Opinión

El techo de la deuda, ese gendarme molesto

Acaba mayo con un cierto regusto optimista tanto en economía como en mercados financieros. El motivo no es que los datos hayan sido realmente buenos hasta ahora en el año, sino que han sido menos negativos de lo temido. Es difícil entender por qué esto

Acaba mayo con un cierto regusto optimista tanto en economía como en mercados financieros. El motivo no es que los datos hayan sido realmente buenos hasta ahora en el año, sino que han sido menos negativos de lo temido. Es difícil entender por qué esto ha llevado a unas revalorizaciones bursátiles notables en algunas cotizadas y en algunos índices, que incluyen al Ibex pero también a otros como el Dax alemán que la semana pasada marcó nuevos máximos históricos. Sin embargo, en medio de toda esta complacencia de los inversores, que durante estos meses han ignorado las intervenciones de algunos bancos estadounidenses, la caída de un histórico como Credit Suisse, la mala situación geopolítica (con el miedo a una nueva Guerra Fría a propósito de la guerra en Ucrania y el apoyo chino a Rusia), los problemas de varias economías emergentes como Argentina o Bolivia, las subidas de tipos de interés, la alta inflación (aunque parezca que ha marcado techo el crecimiento interanual los precios siguen sin bajar) etc., aparece ahora un nuevo riesgo: el techo de deuda estadounidense.

El techo de deuda, debt ceiling en inglés, es un límite legislativo que se introdujo en el año 1917, que limita la cantidad de deuda que el gobierno federal de los Estados Unidos puede asumir. El límite se ha elevado en muchas ocasiones. sólo desde 1960 se ha aprobado 78 veces: 49 bajo presidentes Republicanos y 29 bajo presidentes Demócratas. En la última de ellas quedó establecido en 31,4 billones de dólares, nivel que se superó el pasado 19 de enero. Como el Tesoro debe recibir permiso previo del Congreso antes de poder emitir deuda, sin él el Gobierno de Estados Unidos no puede emitir más bonos para financiarse y, al rebasarse el límite legal de endeudamiento, no está autorizado a pedir más préstamos para hacer frente a sus obligaciones legales. Y aunque la secretaria del Tesoro Janet Yellen lleva meses tomando medidas extraordinarias, a partir del primero de junio corren serio peligro el pago a la Seguridad Social y Medicare, los salarios de los militares, los intereses de la deuda nacional o las devoluciones de impuestos, entre otros servicios que proporciona el Estado.

Nos recuerda hasta qué punto es frágil un sistema económico en el que es necesario emitir nueva deuda para cubrir la anterior ya que los estados más que devolver lo prestado, lo que hacen es refinanciar deuda antigua con nueva

Los que llevamos ya muchos años al corriente de estos sucesos, estamos convencidos que se ampliará de nuevo el techo de deuda, ya que siempre ha ocurrido. Para ello será necesario un acuerdo entre la Cámara de Representantes (de mayoría republicana) y el presidente demócrata. Los republicanos piden un recorte de gastos para concederlo y los demócratas creen que es un farol, ya que ante la opinión pública, y con elecciones el próximo año, el negarse a ampliar el techo de deuda, con sus nefastas consecuencias, les restaría muchos votos. Esta es la teoría, en la práctica a día de hoy aún no hay acuerdo y el próximo mes empezarían a notarse las consecuencias de la falta de liquidez. No sería la primera vez que los plazos se apuran tanto, de hecho tanto en 1995 como en 1996 hubo breves cierres del gobierno federal por este tema, y en agosto de 2011 incluso condujo a una rebaja del rating del país por parte de la calificadora Standard & Poor´s, lo que provocó un desplome bursátil de importancia de Wall Street el 8 de agosto de aquel año.

Un impago de las obligaciones de deuda de la primera potencia económica mundial, aunque sea por un tema legislativo, es un escenario catastrófico que no debería ocurrir, hay demasiado en juego. Pero nos recuerda hasta qué punto es frágil un sistema económico en el que es necesario emitir nueva deuda para cubrir la anterior ya que los estados más que devolver lo prestado, lo que hacen es refinanciar deuda antigua con nueva, y de paso aumentar el volumen que se debe para cubrir los déficits presupuestarios constantes. Más allá de esa reflexión, el acuerdo llegará, se volverá a ampliar el techo de deuda, que se alcanzará de nuevo en meses o años. Esto dependerá de la cifra que se pacte, que no será demasiado alta porque es una herramienta demasiado golosa para los políticos estadounidenses, ya que la llegada del techo de deuda cada cierto tiempo, implica una negociación en la que se pueden obtener cesiones de los del otro lado, y nadie sabe quién será el presidente la próxima vez y de quién será la mayoría de las cámaras.

El gasto público suma en el PIB y su aminoramiento, unido al frenazo económico asociado a la subida de tipos de interés, la reducción del crédito y el enfriamiento del mercado inmobiliario puede precipitar la llegada de la recesión al país

No obstante, aunque no llegue el impago (que tampoco es que sea seguro al 100% que no pase, aunque yo lo descarte), si para que no suceda los republicanos consiguen que la Administración Biden reduzca el gasto, puede haber consecuencias. El gasto público suma en el PIB (aunque sea pan para hoy y hambre para mañana porque es con más deuda y mayor pago de intereses en el futuro) y su aminoramiento, unido al frenazo económico asociado a la subida de tipos de interés, la reducción del crédito y el enfriamiento del mercado inmobiliario (en gran parte provocado para frenar la inflación), puede precipitar la llegada de la recesión al país, que se ha esquivado durante el primer semestre del año. De hecho, la cotización de activos ligados al crecimiento económico, como el crudo, parecen indicar, al contrario de lo que marcan las bolsas, que puede venir un periodo de menor producción y consumo a escala global. Por eso el techo de deuda, incluso si se amplía y no ocurre el desastre (si Estados Unidos hiciera un incumplimiento de deuda, el oro, las criptomonedas y los bonos alemanes serían probablemente los mejores refugios), puede pinchar la complacencia en la que viven las bolsas, que van a cerrar los primeros cinco meses del año con rentabilidades que superan los dos dígitos en los índices europeos y que rondan el 20% en el Nasdaq.

Un impago de las obligaciones de deuda de la primera potencia económica mundial, aunque sea por un tema legislativo, es un escenario catastrófico

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