Opinión

¿Será Puerto Rico otra vez española?

El movimiento reunificacionista con España parece crecer al amparo del fracaso de las otras opciones que, parece, no llegarán nunca

  • Casa de España en Puerto Rico.

El pasado día 20 de junio de 2024, tuvo lugar un hecho relevante que quizá haya pasado desapercibido para muchos puertorriqueños, incluso para la prensa, pero no para un gran número de españoles que siguen las redes sociales. Dos representantes de sendas asociaciones han leído sus discursos (Annette Falcón lo hizo en español y José Miguel Veláquez en inglés) ante el Comité de Descolonización de Naciones Unidas en Nueva York.

Ambos ciudadanos no pretendían otra cosa que trasladar al Comité la situación calamitosa que vive Puerto Rico en diversos aspectos y por la que planteaban algo entre insólito y atrevido: resolver la situación descrita, de falta de soberanía, derechos democráticos o problemas con la electricidad por citar algunos, pidiendo al Comité la celebración de un plebiscito vinculante en el que aparezca la opción de la reunificación con España.

Que 126 años después de la invasión estadounidense haya puertorriqueños que se presenten ante el citado Comité y pidan la reintegración en España, merece una reflexión.

Puerto Rico fue la primera Comunidad Autónoma de España. Obtuvo su carta autonómica en 1897, pocos meses antes de la invasión estadounidense, y los naturales de la isla disfrutaban los mismos derechos que cualquier otro español.

En el año 1848, Estados Unidos ofreció a España la suma de 100 millones de dólares por Puerto Rico y Cuba, oferta que fue rechazada de plano.

Seis años más tarde, en 1854, la oferta de Estados Unidos subió hasta los 120 millones de dólares, oferta igualmente rechazada.

Fue por este motivo que en la ciudad de Ostende, Bélgica, se reunieron una serie de políticos norteamericanos y redactaron lo que se conoce como Manifiesto de Ostende, según el cual si España se negaba a vender sus provincias de ultramar, Estados Unidos debería declararle la guerra a España. Dicho manifiesto fue entregado al entonces Presidente de Estados Unidos, Franklin Pierce. Todos conocemos como acabó aquel episodio de la Historia.

Una especie de síndrome de Estocolmo obsesiona a muchos puertorriqueños que desean incorporarse a Estados Unidos como el Estado número 51, sin importarles que su cultura, idioma o costumbres queden disueltas

Sin embargo, aunque Estados Unidos prohibió la enseñanza en español durante 30 años, devaluó la moneda un 60%, prohibió la celebración de la Fiesta de los Reyes Magos, esterilizó masivamente a decenas de miles de mujeres puertorriqueñas sin su conocimiento, mantiene sin derecho a voto por el presidente a los ciudadanos en la isla e, incluso, sin derecho a votar por representantes en el Congreso y Senado, mantiene una ley de cabotaje que obliga a Puerto Rico a importar todos los productos que consume a través de la muy costosa marina mercante estadounidense, decía, que sin embargo, una especie de síndrome de Estocolmo obsesiona a muchos puertorriqueños que desean incorporarse a Estados Unidos como el Estado número 51, sin importarles que su cultura, idioma o costumbres queden disueltas en la cultura anglosajona definitivamente y para siempre.

Un porcentaje elevado de puertorriqueños está dispuesto a casi todo por conservar el pasaporte de Estados Unidos, que les otorga una ventaja y privilegio frente al resto de hispanos que sueñan con emigrar a Estados Unidos.

Y así, tras diversos plebiscitos celebrados en la isla, en que los ciudadanos han podido elegir entre la llamada “estadidad” (Estado 51 de la Unión), permanecer como estado Libre Asociado o la independencia, Puerto Rico sigue en ese limbo del E.L.A. (Estado Libre Asociado) con Estados Unidos, pues el Congreso de Washington no reconoce la validez de esos plebiscitos, que, por otra parte, han contado con muy poca participación, si bien han dado como ganadora a la opción de la “estadidad”.

Cabe recordar que Puerto Rico es propiedad del Congreso, es decir pertenece a Estados Unidos pero no forma parte del país y, cual finca de recreo se tratase, es gestionada desde el Departamento de Recursos Naturales del Gobierno Federal.

¿Se ha perdido la fe en que la anexión como Estado 51 resuelva los problemas? Se preguntan algunos con cierta razón, pues argumentan que si Estados Unidos no resuelve ahora los graves problemas que padecen los puertorriqueños ¿qué motivos hay para pensar que pueda hacerlo con la estadidad?

Podría plantearse algo similar con el ELA y las conclusiones serían similares. Mucho debería mejorar un nuevo ELA para que los problemas se resolvieran significativamente.

Y ni pensar en la independencia. Si los casos conocidos de corrupción no dejan de aparecer, cabe pensar que en un Puerto Rico independiente, este mal que padecen les arrastraría por caminos desconocidos y nada recomendables, amén de la posibilidad de caer en la órbita de países socialcomunistas.

Motivo por el cual, se ha de suponer que estos dos activistas han debido creer oportuno plantear la opción de la reunificación como algo a tener en cuenta. El movimiento reunificacionista con España parece crecer al amparo del fracaso de las otras opciones que, parece, no llegarán nunca.

Quizá tampoco llegue la reunificación pero sí que debería, al menos, ponerse sobre la mesa el debate sobre esta cuestión.

El relato de la miseria

España está atravesando por problemas políticos de primer orden, sin duda, pero ello no debe ocultar que se dispone de una economía sólida, un sistema de salud de alta calidad, gratuito y universal, infraestructuras y carreteras de primer nivel, un sistema eléctrico impecable ( que no disfrutan en la isla, con constantes apagones de horas y días)y muchos otros elementos que conforman el que los españoles tengan una alta calidad de vida.

La esperanza de vida de los españoles al nacer es de 84 años frente a los 76 de los norteamericanos (puertorriqueños incluidos). Este dato es muy significativo. No se alcanza esa esperanza de vida si no se disponen de los medios para lograrlo. Como dijeron en sus discursos nuestros compatriotas de ultramar: fuimos una provincia española próspera que estaba lejos del relato de miseria que nos han hecho creer.

¿Podrían volver a serlo?

Luis Mulió Sánchez es ingeniero, empresario y presidente de la Asociación Cultural en Acción Puerto Rico-España

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