que a Rivera y a sus principales colaboradores se le habían encendido las luces rojas
De acuerdo en que lo de "la ultraderecha" es un espantajo que, recurrentemente, usa la izquierda para englobar todo lo que hay extramuros, pero a Ciudadanos particularmente el mote empezaba a hacerle daño por "el centro". Porque parece cierto. Sin ir más lejos, este domingo ha convocado en Alsasua un acto de su España Ciudadana y ya se lo han fagocitado PP y Vox, a tal punto que no le ha quedado más remedio que revolverse.
No hay que ser muy listo para darse cuenta de que a Albert Rivera, a su mano derecha, José Manuel Villegas, y a los asesores principales de la formación centrista habían empezado a encendérseles las luces rojas... que no todo es independentismo y bandera de España; que hay mucho electorado, en Cataluña y fuera de ella, refractario tanto al órdago independentista como verse en un totum revolutum mediático con gentes que dicen cosas como las que dice Santiago Abascal, por ejemplo, sobre los inmigrantes y la delincuencia.