Venimos advirtiendo aquí hace mucho tiempo del paulatino declive de un modelo televisivo, el de Telecinco, que ha liderado las audiencias durante años. Los programas bestialmente frívolos de la cadena de Mediaset están cayendo en picado frente al auge de la programación que los cursis llaman blanca de su gran rival, Antena 3, donde abundan los concursos de tarde, los culebrones turcos y los talents shows. Y en ese contexto, Supervivientes se está convirtiendo en algo así como la última oportunidad de salvar ese modelo de realities y circo.
Creo que no confundo el deseo con el buen juicio si vaticino que, en realidad, esa fórmula telecinquera es ya caduca y por ello lo único que tiene de emocionante la nueva edición del reality de presunta supervivencia es comprobar cuánto durará y hasta dónde llegará la caída. Pero aun en el caso de que dicho juicio resulte exagerado y aún haya esperanza para las huestes de Vasile, es obvio que Telecinco se juega en gran medida su propio futuro.
Como contábamos aquí hace unas semanas, la gente ya se ha cansado de Sálvame, que se va a pique de forma lenta pero segura. Y como escribía en estos mismos lares el bueno de Arranz, resulta que Telecinco cosechó en marzo uno de los peores meses de su historia. Nada es casualidad. El último reality emitido por Mediaset, esa cosa indefinible que se llama Secret Story, también ha naufragado en audiencia y en relevancia. O sea, que no lo ha visto ni la mitad de la gente que antes devoraba La isla de las tentaciones y otros caramelos agrios.
Acaso lo que ocurre es que después de lo vivido en la pandemia a la gente no le gustan los programas donde las personas están encerradas y se dedican a holgazanear y discutir. ¿Traerá malos recuerdos del confinamiento?
Con la presunta vuelta de Gran Hermano congelada porque nadie olvida el terrible caso de la concursante Carlota Prado, a Telecinco solo le queda Supervivientes para remontar. El problema (para ellos, claro, no para los televidentes) es que, como ya se ha dicho, lo caducado es ese modelo de televisión que tantos triunfos tuvo durante tantos años.
Acaso lo que ocurre es que después de lo vivido en la pandemia a la gente no le gustan los programas donde las personas están encerradas y se dedican a holgazanear y discutir. ¿Traerá malos recuerdos del confinamiento? A eso apuntan algunos expertos, a que el jodido virus que tanto cambió nuestras vidas también modificó la forma de consumo televisivo. Quizás sea cierto y resulta que los culebrones vuelven a estar de moda porque entretienen más que los dimes y diretes de los sujetos sumidos en la "telerrealidad". Pero no me atrevo a llegar tan lejos en el análisis, porque quizás Supervivientes arrase y cambien las tornas otra vez.
Una hipotética reinvención de Telecinco es posible, incluso sin perder su esencia, porque puede apostar por otros realities que sí son interesantes o por otra manera -menos absurda- de adentrarse en el mundo del corazón, que también es necesario para divertirse
Lo seguro es que en la televisión existen los ciclos inexplicables. Por ejemplo, hace unos cuantos años, no los cifraré porque son una eternidad que evidencian mi vejez, las tertulias políticas estaban de moda, luego desaparecieron casi por completo y después regresaron con más fuerza. Y otra cosa segura es que Telecinco ya está inmersa en un cambio de ciclo que algunos no quieren aceptar.
Además de darle las gracias a Antena 3 por invertir la tendencia, es justo decir que una hipotética reinvención de Telecinco es posible, incluso sin perder su esencia, porque puede apostar por otros realities que existen y sí son interesantes o por otra manera -menos absurda, menos hiriente, menos chabacana- de adentrarse en el mundo del corazón, que también es necesario para divertirse.
Kaskarra
¡Díos le oiga! España tiene dos grandes lacras: el PSOE y Telecinco, que cooperan y prosperan con la incultura