Andan los separatistas más perdidos que algunas tesis, porque con ellos hoy puede ser blanco y mañana negro. No se aclaran entre ellos y es normal, han hecho tantas hojas de ruta que vayan a saber cuál es la buena.
Organización, hombre, organización
El proceso separatista ha conseguido que aquel Dragon Khan que padecimos los catalanes con el Tripartito se haya visto reducido a la leva marejadilla de una palangana. Se dicen y desdicen a diario sin el menor sonrojo, cayendo en tantas contradicciones que enumerarlas todas requeriría casi el mismo espacio que la tesis de Pedro Sánchez, y dispensen el símil. El último ejemplo de ese desbarajuste interno lo ha protagonizado el diputado al Congreso por el PDECAT Carles Campuzano, al que todo indica que le quedan tres telediarios y un parte meteorológico.
Resulta que el hombre, que es de los que se oponen a ese maximalismo estratégico, es un decir, de Puigdemont y Torra, va y pacta con los del PSOE, porque aquí de lo que se trata es de no quedar como unos cocheros. Y dentro de ese espíritu de diálogo que ya quisieran para sí los misioneros franciscanos, admite que en el texto se introduzca la frase “dentro de la legalidad”. Ah, amigo, craso error, porque la ilusión óptica no ha durado ni veinticuatro horas. Desde Bruselas, el fugadísimo Puigdemont ordenó que se retractasen. El ukase le llegó a Campuzano vía la jefa de los húsares de Pavía puigdemontianos, léanse los diputados kamikazes encabezados por la furibunda señora Miriam Nogueras, la misma que dice que ir “a España”, es decir, al Congreso de los Diputados, le produce “vergüenza”, aduciendo que allí no entienden lo que pasa en Cataluña. Uno piensa que con dimitir y no seguir cobrando un pastizal lo tendría todo arreglado y esos sofocos que se ahorraría, pero como doña Miriam es de suyo sacrificada, nos hace a todos el inmenso favor de aportar con su sola presencia, lustre y verbo florido un empaque notorio a los debates, que ya es aportar.
Como sea que Esquerra también no sabe si va o viene, el jocundo Tardà había anticipado que no pensaba votar tamaña barbaridad. ¿Qué significa eso de actuar dentro de la legalidad? ¡Hasta ahí podíamos llegar! Así pues, con tales mimbres, se elaboró la urdimbre del capazo en el que ha ido a parar el texto. Decía doña Miriam, que “Somos partidarios de dialogar y lo seguiremos siendo, pero sabemos muy bien que dentro del marco legal es perfectamente posible realizar un referéndum de autodeterminación para Cataluña”. Ahí es nada. Una lección de constitucionalismo, de sapiencia política, de conocimiento exacto y ajustado de las leyes españolas, diga usted que sí, y que otros vayan presumiendo de máster o de tesis, que donde esté una buena consiguen emanada de Puigdemont que se quite todo lo demás. Ni Cánovas ni Sagasta ni Romero Robledo ni Duato ni leches. Muy bien.
A Campuzano no le ha sentado nada bien, lógicamente, la patada que le han dado los hiperventilados al diálogo en su trasero y anda el hombre poniendo su cargo a disposición, porque ya se ve emprendiendo el mismo camino verde, camino verde que va a la ermita, que emprendió no hace nada Marta Pascal. Y es lo que me preguntaba hoy un amigo de Madrid, pero bueno, ¿esta gente quiere pactar, no quiere pactar, tienen una estrategia, dan palos de ciego o qué?
O qué, le he respondido con el semblante más serio que he podido.
Ya no saben qué inventar
Es normal que la masa separata vaya por la vida con un farol, cuales Diógenes contemporáneos, ya no buscando a un hombre, sino una línea de actuación. Porque mientras Torra dice que hay que implementar la república, el President del Parlament, el bello Roger Torrent, dice que no hay república que implantar. Ya dirán vuesas mercedes si eso no es esquizofrenia. Han escrito tantas hojas de ruta, han prometido tantas cosas, han sido tan bocazas, tan incontinentes, que ahora no tienen ni puñetera idea de lo que tienen que hacer, salvo los encarcelados y procesados, que ésos al menos saben que hay un calendario de juicios.
Cada día se levantan con alguna jaimitada, a cuál más contradictoria, estúpida y propi de aficionados de patio escolar, que suele ser inmediatamente jaleada por sus medios afines como si del descubrimiento de la pólvora se tratara. Todo, menos reconocer que ni hay proceso constituyente, ni república, ni ganas de infringir, ya no la constitución, sino la normativa de parques y jardines. Porque estos quieren ser independientes, claro, pero que les salga gratis y encima les den las gracias. Como han visto que el poder judicial actúa y el Estado, que no el gobierno, mal que bien va tirando y su curso es implacable, están diciendo cosas que luego no cumplen. Pero ahí tienen a los suyos que pinchan sus hermosos y níveos culetes, azuzándolos, diciendo que a ver si espabilan. Eso les da un yuyu que no vean. Claro, compadecer la mamandurria con la insurrección es muy difícil, de ahí que estas gentes de cargo oficial y consigna incendiariamente populista no sepan a qué santo, perdón, a qué republicano encomendarse.
Tienen a su favor que en Moncloa no hay gobierno, porque nos resistimos a calificar como tal a ese primer fascículo de la enciclopedia “Dedales de colección” que es el grupito de Sánchez
Tienen a su favor que en Moncloa no hay gobierno, porque nos resistimos a calificar como tal a ese primer fascículo de la enciclopedia “Dedales de colección” que es el grupito de Sánchez. También hay que sumar a esto que la masa separatista es capaz de deglutir cualquier memez, mucho más que una pitón, dónde va a parar. Como ya salieron el otro día, dieron unas voces – muy bien pensado eso del grito, desahoga un montón y relaja los nervios – y se cargaron de ardor guerrero de a cien pavos la camiseta y todos p’a casita que llueve, no han de preocuparse mucho por ellos. Así llevan desde el 2012.
Recuerdan mucho a aquellos líderes revolucionarios de pacotilla, carrera universitaria pagada por el papá franquista y más pico que un feriante, que vendían las bondades de la revolución. Si les preguntabas, yo qué sé, por el problema del agro, de la desindustrialización o de las drogas, te miraban con cara condescendiente soltando un “Compañero, todo eso no son más que contradicciones del sistema capitalista que un gobierno del pueblo sabrá solucionar en su momento”. Tal estupidez acompañada debidamente con en el remoquete de las condiciones objetivas les bastaba a los que, como esos falsos revolucionarios, no habían visto ni un campesino ni un obrero en su vida. Así pudieron ir haciendo tiempo para ir tirando a la espera de colocarse en algún gobierno, el que fuera.
Lo mismo les pasa a estos hijos e hijas de papá y mamá convergente. Están poco hechos a ir a las seis al currele, no sé si me entienden, a ganarse el pan con su propio esfuerzo, a arriesgar un capital que es siempre de su familia y un talento del que adolecen. Por lo tanto, van a la buena de Dios, perdón, de la república, e igual dicen que bien, que mal o que regular. Carecen de estrategia, aunque eso tampoco sea decir mucho pues dudamos que el PSOE tenga algo parecido a eso, como no sea aguantar en el machito hasta que toque convocar elecciones a ver si suena la flauta por casualidad.
PDECAT y los de Junqueras no se han puesto de acuerdo acerca de qué hacer con los diputados suspendidos por la justicia, especialmente con el ínclito Puigdemont
Por eso no es de extrañar que Esquerra sea hoy moderada en sus planteamientos para después ponerse farruca. De hecho, todo se reduce a un problema de dinero, ya saben, la pela. Si el Parlament está cerrado, además de porque resulta mucho más cómodo gobernar sin tener que dar explicaciones ni debatir con la oposición, es por una simple razón: PDECAT y los de Junqueras no se han puesto de acuerdo acerca de qué hacer con los diputados suspendidos por la justicia, especialmente con el ínclito Puigdemont. Claro si te suspenden, no cobras y si no cobras el hombre tendrá que pedirles más pasta a sus compis yoguis fascistas belgas.
Total, discrepancias muy ideológicas, ya ven. De ahí que, en lugar de hojas de ruta, yo les aconsejaría que hagan una hoja de Excel con ingresos y gastos de los interesados, interesadas y demás géneros. Una vez hecha, que nos la faciliten y así al menos sabremos del mal que hemos de morir, porque pagar, lo que se dice pagar, estas payasadas las acabamos siempre pagando los mismos. A saber, los de a pie.