...Ya sé que el título de esta pieza chirría, pero retrotraigámonos al 31 de mayo, primer día del debate de la moción de censura contra Mariano Rajoy. Está respondiendo Pedro Sánchez a Albert Rivera y el hoy presidente del Gobierno pronuncia estas palabras:
"El señor Iglesias, también como consecuencia de las expectativas electorales que tenía entonces por unas encuestas que decían que iba a sorpassar al PSOE, pensó legítimamente -no digo que no- que a lo mejor iba a superar al PSOE, que se iba a convertir en el líder de la oposición y se iba a instaurar un nuevo bipartidismo, como dijo en un determinado medio de comunicación en una entrevista. Señor Rivera, le digo con todo el cariño y todo el respeto que ya veremos si es usted tercera fuerza política en las elecciones, ya veremos si usurpa el espacio que tiene el PP... si éste a partir de hoy hace sus deberes, ya le auguro un negro futuro".
La memoria de los periodistas es flaca pero leyendo el Diario de seisiones del Congreso y viendo la relajación de Pablo Casado el jueves pasado a su salida de la entrevista de tres horas (¡¡¡) de duración con Sánchez en La Moncloa, juraría que el inquilino de La Moncloa se ofreció a ayudarle con los deberes.
Porque, de que Casado apruebe la asignatura de liderazgo depende en gran medida el resurgir de un bipartidismo hoy muy tocado y que, paradójicamente, garantizaría al líder socialista una estabilidad política que hoy no tiene.
Se ha dado cuenta de que la mayoría que echó a Rajoy no está dispuesta a garantizarle apoyo parlamentario hasta 2020 y, por más que lo niegue con la boca pequeña, va a intentar que no se repita la actual correlación de fuerzas en las elecciones que habrá dentro de unos meses; no la correlación entre PSOE y PP, que esa es alternativamente abultada en uno y otro signo según el ciclo, sino entre PSOE y Podemos, y, sobre todo, entre el PP y Ciudadanos.
El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) arroja un preocupante para el PP empate con Ciudadanos, aunque sea en medio de la transición de poderes entre Rajoy y Casado; y éste se ha propuesto corregir ese dato a toda prisa con ayuda del presidente del Gobierno.
No había más que ver la sintonía que desplegaron para los fotógrafos a las puertas del edificio del Consejo de Ministros el jueves, horas después de hacerse público ese trabajo demoscópico, y el guante blanco con el que Pedro Sánchez trató a su rival al día siguiente en su primera y última rueda de prensa desde que es presidente.
Lo más duro que dijo de él al día siguiente fue que ve "algunos discursos extremistas" en relación a Cataluña y la inmigración en estas semanas que no le gustan... Vamos, que tachó con lapiz rojo los resultados de uno de los ejercicios de Cuadernos Rubio de primero de liderazgo, pero sin ir más allá. No en vano él fue quien había permitido a Casado la tarde anterior lucirse en la sala grande de ruedas de prensa... la que usan solo el presidente y el Consejo de Ministros.