Opinión

Salvemos las vacunas

Motivar siempre es mejor que castigar. Estamos en plena campaña de salvar la vacunación a tan solo un mes de la llegada de la Navidad. Todavía hay rezagados, escépticos ante

  • Una joven recibe la primera dosis de la vacuna Pfizer en el Hospital Zendal

Motivar siempre es mejor que castigar. Estamos en plena campaña de salvar la vacunación a tan solo un mes de la llegada de la Navidad. Todavía hay rezagados, escépticos ante los avances y descubrimientos de la ciencia, pero la ciencia ha demostrado que lo de la vacuna funciona. Nadie hubiese pensado que en un año tendríamos una vacuna lista para una enfermedad que ha parado al mundo y eso es mérito de la investigación y los recursos invertidos en el sector científico y sanitario, teniendo siempre en cuenta que lo más importante es el capital humano, esto es, todas aquellas personas dedicadas a conseguir el bienestar común.

Austria ha tenido que confinarse nuevamente con poco más de un 60% de población vacunada. Aquí somos ya más de 37 millones de personas inmunizadas, pero no es suficiente. O lo estamos todos, aquí en España y en el mundo, o va a seguir circulando la infección. Lo sabemos, pero por lo menos la vacuna es nuestra única protección, nos puede salvar de quedar postrado en la cama de un hospital durante días –en el mejor de los casos- o de no morir.

El debate se centra entre motivar o castigar y, cuando las cosas se ponen feas y lo están -basta con mirar a Europa- más nos vale apretarnos el cinturón de las medidas

Queda claro que sólo podemos actuar desde nuestro ámbito de competencia, sea en casa, en nuestra comunidad autónoma o país, pero todos tenemos nuestra parte de responsabilidad. Cuantos más sumemos a la lista de vacunados mejor estaremos todos y verlo en gráficos y estadísticas como lo estamos viendo recientemente aporta luz a la situación, a tener respuestas de cómo estamos y porqué. No sería de cajón tener que vacunar a nuestros pequeños mientras que siga habiendo adultos reacios a la vacunación en nuestro país. El debate se centra entre motivar o castigar y, cuando las cosas se ponen feas y lo están -basta con mirar a Europa- más nos vale apretarnos el cinturón de las medidas para evitar tener unas Navidades con más restricciones que turrones.

Por lo tanto, si hay que castigar, hágase, pero no sin antes seguir difundiendo campañas de persuasión para llevar a los que no quieren pincharse a que lo hagan, nos sigue yendo la vida a muchos. Por ejemplo con el coste de lo que supone una atención médica a un paciente de covid grave y menos grave, se dice que en el primer caso cerca de 40.000 euros. Si a muchos les tocan el bolsillo seguro que se le van las dudas. Pero no solo eso, es necesario hablar de los beneficios de estar y no estar vacunados, seguir lanzando mensajes de lo que podemos conseguir y perder. Nos las dábamos de tenerlo todo controlado y no es así, la pandemia nos sigue poniendo a prueba, ganando la partida.

Serían muchos menos los ciudadanos con necesidad de acudir a que les faciliten un plato de comida si no hubiesen perdido su trabajo por la pandemia y ahora lo tengan mucho más complicado para encontrar otro

Cuando vuelvo a oír lo de las burbujas, los grupos burbuja, no puede entrarme más que ansiedad, ansiedad de volver a ver cómo penden de un hilo las celebraciones tan merecidas y tan ansiadas. Nuestras relaciones familiares y entre amigos tan importantes para la salud. Recordemos que somos animales sociables que necesitamos del contacto de los nuestros para tener buena calidad de vida.  No obstante, habrá once millones de personas en este país, las que están diariamente en las colas del hambre, que tanto les da si es Navidad o no. Quizás los no vacunados se podrían preguntar si estas colas del hambre y la saturación de los hospitales, esas colas en las listas de espera para ser intervenidos o atendidos de males que no tienen que ver con el contagio, serían menores si todos nos hubiéramos vacunado todos. Creo que serían muchos menos los ciudadanos con necesidad de acudir a que les faciliten un plato de comida si no hubiesen perdido su trabajo por la pandemia y ahora lo tengan mucho más complicado para encontrar otro.

No entro en gestión política que ha sido nefasta durante años en atender la salud pública. Sabemos que hacen falta presupuestos para mejorar muchas cosas en el ámbito sanitario, e implementar otras sobre todo en salud mental –la tentativa de suicidio en adolescentes se ha incrementado este último año de pandemia en un 27%- pero hay que actuar cuanto antes para poder entrar en las celebraciones navideñas y en el invierno de la mejor manera posible. No es de recibo que la sanidad solo pueda atender a quienes están contagiados y deje de lado al resto durante unos meses, dos, tres, esto no se sostiene. Seguro que a muchos se les ha ido la vida. Por no entrar tampoco en ese reducido grupo de sanitarios o de personas que trabajan en residencias o atendiendo a personas directamente que tampoco se han vacunado. La Agencia de Salud Europea acaba de aprobar la tercera dosis para toda la población porque queda además demostrado que con el tiempo la vacuna pierde efectividad. Con los datos en la mano sólo podemos hacer una cosa para protegernos, seguir con la mascarilla y vacunarnos. Por nosotros, por los nuestros y por el bien de los demás. Cuídense, vacúnense.

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