Supongo que cuando Pablo Iglesias definía como "jarabe democrático" el acto de reventar una conferencia de Rosa Díez en la Universidad Complutense, que él mismo protagonizó el 23 de noviembre de 2014, o el escrache contra la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría en su chalé de la madrileña zona de Fuente del Berro, no pensaba ni por asomo que algún día alguien se lo acabara recetando a él y a los suyos en Galapagar.
"Bebida excesivamente dulce", reza la Real Académica en su segunda acepción de este vocablo de origen árabe -šarāb-. Confieso que me parece más completa esta otra de Google, y además se ajusta mejor a lo que recetaba el líder de Podemos cuando vivía en Vallecas y le parecía que comprarse un chalé con piscina a las afueras -Luis de Guindos et altri- era un acto indigno: "Medicamento que se presenta en forma de líquido espeso, generalmente dulce y pegajoso, elaborado a partir de una solución saturada de agua y azúcar a la que se añaden ingredientes naturales o químicos con propiedades curativas".
...Ahhhh, que tiempos aquellos en que todo se resumía en elaborar listas de merecedores de ese bebedizo "dulce y pegajoso" con "propiedades curativas"; listas de rivales, por descontado, que el alma de cierta izquierda es lo suficientemente pura y bella para verse contaminada. Es lo que tiene creerse en posesión de la verdad y de la Justicia social, muy propio de toda ideología redentora.
La metáfora del "jarabe democrático" que formuló Podemos, es tan falsa como aquel "café para todos" en boca del general franquista Queipo de Llano cuando quería decir a sus soldados soldados: "fusilen"
El problema de la metáfora del "jarabe democrático" que tanta fortuna hizo en los primeros tiempos de Podemos, es que es tan falsa como aquel "café para todos" en boca del general franquista Queipo de Llano cuando quería decir a sus soldados soldados: "fusilen" a tal o cual rojo tras la toma de Sevilla capital y su provincia.
Ya, ya sé que a Iglesias no se le ha pasado por la cabeza fusilar siquiera metafóricamente a los que no piensan como él, pero su jarabe siempre se me antojó más supositorio democrático que otra cosa, por aquello de los demonios infantiles de mi generación, que lo contemplaba como un acto sanitario violento cuyo efecto consistía en acojonar de tal manera a los virus y a nosotros que la fiebre bajaba de golpe.
Injusto, intolerable
No, señor Iglesias, no hay jarabes ni supositorios "democráticos", nunca los hubo, porque ni la discrepancia es una enfermedad ni la intimidación o la violencia son su medicina, mal que le pese al portavoz parlamentario de los morados, Pablo Echenique, que todavía este martes se esforzaba en hacernos ver que la intimidación es condenable según quien la practique:
https://twitter.com/pnique/status/1262633643987607552?ref_src=twsrc%5Etfw
Solo espero que con los años y la experiencia de estos días Echenique y su jefe de filas aprendan que el escrache al que se ha visto sometidos el matrimonio Iglesias/Montero y sus hijos, y el ministro José Luis Ábalos y los suyos por quienes utilizan la bandera de España a modo de capa, es tan injusto e intolerable como antes lo fueron los otros.
Yo no quiero que "el miedo cambie de bando", como pedía el socio Izquierda Unida en aquel vídeo que se hizo muy famoso hace casi una década, en plena ola post 15M; yo quiero vivir en un país sin miedo, que Iglesias y su familia puedan salir a pasear con los críos por los alrededores de la urbanización, aunque cada día lo veo mas difícil.
No es fácil "derrocar" un gobierno, como acusa Ábalos a Abascal y los suyos, pero lo es, y mucho, envenenar a una sociedad atemorizada y hastiada con esta prórroga del encierro sin horizonte claro
Nos hemos divididos en buenos y malos. Para sobrevivir políticamente a la pandemia, Pedro Sánchez insiste en elegir susto (Podemos) en vez de muerte (Pablo Casado) y aunque no tengo claro que lo logre, lo que sí tengo clarísimo que saldremos con la convivencia muy tocada; porque no es fácil "derrocar" un gobierno, como acusa Ábalos a Santiago Abascal y los suyos, lo es, y mucho, envenenar a una sociedad atemorizada y hastiada prórroga tras prórroga del confinamiento.
Que acabe pronto esto y salgamos del Estado de alarma rumbo a la normalidad todos juntos. Cuanto antes. Está en manos de Iglesias tanto como en las del presidente del Gobierno, Inés Arrimadas, Casado o Abascal, acabar con el clima de violencia, que puede extenderse en nuestras calles a poco que los hunos antisistema salgan a repartir jarabe a los hotros, como ya ocurrió el lunes por la noche en Alcorcón y seguirá ocurriendo a menos que alguien pare la espiral autodestructiva en la que nos estamos metiendo.