La caída de los tipos de interés no es algo reciente ni específico de Europa. Es un fenómeno global con décadas de antigüedad: en 1980, un bono a 10 años del Gobierno americano pagaba a sus inversores casi un 15% anual. Hoy, menos de un 1%.
No hay una sola razón que lo explique. Es más bien una combinación de factores, y cada uno de ellos hace que ocurra una o varias de estas tres cosas: el ahorro sube, los precios bajan, o la economía se desacelera. Los tres fenómenos reducen los tipos de interés o crean el entorno para que no crezcan. Veamos algunos de estos factores:
- Envejecimiento. En 1980 la edad media en España rondaba los 30 años, y hoy nos acercamos a los 45. Lo mismo está ocurriendo en todo el mundo, y afecta a los tipos de interés a través de dos canales. Primero, el ahorro. Justo en mitad de nuestra vida profesional, alrededor de los 45 años, es cuando más ahorramos. ¿Qué ocurre con ese dinero ahorrado? Lo invertimos—en pisos, acciones, empresas—directamente o a través de un banco que tomará nuestros depósitos e intentará invertir. Al aumentar el número de ahorradores, la cantidad de dinero disponible sube, pero no los proyectos de inversión: no hay más pisos, acciones o empresas porque hayamos ahorrado más, al menos no en el medio plazo. Los precios de esos activos suben. Si el precio de un piso se duplica, pero el alquiler que genera no cambia, la rentabilidad de mi inversión, o, lo que es igual, el tipo de interés obtenido, cae. Lo mismo ocurre con las acciones, los bonos, las inversiones directas en empresas y los depósitos bancarios.
Además, al envejecer, estos países crecen menos. Hay menos gente trabajando—uno de los motores de crecimiento es el tamaño de la población que trabaja—y crece menos la productividad, entre otros motivos porque, al haber más jubilados, se transfiere menos conocimiento de las personas con experiencia a los nuevos trabajadores. En España, el porcentaje de población por encima de los 65 años se ha duplicado hasta el 20% desde 1975. Algo similar ocurre en el resto del mundo.
-China. En las últimas décadas, China (18% de la población mundial) se ha incorporado a los mercados mundiales, afectando a los tipos de interés a través de dos canales. Primero, sus habitantes ahorran el doble, en porcentaje de la renta, que la media mundial. Ese dinero ha ido a los bancos chinos (que han podido dar préstamos muy baratos) y a la deuda americana, ayudando a mantener los tipos bajos en todo el mundo. Además, han sido capaces de proveer al resto del mundo con productos baratos, contribuyendo a frenar la inflación.
En teoría, los tipos de interés podrían volver a subir en el medio plazo, pero en la práctica, es muy improbable
-Tecnología. El progreso tecnológico ha conseguido abaratar gran parte de nuestra cesta de la compra, como ordenadores y teléfonos. Además, ha servido para que los salarios mundiales no se disparen: las empresas tecnológicas, que dominan la economía mundial, requieren mucha menos mano de obra que las industriales o energéticas que dominaban el mundo hace 50 años. En 1965 General Motors, la mayor empresa del mundo, tenía 600.000 trabajadores, mientras que las otras empresas líderes rondaban los 250.000. Hoy, Microsoft, Apple, Google, y Facebook—cuatro de las cinco mayores empresas de EEUU—cuentan, de media, con 100.000 empleados. De manera conjunta, el envejecimiento y la tecnología explican hasta un 70% de la caída de la inflación en EEUU en periodos recientes.
-Las crisis. Crisis como la de 2008 o la pandemia de 2020 no son la causa de los tipos bajos, pero los refuerzan al obligar a los bancos centrales a mantener los tipos de interés reducidos para ayudar con la recuperación. Además, han tenido que utilizar herramientas alternativas, como la compra de bonos, que contribuyen aún más a que no suban los tipos.
En teoría, los tipos de interés podrían volver a subir en el medio plazo, pero en la práctica, es muy improbable. Quizás el factor que más posibilidades tiene de subir la inflación en el corto plazo sea el aumento de dinero impreso por los bancos centrales desde 2008. Además de improbable—la crisis ha reducido la velocidad del dinero, cortando su impacto en la inflación—los bancos siempre tendrían la opción de retirar ese dinero del mercado rápidamente.
En resumen, son muchos los factores que confluyen para crear un entorno de tipos bajos, y ninguno de ellos—incluida la crisis provocada por la pandemia de covid-19—puede revertirse con rapidez. Es muy probable que tengamos que convivir con este entorno durante muchos años.