Después de amagar tras las elecciones andaluzas con el derrocamiento de su íntima enemiga Susana Díaz y desistir porque aquello solo podía traer una nueva guerra generalizada en el PSOE, Pedro Sánchez ha optado ahora por el tan anglosajón wait and see, que por estos pagos se traduce en el conocido "esperar a que caiga la fruta madura".
El "efecto nómina de febrero", que es como los sanchistas andaluces llaman con cierta guasa al desalojo de más de 3.000 personas a sueldo -que formaban el verdadero núcleo de poder de Díaz en la Junta de Andalucía en las ocho provincias-, va a ser "demoledor". Ella ya no puede imponer nada, resaltan en Ferraz, a unos alcaldes que están en modo pánico porque temen verse también desalojados en sus consistorios del three party (PP, C's y Vox) del que habla el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero.
Así que, lenta pero inexorablemente, el partido que ha gobernado Andalucía durante los últimos 37 años va a ir tomando conciencia de su situación, y Sánchez espera que más pronto que tarde la oposición a Díaz salga del propio aparato local; que no la tengan que seguir ejerciendo como apestados los Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, hoy delegado del Gobierno, o el presidente del Comité Federal y alcalde de Dos Hermanas (Sevilla) Francisco Quico Toscano.
El 'efecto nómina de febrero' -el desalojo de las 3.000 personas a sueldo que formaban el verdadero núcleo de poder de Díaz en la Junta-, va a ser demoledor
Además, el presidente del Gobierno sabe que su principal apuesta, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, no es parlamentaria autonómica; es decir que cualquier operación de desembarco debe hacerse con luces largas, sin prisa, que la legislatura no va a durar menos de dos años.
Montero hubiera sido una buena candidata en caso de repetición de elecciones -ahí el presidente del Gobierno sí estaba predispuesto a dar la batalla para descabalgar a Díaz a pesar de haber ganado en las urnas el 2 de diciembre- pero la investidura de Juan Manuel Moreno Bonilla determina lo que el propio Sánchez ha calificado de "final de ciclo".
Una forma como otra cualquiera de decirle a la que fue su rival en las primarias socialistas en 2017, la misma que lo destronó de Ferraz por las bravas en aquel Comité Federal del uno de octubre de 2016 de funesto recuerdo, que vaya haciendo las maletas.
No va a permitir el inquilino de La Moncloa que la secretaria general del PSOE-A se atrinchere ni en el partido y en el Parlamento andaluz, de donde Susana Díaz no quiere salir ni para ir al pleno del Senado... no vaya a ser que esta vez le muevan la silla a ella.