Opinión

¿Era satánica la ceremonia de inicio de los JJOO?

El mejor engaño del Diablo, y el más poético, es hacernos creer que no existe. Servidor, a fuer de creyente y ávido lector de tebeos y novelas fantásticas cree que hubo un ángel, Lucifer, que se rebeló contra siendo exiliado por éste a los infiernos

El mejor engaño del Diablo, y el más poético, es hacernos creer que no existe. Servidor, a fuer de creyente y ávido lector de tebeos y novelas fantásticas cree que hubo un ángel, Lucifer, que se rebeló contra siendo exiliado por éste a los infiernos donde busca la perdición del ser humano y, acaso, espera el perdón divino. Porque el Diablo, no lo olvidemos, antes que nada fue el ángel favorito del Señor.

Como sea que comparto la tesis de Papini, que aseguraba que Dios debe querer al Diablo más que a nadie, puesto que estima más al pecador, según reza la parábola del Hijo Pródigo, no me sorprendió que el demonio me llamase citándome en un sitio de moda de esos donde sirven caro, malo y lento. “Son seguidores míos”, confesó, y se nota. Para la entrevista había adoptado la forma humana de un conocido intelectual francés de la gauche, un pobre diablo dado a la revolución desde su ático en el Faubourg Saint Honoré. Aquí también hay especímenes similares, pero al menos los franchutes han leído a Saint Beuve. Le pregunté la razón de su llamada y me dijo entre cigarrito y cigarrito – al demonio se le permite, lo que me produce un feo pecado de envidia puesto que servidor fuma en pipa – que estaba muy dolido con los periodistas. “Un gremio en el que tanta gente me ha vendido su alma y, cuando más lo necesito, va y me da la espalda propagando rumores sin fundamento”. Ante mi extrañeza, no que los periodistas tengan casi todos su alma vendida, sino por la queja luciferina el diablo expuso sus quejas amargamente. “Habrás visto la que se ha organizado con la ceremonia de los Juegos”. Le respondí que sí, y que me había parecido una auténtica blasfemia respecto a la religión católica así como a las ceremonias predecesoras, cargadas de simbolismo deportivo, a la hermandad entre los humanos y la exaltación de los más altos valores. “Completamente de acuerdo. A mí tampoco me gustó pero me pareció intolerable que muchos periodistas digan que fue satánica. ¿Tan carente de buen gusto se piensan que soy? ¿Tan kitsch, tan burdo, tan zafio, tan hortera? ¿Acaso no saben que he inspirado maravillas artísticas como el Fausto de Goethe, libro que toda persona debería leer, o, si hablamos musicalmente, la ópera de Gounod, con esa aria preciosa “Salut! Demere Chaste et Pure” que cuando la cantaba Don Alfredo Kraus hasta yo lloraba de emoción? ¿Tan chabacano me creen quienes me tildan de inspirador de aquella mamarrachada, del Pitufo enorme, de aquella representación de aficionados sin clase y de grandeza?”

¿Tan carente de buen gusto se piensan que soy? ¿Tan kitsch, tan burdo, tan zafio, tan hortera?

Ví que el Amo de las Tinieblas se desesperaba diciendo que a él lo habían representado en lienzo genios como Goya, El Bosco, Blake, Hogarth, Doré, Boulanger o Feuchére, y, por seguir con la música, que ahí estaban “Una noche en el monte pelado” del gran Mussorgsky, la increíble “Sonata del Trino del Diablo” de Giusseppe Tartini, o la “Condenación de Fausto” de Berlioz. Ah, pero que le echasen la culpa de aquella mascarada sin un ápice de buen gusto no lo pensaba consentir. Así que les devolvía las almas a periodistas y organizadores, que parece que también tenían tratos con el Maligno. Y ahí tienen ustedes ahora a una porción de gente de nuevo con alma, sin saber qué hacer con ella, y al Diablo arrepentido de tratar con humanos tan borricos. “Y mira que se lo dije a Dios, te equivocas con el hombre, no te dará más que disgustos y ya ves, Miquel, al final me los ha acabado dando incluso a mí”.

Tiene razón Belcebú, Aquello era tan deleznable que no puede considerarse de inspiración diabólica. Ay señor, ni al satanismo se lo toman en serio.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli