Pedro Sánchez –acorralado por una crisis galopante que comenzó con la pandemia y se ha exacerbado por la invasión rusa de Ucrania; por unas calles que se incendian, un día por los transportistas y al otro por el abandonado mundo rural, e ignorado por sus socios europeos- se prepara para pasar lista al Íbex y compartir con los empresarios la paternidad de su rimbombante Plan Nacional de Respuesta al Impacto Económico de la Guerra.
Siguiendo la estela de los actos que organizaba el defenestrado Iván Redondo, el nuevo jefe de Gabinete Óscar López y el todopoderoso ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, llevan desde el martes pasado llamando a los jerifaltes de las principales empresas españolas para que acudan a la llamada del inquilino de la Moncloa. Y, sobre todo, para salir en la foto.
Sánchez anunciará por fin el lunes en el auditorio Beatriz de Madrid las líneas maestras del decreto que se aprobará al día siguiente en el Consejo de Ministros y entrará en vigor el mismo miércoles cuando se publique en el BOE. Hasta ahora, en las reuniones con CCAA, agentes sociales y con los Grupos políticos del Congreso, el Gobierno solo ha informado de las 8 medidas que afrontará el plan, pero sin desvelar cómo lo conseguirá porque, insiste Moncloa, había que esperar al Consejo europeo.
Sánchez y sus 8 objetivos
Sánchez, hasta ahora y de manera vaga, promete “bajar el precio del gas, la electricidad y los carburantes, apoyando en particular a los colectivos más vulnerables”; “apoyar a los sectores y empresas más afectados”; “reforzar la estabilidad de precios, evitando una espiral inflacionista”; “garantizar los suministros”; “proteger la estabilidad financiera”; “acelerar el despliegue del Plan de Recuperación, en particular la agenda de transición energética, para alcanzar cuanto antes la autonomía estratégica”; “impulsar la eficiencia energética” y “reforzar la ciberseguridad”. Eso sí, y coinciden todos los colectivos que se han reunido con el Gobierno, no han avanzado cómo.
Sánchez, tras gobernar por decreto y sin más acuerdos que con su izquierda, quiere aglutinar ahora las adhesiones en torno a su Plan, empezando por el Ibex. A sus socios de Gobierno ya los tiene: Yolanda Díaz ha anunciado que no romperá el Gobierno, por mucho que las calles se incendien o se traicione al pueblo saharaui. Fuera hace mucho frío y la vicepresidenta se aferra al escaño hasta el punto de aplazar su anunciada gira por España para promocionar su plataforma política.
Podemos se desangra, tanto en votos en todas las encuestas como en escaños en el Congreso. Otra diputada canaria del Grupo Morado acaba de dar un portazo a Podemos por su deriva “personalista” y su “sumisión” al PSOE. Eso sí, la canaria no deja el escaño. El marxismo de don Groucho: “Estos son mis principios, si no les gustan, tengo otros…”.
Con la tranquilidad de que Unidas Podemos seguirá dándole apoyo y solo Pablo Echenique hará aspavientos dialécticos en twitter pero seguirá cobrando mensualmente de su acta de diputado ligada a la coalición con el PSOE, en Moncloa quieren buscar la foto del apoyo de los empresarios. Por eso, han cerrado un acuerdo con los transportistas ‘dóciles’ y la ministra, que no se cansó de acusarles de “infiltrados de la ultraderecha”, se sienta con la minoría “rebelde”: hay que llegar al acto del lunes con las calles pacificadas para que el presidente pueda vender la foto del Plan contra la guerra.
Por ello, también, intentan confirmar desde el martes quiénes asistirán al Beatriz. Quieren a los banqueros –Botín, Torres, Goiri y Gortázar, Oliú-; a los constructores –Florentino, Del Pino-; por supuesto, a Pallete, pero también a los principales implicados en esta crisis, las energéticas a las que ya convocaron en Moncloa sin concretarles ni una medida: Reynés, Brufau, Imaz... Galán no podrá estar (se encuentra de viaje). Y la mayoría de los convocados no han confirmado su asistencia: no se acaban de fiar porque no conocen qué medidas se presentarán y no quieren refrendar “a ciegas” las medidas que presente Sánchez.
Galán no podrá estar (se encuentra de viaje). Y la mayoría de los convocados no han confirmado su asistencia: no se acaban de fiar porque no conocen qué medidas se presentarán y no quieren refrendar “a ciegas” las medidas que presente Sánchez
En Moncloa, sin embargo, insisten a golpe de teléfono con los gabinetes de los grandes del Ibex. Intentan confirmación de los primeros espadas, pese a la premura de la convocatoria, y confían en la memoria de los CEO y presidentes para cobrar recientes facturas (¿alguien se acuerda ya de los Fondos Europeos que iban a ser el maná que nos salvara de todos los males a los españoles y a las grandes empresas del país?) y que una buena representación arrope la presentación del Plan de Sánchez.
Moncloa, además, pretende que una foto de los capos del Ibex en el Beatriz dando calor a Sánchez sirva para dejar en soledad a la oposición por la derecha. La foto del Beatriz, con el Gobierno cohesionado tras una de las semanas más duras de contestación social y con el empresariado retratado en torno al presidente, dejaría otra vez al PP solo junto a Vox –piensan en Moncloa- en la semana en la que Alberto Núñez Feijóo será ungido en Sevilla como nuevo líder popular.
El lunes se pasará lista. Y de los líderes del Ibex que acudan al acto podrá colegirse si Pedro Sánchez tendrá apoyo y gasolina para intentar seguir hasta agotar la legislatura o si, por el contrario, un pinchazo en la foto retrata su soledad. En Moncloa, los teléfonos echan humo. Habrá que estar muy atentos al desayuno del Beatriz.