Tuvo que ser José Félix Tezanos, presidente del CIS, quien en su artículo para la revista TEMAS se atreviera a desafiar los latiguillos insufribles de la campaña electoral de las autonómicas de Madrid y buscando la innovación acuñara el neologismo tabernidad. Las gentes que leen en diagonal, acuciadas por prisas aceleradas, han citado equivocadamente el vocablo taberna al que Tezanos se proclama del todo ajeno. Donde si asomaba taberna es en el último párrafo del discurso fundacional de Falange Española que José Antonio pronunció el 29 de octubre de 1933 en el teatro de la Comedia de Madrid.
Allí describía el ambiente político del momento como “una atmósfera turbia, ya cansada, como de taberna al final de una noche crapulosa”. Añadía que ellos no iban “a ir a disputar los habituales restos desabridos de un banquete sucio” Y concluía: “que sigan los demás con sus festines. Nosotros fuera, en vigilancia tensa, fervorosa y segura, ya presentimos el amanecer en la alegría de nuestras entrañas”.
Las gentes que leen en diagonal, acuciadas por prisas aceleradas, han citado equivocadamente el vocablo taberna al que Tezanos se proclama del todo ajeno
Pero los presentimientos de José Antonio eran del todo erróneos, porque lo que se estaba incubando conel odio inoculado era la guerra civil. Un mes después del discurso fundacional, el 30 de noviembre, Primo de Rivera fue el único falangista que ganó un escaño de los 473 que integraban el Congreso de los Diputados. Fue elegido por Cádiz. En el lado opuesto del espectro político sólo resultó elegido un comunista. En las últimas elecciones de la II República el 16 de febrero de 1936 el balance era de ningún escaño falangista y 17 comunistas. “¿Cómo explicar entonces, preguntaba Ángel Viñas, que en tan sólo cuatro meses dos partidos irrelevantes pasaran a ser hegemónicos en cada uno de los bloques de derecha e izquierda al estallar la sublevación del 18 de julio? Muy sencillo, señaló Alfredo Mañas, basta que observes quien financiaba y suministraba las armas a cada uno de los contendientes”.
Pero, volvamos al feliz hallazgo lingüístico de la tabernidad, que resulta de asociar taberna y fraternidad y podría sustituirla en la divisa de la república francesa dejándola en “libertad, igualdad, tabernidad”. A la candidata del PP, Isabel Díaz Ayuso quisieron estigmatizarla reduciéndola a “Cañas y berberechos”, una opción que la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, consideraba del todo ajena a los socialistas. Al expresarse así, la señora Calvo demostraba que llevaba tiempo sin frecuentar las agrupaciones del PSOE donde nunca ha faltado la cerveza.
A la candidata del PP, Isabel Díaz Ayuso quisieron estigmatizarla reduciéndola a “Cañas y berberechos”, una opción que la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, consideraba del todo ajena a los socialistas
De cualquier manera, el desastre del resultado que ennegreció el escrutinio del martes 4 de mayo sólo se explica, como aquí se dijo en su día, porque Ayuso sumó a los votos en favor suyo los de aquellos empeñados en castigar a Pablo Manuel Iglesias y a Pedro Sánchez. Nunca hubo duda de que la victoria de Isabel no era para nada de Pablo Casado, sino exclusivamente suya; mientras que la derrota socialista sería calumnioso, como diría Luis María Anson, atribuírsela a Ángel Gabilondo, era inequívocamente de Pedro Sánchez.
Estamos advertidos por María Zambrano (Dictados y sentencias. Edición de Antonio Marí. Edhesa) de que “el deslumbramiento de los objetos matemáticos llega a tener un carácter extático”. Y en ese deslumbramiento parece sumido José Félix Tezanos. Pero también, siguiendo a nuestra autora, comprobamos que “no se descubre nada y menos lo que se tiene, si no es por una exigencia que llega a hacerse implacable”. Y ahí encontramos a los ivanes monclovitas, todavía impenetrables a los números negándose a un análisis esclarecedor. Subirá la fiebre del encono y querrá superarse con una crisis de gobierno. Atentos.